os grandes temas de actualidad y conversación en estos días han tenido de todo y para todos los gustos. Ha habido controversias políticas, comunicativas, de ámbitos nacionales, internacionales, locales. Y cada tema ha llegado a como se dice ahora, a la categoría de “mainstream”, es decir, que han tenido la consideración de cuestión principal o conversación que he impone en cuanto a su popularidad por su intensidad en medios de comunicación, redes sociales etc.
Los expertos en estas cuestiones inciden en que hoy en día una de las características que deben tener los debates para que tengan esa consideración de cuestión dominante, es que reproduzcan una polarización en las opiniones y descripciones. Es decir, que haya posiciones contrapuestas sobre la cuestión sobre la que se conversa. Es lo de que los del Barcelona siempre ven el penalti a su favor, mientras que los del Madrid lo ven en contra y viceversa. Por eso hablamos de la futbolización de la política y, en general, de la vida. Toda cuestión tiene sus detractores y sus fanáticos. Todo en la vida es opinable, hasta la verdad y la realidad -ya saben eso que se puso de moda en la política de los Estados Unidos por la Alt Right o ultraderecha: las realidades alternativas, o como diría Groucho Marx: "¿A quién va a creer, a mí o a sus ojos?"-, y todo tiene un componente pseudopolítico entre la derecha -todo lo que no es izquierda- y la izquierda -todo lo que no es derecha-, y pongan ustedes los atributos que quieran a un lado o al otro.
"Con los míos, con razón o sin ella", es el grito de guerra de cualquier opinador, es decir: todos, con lo que todo queda reducido a un contaje de quién grita más o consigue llevar más gente a su opinión, sea esta la que sea y por descabellada que sea. Si lo dice alguien con esa categoría será verdad: la tierra es plana, el covid era mentira, España está en una dictadura…La verdad está en solfa, valdría decir como escribía atinadamente Antonio Machado: "Tu verdad no, La Verdad; y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela".
Pero es difícil ser honesto con la realidad cuando hay gente que, si ve el programa de Iker Jiménez, al día siguiente, se cree que las caras de Bélmez eran una manifestación del Altísimo, o que los Alienígenas están entre nosotros y son todos comunistas-. Y esto ocurre, precisamente, porque la futbolización nos ha llegado, principalmente a través de los medios de comunicación. En este fin de semana tenemos un caso bastante indicativo de la cuestión: el ya famoso pasacalles de la celebración de los actos de “reivindicación de la identidad fenicia de Cádiz” -juro que esto me lo han dicho con esas palabras- ha sido un auténtico fiasco, un mamarracho de consideración burlesca (no voy a comentar el hecho en sí porque para eso, en este mismo medio, tienen ustedes una magnífica crónica de Pepe Landi. Léanla, no tiene desperdicio).
Difícilmente se puede conseguir disimular que el fracaso ha sido considerable y, sin embargo, si uno lee la crónica del gran medio de comunicación de la ciudad -el BOE de Cádiz-, da la impresión de que fue un clamoroso éxito, un poco deslucido por un inoportuno temporal de levante. Y ¡claro! si lo dice ese periódico será la verdad, y si no lo es, terminará siéndolo; y otros medios de mucha audiencia en Cádiz no se atreven a criticar porque, ya se sabe, no hay que enfadar y pasan de puntillas... Mucha gente, en las redes sociales, no ha podido evitar comparar este “acto” con los mamarrachos que organizaba Kichi, aunque todos sabemos que si esto lo organiza ese Ayuntamiento el periódico oficial de la ciudad hubiera “diseñado” otra realidad, otra conclusión.
Yo creo que en estas cosas hay que ser honesto, si vas a decir una barbaridad, dila, pero que sea bien gorda, como la de Trump en el debate con Kamala diciendo que en Springfield los inmigrantes se estaban comiendo los perros y los gatos de la gente. No engaña a nadie. Pero… hay gente que se lo cree, igual que aquí se creen que los inmigrantes están detrás de todos los actos delictivos que se comenten y que tienen “la paguita” y demás ayudas en mayor cantidad que los nacionales; pero quien se cree esas cosas, siendo tan burdas, tan de chiste, solo tienen un problema: son, por ser indulgente, lelos, o como también se ha dicho en alguna ocasión en el Congreso de los Diputados a colación de comentarios absolutamente de “realidad alternativa” por parte de Feijóo: o es ignorancia o mala fe.
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