A principios del siglo XX, la influencia de los medios de comunicación, la prensa escrita, era muy importante; un poder que definitivamente moldeaba y tamizaba la opinión pública a través de la publicada. Tal era así que los distintos tabloides en los países democráticos tenían un porcentaje alto de importancia en la conformación de las ideas políticas y en la intención de voto de la ciudadanía. Ese poder rápidamente fue constatado por las opciones partidarias las cuales crearon sus propias publicaciones, armas de conquista de votos. Prácticamente cualquier partido, da igual que fuera de la ideología que fuera: socialistas, fascistas, anarquistas, conservadores, comunistas…todos tenían su órgano oficial de expresión y de opinión. Evidentemente la prensa copaba el espectro ideológico al no existir en esos albores o primer tercio del siglo la radio –que se incorporará con fuerza de manera inminente- ni la televisión, que llegaría con una contundencia tremenda a mediados de la centuria pasada. El cine también ocupó su espacio, fundamentalmente en la propaganda de los estados en momentos de conflagraciones militares, o de expansión de ideologías nuevas como la surgida de la revolución de octubre en Rusia, o el capitalismo de Estados Unidos (me refiero al capitalismo moderno y desarrollado a gran escala por ese país).
Los partidos políticos pronto se dieron cuenta, sobre todo según se implantaban nuevos medios de comunicación y los grandes periódicos se convertían en apéndices de inversores con deseos e interés de influenciar decididamente en la política, que la ascendencia de sus periódicos era marginal entre el público en general, y solo funcionaba entre los simpatizantes, afiliados y en general aquellos que pudieran comulgar con las posiciones del Partido. De todas formas la prensa de Partido tuvo una gran influencia en la formación de esos afiliados y simpatizantes y supusieron, por supuesto, una fuente de información que de otra manera no llegaría a las clases trabajadoras. Por tanto, la llamada prensa obrera fue un instrumento más de educación y formación que de influencia en votos en capas de la sociedad a las que se pretendiera llegar. La competencia de estos periódicos u órganos de difusión con los generalistas o periódicos tradicionales no existió. Por poner ejemplo: El ABC no competía con El Socialista ni viceversa. Públicos e intereses distintos.
Lo que hoy nadie puede negar, y forma parte indiscutible de la vida de la gente, es la influencia de los medios en todos los órdenes de nuestra vida y, por consiguiente, también en la política, que es decir en la economía, o en la economía que es decir la política. Hablamos de poder y de influencia, ni más, ni menos. El poder.
La principal derivada de ese ejercicio de los que podemos denominar en general, medios de comunicación e información –no se trata de periodismo, eso es otra cosa-, es que el control de la información es un recurso político de las élites que pueden permitirse el lujo de introducirse o filtrarse en las distintas capas de la sociedad con el objetivo de que sus intereses, su influencia y sus condicionamientos queden siempre salvaguardados. El medio de comunicación total, lo que hoy se llama grupo multimedia, que no es otra cosa que a través de varias líneas de negocio, compilar toda la estrategia comunicativa de manera que nadie pueda escapar a su influencia, hoy responde a intereses ajenos a la labor informativa justamente porque los intereses de sus inversores “los dueños” de esos medios están trabajando directamente para favorecer sus negocios principales y para ello necesitan un tipo de información capilarizada adecuadamente a toda la población.
De todas formas, la revolución Internet ha podido cambiar las reglas del juego, son multitud los medios independientes que pululan en lo que ya es, por ejemplo, el único negocio de prensa, lo digital. Es más, la prensa de papel ha pasado a la historia por más que en los quioscos o papelerías aún podamos ver algunas cabeceras; pero no nos engañemos, esos periódicos impresos funcionan como commodities, salen casi por costumbre, lo importante no está ahí, ese no es el negocio. Por eso, el que haya múltiples medios digitales es importante, es una forma de recuperar la información limpia, transparente, original y sin intereses espurios de por medio. Tendrá que ocurrir igual en la Televisión, tendrá que ocurrir igual en todos los demás medios, pero también ¡ojo! no podemos fiarlo todo a Internet y mucho menos a las redes sociales que, como todos sabemos, es el mercado persa de la desinformación, el bulo, la noticia falsa…
Desear unos medios de comunicación, y de entre ellos la prensa, independientes y transparentes, es darle de nuevo un giro copernicano a la historia. Trabajar por ello, es trabajar por mejorar nuestra vida.
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