La vida democrática exige la existencia de un bucle (el bucle democrático) que supone la sensación de que siempre estamos en campaña electoral. Y es que siempre estamos en campaña electoral, mejor dicho, los partidos políticos y en general las entidades interesadas, siempre están en campaña electoral. La vida es una campaña electoral incluso para los que detestan las campañas electorales, bien porque les resulten cansinas y repetitivas, poco interesantes, o bien porque simplemente más que en las campañas, en lo que no creen es en las elecciones.
Pues sí, aunque aún faltan unos cinco meses para la confrontación en las urnas de los candidatos y candidatas municipales, parece que todo gira en torno a ese momento. Lógico. Aunque haya candidaturas que, cándidamente o maliciosamente, nos dicen que esto de la política no tiene que ver con las ideologías y menos en las elecciones municipales, lo cierto, y no voy a perder el tiempo en explicar lo que me parece obvio, es que precisamente cualquier elección tiene todo que ver con la ideología. Es verdad que hubo un tiempo en el que para justificar lo injustificable se decía eso de que los ladrillos no tenían ideología, como queriéndonos avisar de que las áreas de la administración que no tienen que ver con procesos de adquisición de derechos o que rondan las emociones, o las que redundan en las igualdades y desigualdades, son pura gestión que cualquier alma humana haría casi porque sí: Viviendas, carreteras…¡que no tienen ideologías estas cuestiones! El caso es que sí, que eso de “yo no soy ni machista ni feminista” “yo no soy de derecha ni de izquierda" suena a ese anarco-simplismo, precisamente de derechas, que se resumía en una frase presuntamente cómica que se decía en sus tiempos: “yo soy apolítico, tanto me dan los de derechas como los hijos de puta de izquierda”. Se entiende ¿no?
Llegan las campañas electorales con sus estrategias, los expertos en comunicación (que cuando hablamos de ciudades pequeñas como la mía, suelen ser los fontaneros de los partidos a niveles locales, los que por experiencia, mala baba y mucha impostura, diseñan, coordinan o dirigen dichas estrategias). Llega la pugna entre los que buscan campañas tradicionales, con medios tradicionales (mítines, reparto de folletos, carteles…) y los que embelesados con las nuevas tendencias y lo fían todo en, por ejemplo, en el impacto en redes sociales (sin darse cuenta que en mi ciudad el porcentaje de personas muy mayores que pasan de esas redes es muy grande).
Ahora que nada tengo que ver con la política activa, ni militante ni simpatizante de casi nada, me entra el gusanillo de hacer lo que uno cree que puede hacer mejor, que no es otra cosa que aconsejar o ilustrar sobre cómo tener una mejor política de comunicación, sobre todo en una tierra donde existe un monopolio casi cultural y desde luego ancestral, de quien decide que es lo que está bien o está mal para la ciudad. Y aunque no voy a caer en el error de ofrecerme para ello (ellos prefieren repetir acciones con lo que repiten en errores), si me permito el establecer algunos principios básicos que deben concurrir para una buena base comunicativa independientemente que todos sabemos que después alguien, con gran poder en la ciudad, decidirá lo que nos conviene y lo que no nos conviene.
1.- Hagan propuestas claras, rompedoras, imaginativas y que sirvan a los intereses de la mayoría
2.- Da igual que no os haga caso el Gran Arcano de la ciudad, si hacéis propuestas claras, rompedoras, imaginativas y que sirvan a los intereses de la mayoría, dará igual que el Gran Arcano os ignore, la gente os escuchará
3.- Los que suelen perder elecciones, suelen repetir modelos fracasados. Enseñanza: si siempre haces las mismas acciones siempre obtendrás los mismos resultados. Por tanto ¡cambia!
4.- La ideología es un corpus de ideas que para tener la posibilidad de ser consideradas seriamente tienen que ser prácticas, realizables, visualizables. Eso de mejor pensar un precioso futuro mientras otros gestionan el presenta es una tontería.
5.- Ya sé que todos pensáis que vais a ganar. De hecho, vais por asociaciones donde, de manera educada y maliciosa a la vez, os colman de elogios, de palmadas y promesas de votos. Que sepáis que es mentira. Ah, y una cosa, que no digo yo que no se vaya a las asociaciones de vecinos, pero que sepáis también que las directivas de las asociaciones de vecinos tienen un poder decisorio en el voto de sus vecinos cercano al cero.
6.- Por último, cuando digo propuestas claras, rompedoras, imaginativas y que sirvan a los intereses de la mayoría, no llevarlo al extremo de decir barbaridades, en Cádiz no se pueden crear 200.000 puestos de trabajo, ni es necesario que nadie quiera rellenar al completo la bahía. Sensatez.
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