San Damián nació como Jozef De Veuster el 3 de enero de 1840 en Tremelo, una pequeña localidad rural en Bélgica. Era el séptimo de ocho hijos en una familia profundamente católica de agricultores. Desde joven se sintió atraído por la vida religiosa y, a los 19 años, ingresó a la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, donde tomó el nombre religioso de Hermano Damián.
En 1863, su hermano mayor, que también era religioso, fue destinado como misionero a las islas Hawai, pero al enfermar, Damián se ofreció voluntario para ocupar su lugar. A los 23 años, llegó a Honolulu y fue ordenado sacerdote poco después. Durante los primeros años, trabajó como misionero rural, visitando a comunidades dispersas en las distintas islas.
A mediados del siglo XIX, una epidemia de lepra azotaba Hawai. Por temor al contagio, el gobierno decidió confinar a los enfermos en la aislada península de Kalaupapa, en la isla de Molokai. Allí eran abandonados, sin condiciones sanitarias, atención médica ni esperanza. La colonia se convirtió en un infierno olvidado por todos. En 1873, el obispo pidió voluntarios para servir en Molokai. El padre Damián fue el primero en alzar la mano.
Vivía como uno más de ellos, compartía la comida, vendaba heridas, abrazaba sin temor. En 1885, luego de 12 años de servicio, contrajo lepra, tal como muchos habían temido. En lugar de abandonar la misión, continuó trabajando, ahora como uno más de los enfermos.
San Damián de Molokai es hoy patrono de los leprosos, los marginados y los enfermos de SIDA. También es un referente moral y espiritual para médicos, misioneros y todos aquellos que se dedican al cuidado de los olvidados por la sociedad.
Además, la Iglesia recuerda hoy a:
- San Abundio de Roma
- San Crescente de Mira
- San Marón de Piceno
- San Ortario de Landelles
- San Pausilipo
- Santa Potenciana
- San Teodoro
- Beato César de Bus