En los últimos años se ha popularizado un concepto “el gran reemplazo”, utilizado por la extrema derecha, según el cual la población occidental, blanca, heterosexual, cristiana y conservadora está siendo sustituida ―reemplazada― por grupos de personas ajenas a esas características, gentes de otras civilizaciones, otras culturas, otras religiones…y que todo esto es el desarrollo pefectamente organizado de lobbies de poder ocultos, de manera planificada y sistemática. Una conspiración en toda regla.
El término “gran reemplazo” lo introduce, con gran éxito en los sectores más radicales de la derecha, el escrito, y antiguo activista de izquierda francés, Renaud Camus en el 2012 con un libro de ese título. La acogida de estas teorías conspiranoicas tuvieron un debut masivo en las manifestaciones de 2017 en Carlottesville, Estados Unidos, organizadas por varios grupos neonazis. Los participantes coreaban los lemas “no nos reemplazaran” y “los judíos no nos reemplazaran”. Seguramente recordaran de esas manifestaciones como el entonces Presidente Trump disculpó a los extremistas neonazis al considerarlos como su base electoral e ideológica.
Actualmente ese “gran reemplazo” es la idea matriz de la campaña electoral de Éric Zemmour, candidato a la Presidencia de la República Francesa, un supremacista que incluso ha sido capaz de hacer parecer a Marie LePen como una conservadora más. Este candidato, posiblemente, será el que le dispute en segunda vuelta la presidencia a Macron, el cual necesitará del apoyo de todo lo que no sea la extrema derecha para conseguir la reelección y, por consiguiente, evitar la victoria del neofascista Zemmour.
Curiosamente también se habla de reemplazo en Rusia, en Ucrania, en Hungria, en Italia…desagraciadamente no son buenos tiempos para la democracia. Hay una corriente, ya no tan subterránea, completamente fanatizada, surgida en todo su esplendor a lomos de la crisis económica y financiera de 2008, y reforzada por la crisis derivada de la pandemia del coronavirus. Siempre han estado ahí, sí, pero ahora han conseguido ser visibles, tener capacidad de movilización y, como vemos, ya son capaces de condicionar, cuando no ganar, gobiernos de países importantes.
El momento más álgido de este movimiento extremista y antidemocrático, se produjo el 6 de enero de 2021, cuando una turbamulta bastante significativa en número, azuzados por Trump, intentaron dar un golpe de Estado. No estaban dispuestos a permitir una desviación en sus planes de cambiar la historia de la humanidad, y para ello era indispensable que la administración americana continuase en manos de unos de los suyos. Todos lo vimos por televisión y, recuerdo, la tensión vivida en todo ese día y los resoplidos de alivio cuando, afortunadamente, se constató que no puedieron cumplir sus objetivos y el Presidente electo Biden pudo tomar posesión de su cargo.
Movimientos estrafalarios como Qanon, antivacunas, supremacistas, y otros muchos que pululan por las redes, y ya también por los espacios no virtuales, van poco a poco, invirtiendo su tiempo en conseguir algunos de sus objetivos: crear conciencia en la opinión pública de un supuesto peligro de control por parte de las élites progresistas y, sobre todo, que la teoría del gran reemplazo sea asumida como una realidad que esté ocurriendo. Invierten la carga de la prueba y así son ellos los que necesitan que creamos que hay un complot para que así puedan ellos desarrollar el suyo.
¿Herramientas? Los bulos, da igual de donde vengan, da igual que sean burdos en su concepción y en lo que traten de exponer: siempre quedará quién se los crea. Un objetivo/herramienta es la de contaminar a opciones ideológicas con sus principios conspiranóicos en una especie de abrazo del oso, como el que se ha dado en Estados Unidos donde el Partido Republicano ha dejado de ser un garante de la democracia americana para pasar a defender lo mismo y a los mismos que tratan de arruinarla.
En España, y no me voy a detener mucho en esto, está ocurriendo. Cada vez los posibles apoyos electorales de Vox, como partido extremista y concurrente con esas teorías conspirativas, van creciendo, el Partido Popular se va difuminando en esos discursos cada vez menos profundos y más al socaire de lo que los extremistas dicen. Más le valdrían a los líderes de este partido dejar de hacer seguidismo a los neofascistas porque de lo contrario lo único que van a conseguir es que el gran reemplazo que vamos a tener va a ser el de Vox al Partido Popular. Que se lo hagan mirar.
Bulos como el que se ha mantenido sobre las declaraciones del Ministro Garzón y la ganadería, y que ha sido normalizado de manera absurda por gente que se pudiera considerar sensata. Bulos como el que mantenía que la Ministra Montero había conseguido enriquecerse en su paso por el Ministerio. Bulo, bulos y más bulos. O discursos que banalizan algo tan importante como el concepto de libertad cuando se la define como el tomar cañas. Y lo peor es que hay mucha gente que lo compra ¿somos más estúpidos? Parece que sí, que en eso si que ha habido reemplazo.
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