En los últimos años se han producido algunos hechos que podríamos considerar sorpresivos en lo que viene siendo lo habitual en nuestras vidas. Hablo de cuestiones muy domésticas, de gran interés para la ciudadanía, como puede ser la importantísima subida de las pensiones que se ha producido en este inicio de año. Han subido un 8,5%, ni más ni menos. También hemos visto cómo, por fin, el salario mínimo interprofesional sube en cantidades que ya lo acercan claramente al porcentaje del 60% del salario medio en España, que está aproximadamente en unos 2.000 euros. En lo que respecta al SMI es muy notorio el que hace exactamente diez años este era de 645 euros y ahora estemos hablando de 1.080 euros (en el 2018 estaba en la aún ridícula cifra de 735 euros).
Los sueldos, está claro, en España nunca han sido altos, ni siquiera aún lo son, además hay que tener en cuenta que hablamos de salario mínimo, pero sería necesario hablar de lo que suponen las subidas que por convenio obtienen los trabajadores españoles, que en cifras oficiales hasta el mes de septiembre eran por término medio un escaso 2,9%. Tenemos una dificultad grande para conseguir que los sueldos sean tan competitivos como en cualquier otro país de Europa con economías similares. La negociación colectiva, aunque rehabilitada por la reforma laboral auspiciada por el gobierno y aceptada, tras negociación, por los agentes económicos y sociales, no está consiguiendo paliar los efectos de la crisis de inflación que sufrimos y el poder adquisitivo de los trabajadores y trabajadoras en España sigue estando en negativo: se pierde poder adquisitivo mientras los precios, el IPC −aunque nuestro país esté conteniendo cifras más altas de inflación−, siguen siendo muy altos y por consiguiente, muchas familias comienzan a tener serios problemas de subsistencia diaria, de pagos… ¡las hipotecas!
La noticia que ha saltado estos días sobre el contrato realizado por la Confederación de Empresarios Españoles a su Presidente, el señor Garamendi, es especialmente clarificadora de como estamos: Este señor, que cobraba ¿como autónomo? en esa organización, ha conseguido lo que niega al resto de los trabajadores que como él, lo son por cuenta ajena: una subida que no esté por debajo de la inflación: Garamendi ha conseguido un salario digno que le va a permitir no tener problemas a fin de mes. Pasamos por alto lo inquietante, desde el punto de vista legal, de sus cobros como autónomo, pero nos paramos en analizar con un simple vistazo lo que va a ser su nómina anual: 400.000 euros, con esa subida en torno al 9%.
¡Qué bien Garamendi! A eso le llamo yo capacidad de negociar un sueldo. Me imagino la envidia que le tendrán en todos los altos cargos del gobierno, de las Cortes, de los parlamentos, de la judicatura, del ejército, de la policía, médicos y enfermeras, profesores y maestros…y agricultores, limpiadoras, cajeros de supermercados, oficinistas, pescadores…empleados en general. Está usted en la Champion league de los que ganan un pastón, se codea con banqueros, consejeros delegados de eléctricas, CEO de petroleras…y a mí me da igual, si la empresa que le ha contratado, la CEOE, piensa que es lo que usted merece, pues nada, con su pan se lo coma.
Lo que me resulta mezquino, impropio de un ser humano con sentimientos, algo realmente inaceptable es que usted esté en contra de que suban las pensiones, que suba el salario mínimo interprofesional, que los convenios suban los salarios lo que el IPC, que se dediquen recursos públicos para desempleados, que se le den derechos a las empleadas del hogar. Que usted esté en contra de que los demás consigan lo que usted, ganando como gana 400.000 euros en un año (yo tengo que trabajar doce años para ganar lo que usted en uno), me da dolor de cabeza. En cualquier caso, no me lo tome a mal, y como acto de contrición, deme algo que tengo unas deudas que usted me las pagaría con lo que gana en un día.
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