Ojalá ERC rectifique su posición en contra de convalidar la reforma laboral pactada a tres, gobierno, sindicatos, patronal. No parece que lo vaya a hacer. Ha vuelto el Rufián de las treinta monedas, la ERC que por un cabreo de chiquillería votó en contra de la cuarta prórroga del estado de alarma en uno de los momentos sanitarios más dramáticos.
Esta reforma laboral es la primera, desde el primer Estatuo de los Trabajadores que invierte el proceso de degradación de derechos laborales y fuerza sindical. Una degradación buscada por el bipartidismo del 78 y particularmente por el PSOE de Felipe González. Desde las primeras modificaciones del estatuto de derechos laborales, algunas de las cuales se hicieron a pesar de huelgas generales, la legislación laboral española tocó fondo con la pérdida de derechos de la dura reforma laboral de Rajoy. El entonces ministro de economía, Guindos, dijo de ella en Europa que era "extremadamente agresiva".
Esta reforma pactada pone fin a decenios de precarización laboral, camuflada con la economía del crédito expansivo, la que hizo crack abriendo la etapa neoliberal con la reforma bipartidista del artículo 135 de la CE para garantizar el salvamento del IBEX y la banca. Pero lo más importante es que revitaliza el movimiento sindical, imprescindible en una sociedad democrática, un sindicalismo que venía siendo atacado sistemáticamente por la Brunete mediática del capital.
La izquierda que dramatiza, y se opone, a la reforma laboral de Yolanda Diaz, que se aprobará con los votos decadentes de Ciudadanos, y con otros votos que sí están leyendo el momento histórico, se equivoca de todas todas. Es la izquierda del cuanto pero mejor que acaba siempre en el margen de la historia democrática. La reforma recupera derechos, fortalece enormemente la capacidad de negociación sindical, ataca la precariedad y marca el camino de la estabilidad laboral, permitirá subir salarios y ampliar derechos.
Con esta reforma se gana la posición a la derecha española, se manda un mensaje de solidez gubernamental a Europa, y se embarca a la patronal en un proyecto de país no unilateral.
Lo importante es que se apruebe, tomar posiciones para seguir avanzando. El desgaste lo van a sufrir quienes no ayuden a consolidar avances que, sin ser todos los que querríamos, tienen trascendencia vital sobre el mundo del trabajo y trascendencia política de calado estratégico.
Y, sí, es la reforma laboral de la ministra Yolanda Díaz porque es la reforma laboral posible de todo un país, una ministra que ha demostrad, como nunca en la etapa democrática española, de parte de quien está, a quién defiende y que nunca ha olvidado para qué la votamos.
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