Un calendario escolar infumable

Si nos paramos a ver el inicio y final de curso en Andalucía, observamos que éste se alarga hasta el 25 de junio

(Carmona, 1985) Periodista, profesor de Secundaria, licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster en Dirección en Comunicación Empresarial e Institucional por la misma universidad. Posgrado en Lingüística Aplicada a la Enseñanza del Inglés como Lengua Extranjera por la Universidad Europea del Atlántico. Profesor titulado en Inglaterra y Gales. Comencé en 2003 en medios como Onda Carmona, TV Carmona, Estadio Deportivo, Grupo Publicaciones del Sur, 16 Escalones Producciones (Canal Sur) y, desde 2014, en las aulas y corresponsal para El Correo de Andalucía. En los últimos años, me he especializado en periodismo cultural, Geopolítica, Historia, Educación y el fascinante mundo de los libros. Y siempre llevando a Andalucía por bandera.

Inicio del curso escolar en un colegio de Sevilla el pasado mes de septiembre.

Hace algunos meses aparecía en prensa una propuesta por parte de sectores educativos para modificar el actual calendario escolar. Es algo que ya en otros países y comunidades autónomas se está poniendo en práctica con diferentes resultados. Lo que está claro es que, quizás, a nuestros horarios, sistema educativo y fechas de inicio y fin del curso les toque una vuelta de tuerca. Y me explico.

Muchos de los que puedan leer esta columna dirán que toda la vida hemos ido al colegio equis horas, que se ha pasado calor en verano y frío en invierno; y que nuestra generación actual, empezando por las familias, sobreprotege a sus vástagos. Pero no es menos cierto que la sociedad ha cambiado mucho desde los años 80. La de ahora es una quinta de cristal con escasa o nula resistencia a las dificultades. De hecho, ya no existen rodilleras en los chándales o postillas en las rodillas de jugar en la calle. Crecen la miopía, el astigmatismo y la obesidad infantil por culpa del sedentarismo. Y, tal vez, de esto también tenga algo de culpa nuestro modelo actual de educación.

Si nos paramos a ver el inicio y final de curso en Andalucía, observamos que éste se alarga hasta el 25 de junio. Países como Irlanda terminan en mayo, a pesar de poder dormir con una sábana de pelitos un 10 de julio cualquiera. Aquí estiramos el chicle de forma artificial casi hasta comienzos de julio. Y eso que el verano está tardando este año en venir, pero es una excepción. Que se lo digan a los alumnos de la Costa del Sol con el terral. Es momento de que Patricia del Pozo tome cartas en el asunto.

El modelo cántabro es un buen espejo en el que mirarse. No hace más que tomar el sistema europeo de descansar una semana cada dos meses, haciendo coincidir dichos descansos, aproximadamente, con la Semana Santa y la Navidad. Cantabria, donde el verde dura todo el año y llueve día sí y día también. Cierto es que comienzan antes las clases (una semana), pero esos parones son agua de mayo para docentes y alumnos. No sé para las familias.

Por otro lado, se encuentra la jornada de seis horas y media para el alumnado mayor de 12 años. Repito: seis horas y media. Si peinas canas recordarás que, antes del boom de las extraescolares y de las clases particulares, la jornada era partida: cuatro horas por la mañana y dos por la tarde después de almorzar, bien en el comedor del colegio, bien en casa. Los tiempos han cambiado, pero era, sin duda, un buen ejemplo de cómo evitar la tensión dentro del aula. Pero tan cierto es esto como que el profesorado puede, a las 3 de la tarde, estar camino de su casa para conciliar mejor la vida laboral y familiar. Que no es poco. Ojalá todo fuera igual.

Volviendo a las seis horas y media del alumnado patrio, creo que muchas de las mentes pensantes desde los eruditos de la LOGSE hasta los de la laxa y permisiva LOMLOE no han tenido en cuenta las latitudes más cercanas al norte de África. Es una queja tan extendida que hasta existe un colectivo como ‘Escuelas de Calor’, en contra del hacinamiento y de la falta de medidas para combatir las altas temperaturas en los colegios e institutos. Los centros también han cambiado y, con un mayor uso de dispositivos, el calor aumenta. Dispositivos que hacen de la jornada escolar poco o nada efectiva. Qué quieren que les diga.

Así que, ahora que aún queda una semana para que el curso concluya, medio en chanclas, medio en bañador, les toca a otros coger el toro por los cuernos y hacer una verdadera revolución que permita contentar al mayor número de colectivos posibles. Nunca llueve a gusto de todos, pero toca rebelión en la granja. ¿Cómo hacerlo? Que en Torretriana se pongan manos a la obra. Ellos, que no tienen que dar clase con casi 40º...

Archivado en: