Argumentación para cuñados

En el fondo, y no tan fondo, es una posición ideológica que se trata de vestir de sentido común a través de un argumento absurdo

Acceso al colegio La Inmaculada, ubicado frente a la playa de Cortadura.
Acceso al colegio La Inmaculada, ubicado frente a la playa de Cortadura.

En una administración pública, sea local, autonómica o estatal, por competencias, hay mucha gestión que realizar cada día; políticos y funcionarios hacen posible que la cosa pública funcione, incluso a pesar de los políticos, incluso a pesar de los funcionarios. Yo, que he estado en esos dos niveles de la administración, como político y como trabajador, puedo dar fe de ello.

Afortunadamente, las cosas no dependen de la inspiración de un momento, de la “preclara” voluntad de una persona, ni siquiera, que se tenga en cuenta, del esfuerzo o dedicación extraordinaria de todos los implicados. Cada uno de nosotros tenemos a lo largo de la jornada, somos capaces de atender, también de manera simultánea, varias responsabilidades, sin que, por ello, nos estalle la cabeza; digo más, menos mal que los humanos tenemos la “habilidad” de hacer varias cosas dos cosas a la vez.

Dicho esto, me sorprende -o no tanto- que, con motivo de las situaciones derivadas de los cambios en el nomenclátor de las calles de Cádiz, o de edificios emblemáticos… la principal crítica a los mismos se haga, en línea editorial, de un periódico de la ciudad; y no porque se critique los cambios, pueden gustar o no, lo que no entiendo, porque no tiene nada que ver con la realidad, que la argumentación sea que mientras se gestionan esos cambios no se atienden a otras necesidades de la ciudad.

Algo así como que los políticos de nuestra ciudad no tuvieran la capacidad, que es común al género humano, de hacer varias cosas a la vez. Creo que eso es lo que se puede denominar demagogia pura. Se citan asuntos que podrían solucionarse de no trabajar en el cambio del nomenclátor: la vivienda, el transporte, la ciudad de la justicia... Hombre no creo yo que los anteriores alcaldes y alcaldesa, y el actual, priorizaran los cambios de nombres en las calles por delante de las necesidades perentorias de la ciudad, y decir lo contrario es malmeter a la ciudadanía contra sus gestores.

Habrá un trabajo más o menos productivo, gustará más o menos la resultante de esas gestiones, pero, sin duda, ejercer las competencias también para el callejero de la ciudad no es la causa de que Cádiz esté mal o peor. Pueden hacer varias cosas a la vez, y ya les digo que a ese tema se le ocupa poco tiempo, otra cosa es que desde un medio de comunicación se le dé un tratamiento especial, dando la impresión de que es la única actividad del consistorio. Es el medio el que decide que es más noticiable y lo que no.

Por otra parte, en algunos casos, esos cambios en el callejero, son obligados por ley, cosa esta que parece que está en el fondo de la crítica. También se alude y critica que la comunidad escolar de un centro educativo vaya a cambiar el nombre del centro. Igual piensa el comentarista que como están en ese proceso de cambio, los profesores no dan clases, los padres no llevan a los niños al colegio, y los alumnos están todo el día debatiendo sobre el particular. Chorradas. En el fondo, y no tan fondo, es una posición ideológica que se trata de vestir de sentido común a través de un argumento absurdo.

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