Signifique lo que signifique, hubo quien dijo que si este Lunes Santo se levantaba, sería gracias a San Gonzalo. Y vaya si ha ocurrido. Porque Sevilla estaba sumida en las tinieblas -en las nubes, las borrascas- cuando las miradas iban para el Barrio León. Las dos primeras de la mañana, Santa Genoveva y San Pablo, dos hermandades de barrio, periféricas, asumían que para un largo trayecto no habría refugio, ni más posible postergación horaria, y que había que decir que no. La tarde apuntaba a abrirse.
Aún llovía cuando comunicaban San Gonzalo, como La Redención, el Beso de Judas, abriéndose camino desde Santiago a la Carrera Oficial.

Cuando llegaban las hermandades a Campana, aún las sillas estaban empapadas. Pero es que, por algo, signifique lo que signifique, la gente ya sabía que hoy sí pasarían más cosas, y que no se iba a torcer el Lunes como se había torcido el Domingo de Ramos.
Alguno lo habrá visto, aunque no ha sido fácil de captar, el arcoíris. Porque los charcos y el sol que en algunos minutos se ha abierto, lo suelen traer. Como si alguien hubiera dicho "no os preocupéis", los pasos han tomado la calle y por momentos ya nadie miraba al cielo.
Además, tanto la Redención como San Gonzalo tenían paseos por calles abiertas donde el cielo se hacía evidente, a veces incluso, en algún encuadre, sin una sola nube. Ver para creer. Y para disfrutar quien se deja llevar por la imagen.
Así, el tradicional camino del arrabal al centro, de Triana a Sevilla, ha podido presenciarse con un juego de colores al paso del Barrio León, con su estilo propio tan trianero, y como dicen como frase hecha, por derecho.
En calle Imagen, el Rocío de La Redención buscaba la Campana junto a las Setas -símbolo de Sevilla, signifique lo que signifique- trayendo la normalidad.
Pasadas las seis, aún con luz en la calle, las cruces de guía asomaban para Las Aguas y Santa Marta. Entonces, aun sin San Pablo y sin el Cautivo, ya era más que Lunes Santo en Sevilla. El Museo no faltaría, ni Vera Cruz ni Las Penas. De túnicas negras y de marchas de arrabal, el día que todos imaginaban pero muchos no esperaban, se cumplía.