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El beso negro

Tiene una acepción que nos ha recordado el Trump nuestro de cada día, al verbalizar que había cola en su despacho de dirigentes internacionales para besarle el culo, sumisos ante el amo

13 de abril de 2025 a las 09:02h
Donald Trump, en una imagen de sus redes sociales.
Donald Trump, en una imagen de sus redes sociales.

En los últimos días se ha puesto de moda escuchar hasta en los telediarios la referencia, más o menos explícita, a una práctica sexual de las que podríamos considerar más extremas o que tienen una consideración menos agradable en el prolijo mundo del sexo, que ya sabemos que es libérrimo y por tanto, líbreme el cielo de ser yo quien prejuzgue una práctica como buena, mala o regular, pues siempre habrá quien me lo pueda rebatir en base a su propios gustos o experiencias. Se trata del “beso negro”. Urge explicar.

Los más finos y entendidos en la materia, sobre todo los sexólogos y sexólogas, los cuales supongo que deben pensar que poniéndoles a estas cuestiones nombres cultos, latinajos y expresiones premeditadamente científicas, las normalizan, aunque desde mi absoluta entrega al lenguaje enrevesado, creo que precisamente el vulgo, es decir, la gente normal, como usted y yo, preferimos nombrar a las cosas como las llaman escritores, guionistas, cómicos…como las llamamos también usted y yo, que somos parte de la media de la población que incluso puede escandalizarse, solo un poco, con estas cosas; así, esos profesionales nos recuerdan que al beso negro también lo podéis reconocer como anuslingus, algo como lengua en el culo.

Lo cierto es que, si hablamos de anuslingus, o mejor, del beso negro, estamos hablando de una práctica que consiste en la estimulación con la boca del ano -que es el culo en castellano- de otra persona. Se pueden usar los labios, la lengua, se puede chupar, “comer”, “besar”, “humedecer”. Es algo que ya se sabe que se hacía en civilizaciones antiguas como la griega o la romana y, entiendo yo, que incluso desde más atrás, desde que el culo es culo, y el mundo es mundo, nuestros más lejanísimos antepasados se divertían con ello. Por lo leído, su práctica ha aumentado significativamente en las últimas décadas, según estudios realizados por eminentes centros de investigación. No obstante, continúa siendo un tema que genera incomodidad y rechazo, fundamentalmente porque todo lo que tiene que ver con el culo tiene connotaciones morales y religiosas estrictas y poco dadas a admitir estas cuestiones. Su práctica genera placer porque toda la región perianal, su estimulación, produce un aumento de la excitación sexual, incluso puede producir orgasmos. Uno de los elementos que provoca rechazo es más que nada por las implicaciones higiénicas y posteriormente sanitarias que pueden derivarse.

El beso negro, su realización por las parejas, tiene connotaciones diversas y es una de las prácticas más aludidas en lo que es el sado masoquismo, lo que también se llama BDSM, donde la relación de poder y sumisión, la rotura de barreras simbólicas, son los elementos más importantes. En definitiva, por esas connotaciones negativas que se le suelen dar, no es algo que se suela comentar en las charlas entre nosotros. El sexo como conversación utiliza otros conceptos o prácticas más aceptadas desde el punto de vista de la moral, de la religión, de lo no avergonzante, por ser ésta una práctica extrema y, con cierta concepción victoriana del sexo: lo extremo es vicio y los vicios, nos dicen, son malos.

Pues bien, el beso negro tiene una acepción que nos ha recordado el Trump nuestro de cada día, al verbalizar que había cola en su despacho de dirigentes internacionales para besarle el culo, sumisos ante el amo. Un beso negro a Trump. Aparte de lo poco convencional de su lenguaje, viniendo de todo un Presiente de los Estados Unidos de América, su ordinariez, su macarrismo comprobado, aparte de todo eso, no creo que le sirva para que le admiren más ni los que les gustaría de verdad darle un buen ósculo en su zona perianal, ni a los que les produce arcadas el solo pensarlo. No creo, o no espero, mejor, no deseo, que esa forma de referirse a los demás, a las negociaciones internacionales, etc. se produzca de esa manera.

¿Os imagináis a Pedro Sánchez o Feijóo hablando así? Yo no lo creo que se pueda dar, por más que en su interior lo piensen. Es más, no creo que haya muchos españoles o españolas dispuestos a besarle el culo a Trump, o como se diría aquí pero en fino: hacerle una felatio…habrá quien quiera y lo haga, no sé: Abascal y correligionarios, algunos de sus votantes dispuestos a abrir la boca bien abierta y limpiarle de mierda el puto culo al puto Trump. Él se podrá conformar con eso, nosotros más castizos nos podremos permitir, ya que no somos presidentes ni de la comunidad de vecinos, el mandarlo a tomar por donde menos le guste.

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