Vicente Ferrer, de la Orden de Predicadores, fue un dominico español que destacó como taumaturgo, predicador y filósofo. Como escritor forma parte del Siglo de Oro Valenciano. Sus viajes de predicación le granjearon el aprecio de la población de distintas regiones de Europa.
En 1367 Vicente tomó el hábito dominicano. Realizó sus estudios en Barcelona y desde entonces ya era reconocido como gran predicador. Fue ordenado presbítero en 1379 y regresó a su convento en Valencia. Fue elegido Prior en un difícil contexto: la Peste negra, la relajación espiritual de muchos religiosos y el cisma de occidente.
En 1386 empezó una intensa labor en Valencia. Era catedrático de Teología, predicador, confesor y consejero. Fue reconocido como Maestro en Sagrada Teología. En 1394 Benedicto XIII, el Papa de Aviñón, lo llamó para ser su confesor y asesor diplomático.
Durante el gran Cisma de Occidente que comenzó en 1378, san Vicente Ferrer trabajó intensamente por la unidad de la Iglesia y la mejora de las costumbres. Murió mientras viajaba y fue canonizado en 1458 por Calisto III.
Hijo de un notario público valenciano
Hijo de un notario público valenciano, su madre tuvo un sueño sobre su futura grandeza aún antes de que naciera. A los 17 años ingresó en la Orden Dominicana. Después de su formación, enseñó lógica, filosofía y teología en la universidad y comenzó a colaborar con el cardenal aragonés Pedro de Luna.
Además de recordar este 5 de abril a San Vicente Ferrer, el santoral católico honra también a otros religiosos relevantes. Esta es la lista completa, santos Alberto de Montecorvino, san Geraldo abad, santa Catalina Tomás, santa Ferbuta, santa Irene, santa Juliana de Mont-Cornillon y eata María Crescencia Höss y Virgen de las Alegrías, Emilia e Irene.