Parecía que todo iba a salir rodado. Así se vislumbraba en esos primeros cien días que sirven como prueba de fuego para cualquier persona que asciende a un cargo de relevancia. Al menos, ver las maneras tras vídeos, promesas y simulaciones en tres dimensiones de plazas, jardines y avenidas llenas de árboles y setos nórdicos en una ciudad donde los 40 grados dan leña tres meses al año. Un plan de reforestación, mucho alquitrán nuevo, obras heredadas… Y turismo, mucho turismo low cost que poco o nada repercute en la ciudad.
Parecía que ese hombre tranquilo, que convirtió a Tomares en una ciudad-jardín al más puro estilo de la corona metropolitana de Madrid, llegaría para transformar a la vieja capital de las Indias, aquella que acunó a Murillo y Velázquez y sigue viviendo de su renta a pesar de estar en plena decadencia. Él mismo se avergonzaba al hablar conmigo de que tuviéramos seis de los diez barrios más pobres de España. Y se ve que tiene un proyecto que ha encallado en un Guadalquivir falto de dragado. Pero al César lo que es del César.
Parecía que la ciudad comenzaría a atraer empresas y nuevas inversiones que la transformaran, pero eso sigue siendo harina de otro costal, concretamente del costal de Málaga, que parece tener un imán más poderoso. Lo mismo Paco de la Torre, el eterno alcalde, puede darle algún consejo ante tanto contratiempo. La cuestión es que el imán que tenemos solo hace congregar a más y más forasteros en un centro de Sevilla colapsado de pisos turísticos y alquileres prohibitivos donde sus colegios se vacían y los parques sirven como merenderos. Y de las sevillanas del Pali, poco o nada quedan.
Parecía que en la Plaza Nueva todo iba a ir, con más o menos dificultades, bien. Que Vox iba a apretarle las tuercas de vez en cuando, pero que iban a salir adelante presupuestos, propuestas o modificaciones por el bien común. Lo cierto es que hay una pinza más que evidente entre PSOE y los de Abascal algo escandalosa mientras el líder socialista y antiguo alcalde, Antonio Muñoz, se jacta en prensa de tener una relación óptima con Juanma Moreno. Qué cosas.
Parecía que los centros escolares tendrían un trato mejor, pero nos encontramos con el caso del CEIP Valdés Leal, en el que su tan ansiado y prometido comedor escolar de la época antediluviana, cuando Susana Díaz era la presidenta de las Andalucías, se ha paralizado por la quiebra de la empresa adjudicataria. Que esto no es culpa de José Luís, el hombre serio y tranquilo, también es cierto. Pero que ese centro escolar debe tener su infraestructura, también. Empresas hay muchas. Y buenas.
Parecía que todo esto, y mucho más, harían del hombre tranquilo un alcalde gestor y en vías de cambiar una ciudad muy difícil de gestionar, por todo lo que per se ya la hacen única, con sus caras y sus cruces. Pero no. La nueva negativa de aprobarle los presupuestos municipales, que tienen a la ciudad paralizada, hacen sacarse de la manga a Sanz y su equipo una moción de confianza. Lo que no sabemos es la jugada de la bancada de enfrente, donde las ideologías confluyen como las mareas podemitas. Como agua y aceite. Poderoso caballero.
Parecía que José Luis Sanz iba a ser en Sevilla como Soledad Becerril, la última alcaldesa del PP que dejó un buen sabor de boca en la ciudad. Bagaje y experiencia como alcalde no le faltan. Pero Tomares no es Hispalis, y necesita un equipo en el que pueda confiar para seguir gestionando la ciudad. Un golpe encima de la mesa. Mientras tanto, seguirán los abucheos, ya sea en Corpus o en la inauguración de algún tramo del metro de Sevilla. El pueblo siempre tiene la razón.
El hombre tranquilo en apuros
Parecía que ese hombre tranquilo, que convirtió a Tomares en una ciudad-jardín al más puro estilo de la corona metropolitana de Madrid, llegaría para transformar a la vieja capital de las Indias
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