Si tuviéramos que elegir diez noticias que resaltar de esta última semana, es bastante probable que en un porcentaje alto coincidiríamos, aunque habría algunas que tendría más que ver con cuestiones locales, de cada pueblo o ciudad. Por ejemplo, en Jerez, seguramente los cuestionados nos darían alguna que otra noticia sobre lo que ha sido o ha pasado en la feria del caballo, normal. Es posible que también nos colocaran alguna noticia política local como pueda ser los movimientos del PP de Jerez de cara a las elecciones municipales del año que viene. Si son personas de Cádiz, también con toda probabilidad algunas de las noticias que nos señalaran tendrían que ver con el concurso de carnaval que acaba de comenzar, y que llega a envolver toda la actividad de la ciudad. Así sería en cada sitio.
Prescindiendo de esos localismos, las noticias, en su mayor medida, estarían ciertamente relacionadas con las que nos ofrecen los medios de comunicación, entendiendo a estos en su más amplia acepción, incluyendo blogs, redes sociales…y una nueva intrusión en las noticias que no es otra que el ámbito de la opinión, cada vez más tomada como noticia. La opinión publicada.
En estos días es noticia que el rey emérito ha venido a pasearse por nuestro país, yo diría que a reírse y darnos un corte de mangas a casi todos los españoles –―digo casi todos porque él tiene amigos, y algunos súbditos―. Otra noticia de alcance es que la ultraderechista Olona ha hecho como muchos padres cuando tienen que escoger centro educativo para sus hijos: falsean la residencia, se empadronan fraudulentamente, lo cual tiene consecuencias administrativas obvias, al igual que los que hacen trampas en la declaración de hacienda.
Como todo no puede ser política, tenemos una ola de calor que ha saltado a las primeras páginas de los periódicos y a los titulares de cabeceras de los informativos. Lo último es la viruela del mono, una enfermedad que ha sacado de la oficina para llevarlo otra vez a la tele al singular Fernando Simón, que nos previene de una nueva calamidad.
Son noticias, importantes, sin duda. Cada una de ella nos han preocupado, alarmado, concentrado y, sobre todo, nos han procurado información que masticamos con avidez, compulsivamente hasta que pasamos página.
No he hecho el estudio, no sé exactamente que nos diría la gente y, posiblemente, a pesar de todo, cada uno en su marco conceptual tendría toda la razón en cada una de esas noticias puesto que son las que los medios nos ofrecen y que nosotros replicamos sin pestañear en nuestro cerebro, en nuestras conversaciones, en nuestras preocupaciones. Así todo.
Desde hace alguna que otra semana me ha ocurrido, no sé si a vosotros también, que más de una persona me ha preguntado, así como de pasada, como el que pregunta a un conocido por un pariente lejano del que no sabemos nada hace tiempo pero que en ese momento nos ha venido a visitarnos en el córtex frontal. “Oye, ¿se sabe algo de la guerra? ¿Cómo va la guerra? Hace días que no dicen nada”. A mí me ha ocurrido y me he puesto triste, he pensado lo miserable que somos, de lo rápido que nos comemos la vida, la nuestra y la de los demás. Dicen los especialistas: “es que las noticias se consumen muy rápido, una noticia es sepultada por otra noticia. Estamos en la tiranía de lo inmediato”. Y yo cuando escucho esto me siento aún más triste porque directamente la guerra ya no es un enfrentamiento bélico en el que están matando a niños, hombres y mujeres, están destrozando pueblos y ciudades, quitando la esperanza de futuro de tanta gente. La guerra ahora es una noticia, solo una noticia y si no hay escalada de la propia noticia, por ejemplo, si ayer mataron a cincuenta personas, hoy no habrá noticia si no han matado a quinientas.
La sangre derramada ya solo es una estadística, como lo fueron los sirios y tantas personas destrozadas.
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