“Los maestros de todos los tiempos y lugares no podrían tener un mejor patrón que él”, declaró el Papa Pío XII solo 50 años después de su canonización. Giovanni Battista encontró la inspiración en su familia: primogénito de 10 hijos, quedó huérfano de ambos padres a los 21 años.
Estudió en el seminario y, al mismo tiempo cuidó a sus hermanos, circunstancia que lo le impidió hacer la profesión de sus votos religiosos y obtener su doctorado en teología de manera brillante.
El arzobispo de Reims le asigna diversos encargos a Juan Bautista y comienza a cuidar la educación de los jóvenes. Ofrece una primera regla de vida que comenzó a escribir en 1685. Casi diez años después fue elegido superior de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, la congregación que fundó después de ese primer experimento.
Nace así la primera congregación formada completamente por maestros varones que permanecen laicos, porque él quiere que sean capaces de instruir no solo en la fe, sino también en el conocimiento y las profesiones.
Escuelas vespertinas y dominicales para jóvenes trabajadores
Con ellos alcanza algunos objetivos pedagógicos importantes: le da importancia al método simultáneo en la enseñanza primaria que será gratuita en las escuelas fundadas por él; organiza escuelas vespertinas y dominicales para jóvenes trabajadores e inventa al antepasado de la enseñanza moderna en los campos técnico, comercial y profesional.
El santoral de este lunes recuerda también a san Aiberto, monje y presbítero del siglo XII; san Caliopio, mártir del siglo IV; san Hegesipo, escritor e historiador cristiano del siglo II; san Hermano José, presbítero y monje del siglo XIII y san Jorge de Lesbos, obispo del siglo IX.