Europa, en la encrucijada

Necesitamos seguir avanzando y más, si cabe, en un momento en el que algunos de los pilares que nos dan fuerza y orgullo, se están tambaleando, o se han caído para nuestra desgracia

Votación de las Elecciones europeas 2024.
Votación de las Elecciones europeas 2024.

En esta semana, última de la primavera de este año, se ha venido haciendo lo que, en términos políticos, correspondía hacer: una evaluación de los resultados de las pasadas elecciones europeas celebradas hace una semana. Normalmente, a través de este apreciado medio, cada vez que hemos tenido procesos electorales, he procedido a dar mi precaria, pero personal, visión de los resultados y, sobre todo, esbozar una profecía de lo que sucederá a partir de ese momento en el que se conocen lo que han votado, en este caso, millones de europeos. La realidad es que siempre llego tarde, ¡se ha hablado tanto!, que casi no me merece a mí la pena esforzarme en mi relato y a vosotros, queridos lectores, el de leer una crónica que la tenéis más que sabida. No obstante, con esos nubarrones que se han atisbado en el horizonte democrático europeo, pienso que nunca es suficiente para mostrar por lo que, en mi opinión, merece la pena seguir trabajando en nuestro día a día: la convivencia en paz entre distintos, con un elemento, al menos, que sea común para todos, como no es otro que el respeto a la democracia.

En un mundo cada vez más complejo y en el que parece que toman más relevancia los conflictos, las injusticias y el permanente ataque a los derechos de la ciudadanía, Europa tiene que seguir siendo nuestro marco preferente y de referencia. Una Europa que, a pesar de que podríamos pensar que, como estructura, está plenamente consolidada, sin embargo, no deja de ser, y así lo ambicionamos, un proyecto siempre en construcción. El problema es que hay actores que operar en la destrucción de lo que tanto costó tener.

Siempre escuchamos, en las recurrentes reflexiones sobre cómo ha sido la construcción de Europa, que esta ha sido la historia de un éxito labrado desde las ruinas de una guerra mundial y desde la incorporación, aquí tengo mis dudas, de los estados de Europa central y las que fueron repúblicas soviéticas. Y ese supuesto éxito debe seguir siendo el objetivo. En sus cerca de setenta años, la Unión se ha ido conformando como un espacio de libertad, seguridad y de paz. Esos valores deben seguir siendo no ya los objetivos, sino la esencia misma de la conformación de nuestro status como Unión. La Democracia, con su mayúscula, el respeto a los derechos humanos y el entorno de prosperidad basada en una realidad económica y social asumible que nos colocan como un espacio amable y deseable para toda la gente de buena voluntad.

Necesitamos seguir avanzando y más, si cabe, en un momento en el que algunos de los pilares que nos dan fuerza y orgullo, se están tambaleando, o se han caído para nuestra desgracia: La invasión de Ucrania por Putin es clara muestra de la necesidad de seguir pujando fuerte por nuestra unidad. Hay que mirar atrás para recordar como cuando no tuvimos el coraje suficiente, hablo de la guerra en los Balcanes con todas las tropelías que allí se cometieron, el proyecto europeo tuvo una importante regresión por su falta de respuesta. Por tanto, defender la democracia, la libertad, la paz, la Unión libre de ciudadanos, libres e iguales, es hoy perentorio, tan necesario como hace setenta años en Europa y, desde la llegada de la democracia, también en España. Tenemos que seguir profundizando en el concepto de ciudadanía europea, la armonización fiscal entre estados, la igualdad de los ciudadanos… Trabajar más intensamente en la evitación de regresiones como las que suponen la mirada vuelta a los movimientos antidemocráticos que representa la extrema derecha. Tenemos, por tanto, la responsabilidad de, como ciudadanos europeos, impedir que se destruya todo lo conseguido hasta el momento y, egoístamente, a España y a los españoles, no nos interesa nada en absoluto que a Europa le vaya mal. 

Puede que sea complicado en este mundo del cuñadísimo de internet, de los bulos, de la desinformación, del populismo que beneficia a las élites de siempre. Sí, es complicado, pero no queda otra.

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