Este mes de agosto lo vamos a recordar. Lo que parecía una conmemoración más de su asesinato, ha traído una novedad: el ataque furibundo, incluso desde ámbitos institucionales, de algunos elementos de la derecha al Padre de la Patria Andaluza. A pesar de que rápidamente estas agresiones han sido convenientemente respondidas desde la familia y la Fundación Blas Infante, considero que a las personas que llevamos algún tiempo dedicado al estudio de este político, nos queda hacer una rápida valoración de lo sucedido en estos últimos diez días.
En primer lugar, era previsible, más tarde o más temprano, que desde la ultraderecha andaluza se usara el acto del 10 de agosto para decir todo lo que vienen pensando desde hace años sobre el casereño. Han pretendido desacreditar su pensamiento y obra, además de despojarlo de su reconocimiento institucional más significativo. Con las redes sociales como herramienta, ha sido indignante, por un lado, pero curioso por otro, cómo personajes a los que supone cierta preparación, como por ejemplo un concejal de Sevilla, comete errores históricos sobre Infante, quizá a sabiendas, o simplemente por absoluta ignorancia mezclada con petulancia y soberbia.
Lo califica de separatista. Pero, oiga, con sus citas y todo. Dándoselas de pseudointelectualoide. Imagino su cara de gozo y engreimiento, cuando las escribió. Creía que acertaba y quedaba como su Dios. Sin embargo, las citas se les vuelven en contra y revelan su ignorancia y, por tanto, la osadía de escribir públicamente sobre algo de lo que no tiene ni puñetera idea. Los que hemos leído de verdad a Infante, sabemos de sobra lo que significa esa frase. Léalo. Matricúlese en un congreso de la Fundación y aprenderá. Porque ahora no le vamos a dar el título de conocedor en Infante sin asistir a clase. Igual le sucede con las referencias al Islam… Haga lo mismo.
Pero dejemos esos ejemplos de ignorantes, quienes al fin al cabo se aprovechan del vacío informativo de agosto para en este caso perder votos y su ya de por sí escasa credibilidad, y sigamos profundizando en el asunto. Decíamos que era de prever. Efectivamente, estos ataques han sido el resultado de algo que se ha venido gestando desde hace tiempo. El descrédito de la figura de Infante viene de lejos. Desde hace años la Fundación que lleva su nombre sobrevive con prácticamente nula financiación. Sus patronos y empleados hacen verdaderos esfuerzos de todo tipo para mantener dignamente sus actividades. Y si cortas el suministro económico a la principal responsable de la difusión de sus ideas, desactivas el personaje.
Aún hay más. Desde hace años, Blas Infante escalda como el agua hirviendo. Para unos escuece porque le sonaba a rancio, a viejo, a pasado de moda. Creen que a los andaluces sólo les importa el Futuro. Así: futuro con mayúsculas. Aún recuerdo las palabras pronunciadas en público por el último diputado andalucista por Málaga, cuando definía a los investigadores de Infante como obsesionados por el “blasinfantilismo”. Obviamente, obtuvo el desprecio del silencio. No sabía que si eres andalucista necesitas un referente, un artífice, una ideología. Si no la tienes, si la desechas, te quedas desnudo. En este caso, te quedas sin tu puesto de diputado. Recuerdo las palabras vacías, llenas de letras sin sentido que, ordenadas adecuadamente, servían para vender la moto del programa electoral del partido de turno. Recuerdo las otras notas de prensa del parlamento de donde se ha copiado la de este año. Cómo se censuran artículos en webs incluso andaluzas sobre este tema porque saben a rancio… Qué bueno es el refranero: de esos polvos bajan estos lodos.
Tomemos nota de lo que ha ocurrido durante estos días de agosto de 2019. Quizá el fuego se haya apagado ya. Pero probablemente este salto cualitativo en el intento de desprestigiar a Infante sea un paso más, decidido, intencional, encaminado no sólo a la destrucción del símbolo que representa —el pensamiento y la obra del político andaluz— sino también a desactivar nuestro autogobierno.
Nos quedan en el 4 de diciembre y el 28 de febrero. Veremos cómo éstos han cogido impulso y van a por esas manifestaciones de expresión política libre de los andaluces. Nos acordaremos de lo contentos que estaban nuestros dirigentes socialistas incluyendo nuestra cultura en las escuelas sólo con la potentísima seña de identidad del “desayuno andaluz”. Qué útil es el refranero…
Manuel Hijano del Río es profesor de Historia de la Universidad de Málaga.