
Cualquier sitio es bueno para presumir.
El Real del González Hontoria se convierte en una auténtica pasarela de moda, tanto para hombres como mujeres. Ellas, especialmente en este día de la mujer, lucen con estilo sus mejores galas, donde el traje de flamenca es el rey.

El punto violeta.
El Punto Violeta, estos días atrás, ha sido una furgoneta blanca que abría a partir de cierta hora de la noche. Hoy, por ser el Día de la Mujer en la Feria de Jerez, el Punto Violeta ha montado una carpa en la entrada de la Feria y han estado repartiendo cintas para el cuello y protectores de vasos.

Antes muerta que sencilla.
Cualquier momento es bueno para arreglarse. En la foto podemos ver a una de las mujeres que llevan carros durante la Feria, arreglándose a mediodía, preparándose para un largo día de trabajo en la Feria de Jerez.

El photocall no oficial.
Las botas de González Byass, alrededor de las rotondas que conforman las calles de El Real de la Feria, son utilizadas como photocall en este día tan especial. Son el sitio perfecto para llevarse un recuerdo a casa de la visita a la Feria. Son muchas las que se fotografían, ya sea en grupo o de forma individual.

Paseo previo a la comida.
Antes de ir a comer, es un buen momento para dar una vueltecita en carruaje y disfrutar de la Feria desde un punto de vista muy diferente al que estamos acostumbrados a ver.

Grupitos mixtos.
Disfrutar de la Feria en buena compañía. Son muchos los grupos mixtos que se ven por la Feria: grupitos de amigas y amigos que disfrutan de la Feria del Caballo. Pero, sin dudarlo, hoy ellas son las protagonistas del día.

Dos amigas en el Real.
Marina y Paula son dos amigas que, como cada año, no pueden faltar a su cita con la Feria de Jerez. Ambas, con 27 y 28 años respectivamente, vienen de localidades cercanas: Paula del Puerto de Santa María y Marina de Chipiona. Para ellas, este evento no es solo una fiesta más, sino una tradición que las une desde hace años. "Nuestra feria favorita es la de Jerez. Para nosotras, es como nuestra 'universidad', un momento que esperamos todo el año", comenta Marina, a lo que Paula añade: "Es nuestra Semana Blanca, un tiempo para disfrutar y desconectar". En el Día de la Mujer, se sienten especialmente protagonistas, rodeadas de amigas y el ambiente festivo que caracteriza a la feria.
Ambas han sido amigas desde hace mucho tiempo, una amistad forjada en la piscina, ya que se conocieron a través de la natación. "Nos conocemos de toda la vida y cada miércoles venimos a la Feria", explica Paula, quien enfatiza lo especial que es compartir este momento con quienes han sido sus compañeras durante tantos años. Hoy, con un grupo de seis amigas, disfrutan de un día lleno de risas, fotos y recuerdos. "Nos encanta sacar fotos en las botas de González Byass, es como una tradición. Es nuestro pequeño ritual", dice Marina. Así, entre risas y charlas, Paula y Marina continúan creando recuerdos en la feria, un lugar que sigue siendo parte fundamental de su vida.

Amigas en la Feria del Caballo.
Sandra y Leticia, con 28 y 29 años respectivamente, nos cuentan cómo viven la Feria de Jerez de una manera especial, marcada por la tradición y la amistad. Sandra, que actualmente vive en Asturias, ha regresado a su ciudad natal para disfrutar de las fiestas. "Sí, vengo a pasar la feria con mis amigas. Aunque ahora viva en Asturias, todos los años trato de regresar para no perderme esta cita tan especial", explica Leticia. Sandra, por su parte, es una habitual de la feria. "Siempre vengo los miércoles a comer con mis amigas, es una tradición que no cambiamos. Y más aún, por el Día de la Mujer", comenta con una sonrisa.
El grupo de amigas, que suele ser grande, hoy está formado por seis personas, pero a lo largo de la jornada se irán sumando más. "Es complicado que todos podamos coincidir, pero siempre nos reunimos, aunque sea para comer", dice Leticia. Ambas comparten una amistad que viene de años atrás, forjada en la piscina. "Nos conocemos de natación, de toda la vida", aseguran al unísono. Así, entre risas y recuerdos, Sandra y Leticia siguen disfrutando de la feria, donde la tradición y las amistades de siempre se convierten en una parte fundamental del Día de la Mujer en la Feria de Jerez.

Las mujeres a caballo.
Ya sea vestidas de gitana o de amazona, las mujeres en la Feria de Jerez no solo se destacan por sus trajes de flamenca, sino también por su elegancia al montar a caballo. Mientras que el traje tradicional de flamenca es el más común, muchas mujeres eligen una opción diferente y se muestran con la vestimenta de amazona, una alternativa que les permite disfrutar de la feria de una manera única y sofisticada. Montar a caballo es una de las experiencias más emblemáticas de esta fiesta, y lo hacen con una gracia que resalta aún más el espíritu ecuestre de Jerez.

Una de ellas tiene una sorpresa.
Cuatro de las seis amigas que conforman el grupo se encuentran reunidas en pleno corazón de la Feria de Jerez, disfrutando del ambiente festivo y de la compañía mutua. A lo largo de la tarde, más se irán sumando, pero justo antes de marcharse, deciden inmortalizar el momento con una foto todas juntas. Con sonrisas y una gran alegría, una de ellas, con emoción, muestra un anillo. “¡Me caso!”, exclama entre risas y abrazos, y sus amigas, entre gritos de júbilo, celebran la noticia con entusiasmo. La emoción llena el aire mientras se despiden, no sin antes dejar que el brillo del anillo y la felicidad compartida resplandezcan, antes de seguir con la fiesta, rodeadas de amigos, alegría y muchas más tradiciones de la Feria.

Entre caballos, ruido y fotos
Carolina, Francisca, Teresa, Herminia, Maricarmen y Mati forman un grupo de amigas que, como cada año, no faltan a su cita con la Feria de Jerez. Estas amigas, todas procedentes de diferentes lugares, como Mallorca y Granada, se reúnen cada año para celebrar el Día de la Mujer. “Venimos todos los años, pero especialmente el Día de la Mujer. Aunque el trabajo a veces nos lo pone difícil, siempre hacemos lo posible por estar aquí juntas", comenta Carolina, mientras se le une el resto del grupo.

De Mallorca y Granada.
El lazo entre ellas va más allá de la amistad. Todas comparten la pasión por el baile, especialmente por las sevillanas. “Bailamos juntas en clase de sevillanas, y además, trabajamos juntas”, explica Teresa. Aunque tienen diferentes orígenes, la conexión que han forjado durante estos años, tanto en su trabajo como en sus clases de baile, les permite disfrutar de la feria al máximo. Este miércoles, entre risas y alegría, se preparan para seguir disfrutando del ambiente único de la Feria, buscando el momento perfecto para una foto que capture la esencia de su amistad y tradición, mientras siguen celebrando juntas la magia de la Feria de Jerez.

Gente joven en el Real.
En pleno corazón de la feria, entre farolillos y risas, un grupo de adolescentes se deja llevar por el ambiente festivo que inunda el recinto. Marisa Periñón, Ana Prieto, Lucía Vázquez, José Sumariva y Amalia Uenio —que entre bromas y voces gastadas intenta repetir su nombre— posan sonrientes, listos para disfrutar de la tarde-noche. “Hemos venido a echar la tarde”, comenta uno entre carcajadas, mientras otra voz corrige: “La tarde-noche, mejor dicho”. El calor del albero y el sonido de las palmas invitan al baile, y ellos no piensan desaprovecharlo.
Cuando se les pregunta si van a bailar sevillanas, la respuesta es un rotundo y entusiasta “¡Claro, claro!”. Con abanicos en mano y el ritmo marcado por una guitarra cercana, aseguran que lo suyo es disfrutar sin medida. “Esto es diferente”, dice uno de ellos con una sonrisa que no se borra, dejando entrever que, para este grupo, la feria no es solo una tradición: es una celebración compartida que une, incluso cuando las voces fallan y los nombres se entrecruzan entre risas.

Un grupo de amigas jerezanas.
Bajo el sol amable de la tarde en la Feria de Jerez, Isabel, Sara, Fernanda, Olga, Paula y María García se presentan como un grupo inseparable de amigas jerezanas. Entre risas y farolillos, comparten su rutina feriante con naturalidad: “El miércoles siempre nos venimos”, dice una, mientras otra bromea con la confusión típica de estos días de fiesta. Lo cierto es que su plan es claro: acudir un día sí y otro no, “para recuperar”, explican entre carcajadas, conscientes de que la Feria se disfruta mejor con pausas calculadas.
“Esque si no, ya el cuerpo...”, remata una, mientras el resto asiente con la sabiduría de quien lleva años repitiendo el ritual. Vestidas con trajes de flamenca que, aunque reutilizados, lucen impecables, aseguran que en la feria todo se aprovecha: el tiempo, las ganas y hasta los volantes. Su presencia es prueba de que la feria no solo es fiesta, sino también tradición, amistad y esa alegría contagiosa que sólo se encuentra entre amigas de toda la vida.

Pasear a caballo.
Montar a caballo es un lujo en cualquier contexto, pero hacerlo en la Feria de Jerez se convierte en una experiencia única, cargada de tradición y elegancia. Jinetes y amazonas recorren el Real con paso firme, algunos luciendo trajes de corto impecables, otros con mantones y sombreros de ala ancha, formando parte de un espectáculo que es tan visual como cultural. La conexión entre caballo y jinete, el ritmo pausado del paseo y la admiración de los asistentes convierten esta costumbre en uno de los grandes atractivos de la feria.

A la sombra.
Pocos son los lugares que ofrecen un respiro a la sombra en la Feria de Jerez, donde el sol aprieta con fuerza y la jornada se alarga hasta bien entrada la noche. Una de las opciones más buscadas es el interior de las casetas, aunque, debido a la gran afluencia de público, muchas veces el calor humano convierte ese refugio en un espacio aún más sofocante que la calle. Otra alternativa muy codiciada es la sombra del gran platanero que se encuentra frente a la caseta de González Byass, cuyo follaje generoso ofrece una sombra amplia pero siempre disputada. Tampoco falta quien se acomoda en la rotonda de las palmeras, otro de los escasos oasis del recinto.
Para quienes no logren hacerse con ninguno de estos codiciados espacios, la mejor opción es la más práctica: llevar sombrilla propia y protegerse bien del sol. Gorras, abanicos, gafas de sol y botellas de agua fría se convierten en imprescindibles para aguantar el ritmo feriante sin perder la sonrisa. Porque en la Feria de Jerez, el calor no detiene la fiesta, pero una buena sombra siempre se agradece.

El paseo de la tarde.
Los carros de caballos, engalanados para la ocasión, recorren las avenidas principales repletos de personas que disfrutan del paseo más tradicional de la jornada. La imagen se repite una y otra vez: grupos de mujeres vestidas de flamenca, con flores en el pelo y abanico en mano, ocupan los carruajes hasta el último asiento. En algunos, menos frecuentes, se ve también a grupos compuestos solo por hombres, todos sonrientes y brindando al paso del gentío.
A medida que el sol comienza a esconderse y la luz dorada de la tarde acaricia los volantes y los sombreros, el ambiente adquiere un tono más pausado pero igual de festivo. Poco queda ya para que finalice el paseo de caballos, uno de los momentos más esperados por jerezanos y visitantes. Es el cierre simbólico de la parte más solemne de la feria, y el preludio perfecto para lo que vendrá después: la música, el baile y la larga noche de caseta en caseta, donde la alegría no conoce descanso.

El ultimo retrato.
Ellas son Yanira, Macarena y Estrella, este año han decidido lucir trajes nuevos en la Feria de Jerez. Para Estrella, además, es una ocasión especial: es el primer traje de flamenca que se confecciona ella misma. “Estoy muy contenta con cómo ha quedado”, confiesa con una sonrisa, mientras ajusta los volantes con orgullo. Las tres han elegido pasar la tarde en la zona de los cacharritos, ese rincón lleno de luces y nostalgia que nunca falla.
Durante el día, el calor ha sido intenso, pero al caer la tarde el ambiente se vuelve más agradable. “Por eso hemos venido a esta hora”, explica Macarena, mientras observa cómo se encienden las primeras luces del recinto. El cambio de temperatura trae consigo una nueva energía: más tranquila, más familiar, ideal para pasear, reír y dejarse llevar por el encanto de una feria que sigue viva hasta la última hora.

Cualquier sitio es bueno para presumir.
El Real del González Hontoria se convierte en una auténtica pasarela de moda, tanto para hombres como mujeres. Ellas, especialmente en este día de la mujer, lucen con estilo sus mejores galas, donde el traje de flamenca es el rey.

El punto violeta.
El Punto Violeta, estos días atrás, ha sido una furgoneta blanca que abría a partir de cierta hora de la noche. Hoy, por ser el Día de la Mujer en la Feria de Jerez, el Punto Violeta ha montado una carpa en la entrada de la Feria y han estado repartiendo cintas para el cuello y protectores de vasos.

Antes muerta que sencilla.
Cualquier momento es bueno para arreglarse. En la foto podemos ver a una de las mujeres que llevan carros durante la Feria, arreglándose a mediodía, preparándose para un largo día de trabajo en la Feria de Jerez.

El photocall no oficial.
Las botas de González Byass, alrededor de las rotondas que conforman las calles de El Real de la Feria, son utilizadas como photocall en este día tan especial. Son el sitio perfecto para llevarse un recuerdo a casa de la visita a la Feria. Son muchas las que se fotografían, ya sea en grupo o de forma individual.

Paseo previo a la comida.
Antes de ir a comer, es un buen momento para dar una vueltecita en carruaje y disfrutar de la Feria desde un punto de vista muy diferente al que estamos acostumbrados a ver.

Grupitos mixtos.
Disfrutar de la Feria en buena compañía. Son muchos los grupos mixtos que se ven por la Feria: grupitos de amigas y amigos que disfrutan de la Feria del Caballo. Pero, sin dudarlo, hoy ellas son las protagonistas del día.

Dos amigas en el Real.
Marina y Paula son dos amigas que, como cada año, no pueden faltar a su cita con la Feria de Jerez. Ambas, con 27 y 28 años respectivamente, vienen de localidades cercanas: Paula del Puerto de Santa María y Marina de Chipiona. Para ellas, este evento no es solo una fiesta más, sino una tradición que las une desde hace años. "Nuestra feria favorita es la de Jerez. Para nosotras, es como nuestra 'universidad', un momento que esperamos todo el año", comenta Marina, a lo que Paula añade: "Es nuestra Semana Blanca, un tiempo para disfrutar y desconectar". En el Día de la Mujer, se sienten especialmente protagonistas, rodeadas de amigas y el ambiente festivo que caracteriza a la feria.
Ambas han sido amigas desde hace mucho tiempo, una amistad forjada en la piscina, ya que se conocieron a través de la natación. "Nos conocemos de toda la vida y cada miércoles venimos a la Feria", explica Paula, quien enfatiza lo especial que es compartir este momento con quienes han sido sus compañeras durante tantos años. Hoy, con un grupo de seis amigas, disfrutan de un día lleno de risas, fotos y recuerdos. "Nos encanta sacar fotos en las botas de González Byass, es como una tradición. Es nuestro pequeño ritual", dice Marina. Así, entre risas y charlas, Paula y Marina continúan creando recuerdos en la feria, un lugar que sigue siendo parte fundamental de su vida.

Amigas en la Feria del Caballo.
Sandra y Leticia, con 28 y 29 años respectivamente, nos cuentan cómo viven la Feria de Jerez de una manera especial, marcada por la tradición y la amistad. Sandra, que actualmente vive en Asturias, ha regresado a su ciudad natal para disfrutar de las fiestas. "Sí, vengo a pasar la feria con mis amigas. Aunque ahora viva en Asturias, todos los años trato de regresar para no perderme esta cita tan especial", explica Leticia. Sandra, por su parte, es una habitual de la feria. "Siempre vengo los miércoles a comer con mis amigas, es una tradición que no cambiamos. Y más aún, por el Día de la Mujer", comenta con una sonrisa.
El grupo de amigas, que suele ser grande, hoy está formado por seis personas, pero a lo largo de la jornada se irán sumando más. "Es complicado que todos podamos coincidir, pero siempre nos reunimos, aunque sea para comer", dice Leticia. Ambas comparten una amistad que viene de años atrás, forjada en la piscina. "Nos conocemos de natación, de toda la vida", aseguran al unísono. Así, entre risas y recuerdos, Sandra y Leticia siguen disfrutando de la feria, donde la tradición y las amistades de siempre se convierten en una parte fundamental del Día de la Mujer en la Feria de Jerez.

Las mujeres a caballo.
Ya sea vestidas de gitana o de amazona, las mujeres en la Feria de Jerez no solo se destacan por sus trajes de flamenca, sino también por su elegancia al montar a caballo. Mientras que el traje tradicional de flamenca es el más común, muchas mujeres eligen una opción diferente y se muestran con la vestimenta de amazona, una alternativa que les permite disfrutar de la feria de una manera única y sofisticada. Montar a caballo es una de las experiencias más emblemáticas de esta fiesta, y lo hacen con una gracia que resalta aún más el espíritu ecuestre de Jerez.

Una de ellas tiene una sorpresa.
Cuatro de las seis amigas que conforman el grupo se encuentran reunidas en pleno corazón de la Feria de Jerez, disfrutando del ambiente festivo y de la compañía mutua. A lo largo de la tarde, más se irán sumando, pero justo antes de marcharse, deciden inmortalizar el momento con una foto todas juntas. Con sonrisas y una gran alegría, una de ellas, con emoción, muestra un anillo. “¡Me caso!”, exclama entre risas y abrazos, y sus amigas, entre gritos de júbilo, celebran la noticia con entusiasmo. La emoción llena el aire mientras se despiden, no sin antes dejar que el brillo del anillo y la felicidad compartida resplandezcan, antes de seguir con la fiesta, rodeadas de amigos, alegría y muchas más tradiciones de la Feria.

Entre caballos, ruido y fotos
Carolina, Francisca, Teresa, Herminia, Maricarmen y Mati forman un grupo de amigas que, como cada año, no faltan a su cita con la Feria de Jerez. Estas amigas, todas procedentes de diferentes lugares, como Mallorca y Granada, se reúnen cada año para celebrar el Día de la Mujer. “Venimos todos los años, pero especialmente el Día de la Mujer. Aunque el trabajo a veces nos lo pone difícil, siempre hacemos lo posible por estar aquí juntas", comenta Carolina, mientras se le une el resto del grupo.

De Mallorca y Granada.
El lazo entre ellas va más allá de la amistad. Todas comparten la pasión por el baile, especialmente por las sevillanas. “Bailamos juntas en clase de sevillanas, y además, trabajamos juntas”, explica Teresa. Aunque tienen diferentes orígenes, la conexión que han forjado durante estos años, tanto en su trabajo como en sus clases de baile, les permite disfrutar de la feria al máximo. Este miércoles, entre risas y alegría, se preparan para seguir disfrutando del ambiente único de la Feria, buscando el momento perfecto para una foto que capture la esencia de su amistad y tradición, mientras siguen celebrando juntas la magia de la Feria de Jerez.

Gente joven en el Real.
En pleno corazón de la feria, entre farolillos y risas, un grupo de adolescentes se deja llevar por el ambiente festivo que inunda el recinto. Marisa Periñón, Ana Prieto, Lucía Vázquez, José Sumariva y Amalia Uenio —que entre bromas y voces gastadas intenta repetir su nombre— posan sonrientes, listos para disfrutar de la tarde-noche. “Hemos venido a echar la tarde”, comenta uno entre carcajadas, mientras otra voz corrige: “La tarde-noche, mejor dicho”. El calor del albero y el sonido de las palmas invitan al baile, y ellos no piensan desaprovecharlo.
Cuando se les pregunta si van a bailar sevillanas, la respuesta es un rotundo y entusiasta “¡Claro, claro!”. Con abanicos en mano y el ritmo marcado por una guitarra cercana, aseguran que lo suyo es disfrutar sin medida. “Esto es diferente”, dice uno de ellos con una sonrisa que no se borra, dejando entrever que, para este grupo, la feria no es solo una tradición: es una celebración compartida que une, incluso cuando las voces fallan y los nombres se entrecruzan entre risas.

Un grupo de amigas jerezanas.
Bajo el sol amable de la tarde en la Feria de Jerez, Isabel, Sara, Fernanda, Olga, Paula y María García se presentan como un grupo inseparable de amigas jerezanas. Entre risas y farolillos, comparten su rutina feriante con naturalidad: “El miércoles siempre nos venimos”, dice una, mientras otra bromea con la confusión típica de estos días de fiesta. Lo cierto es que su plan es claro: acudir un día sí y otro no, “para recuperar”, explican entre carcajadas, conscientes de que la Feria se disfruta mejor con pausas calculadas.
“Esque si no, ya el cuerpo...”, remata una, mientras el resto asiente con la sabiduría de quien lleva años repitiendo el ritual. Vestidas con trajes de flamenca que, aunque reutilizados, lucen impecables, aseguran que en la feria todo se aprovecha: el tiempo, las ganas y hasta los volantes. Su presencia es prueba de que la feria no solo es fiesta, sino también tradición, amistad y esa alegría contagiosa que sólo se encuentra entre amigas de toda la vida.

Pasear a caballo.
Montar a caballo es un lujo en cualquier contexto, pero hacerlo en la Feria de Jerez se convierte en una experiencia única, cargada de tradición y elegancia. Jinetes y amazonas recorren el Real con paso firme, algunos luciendo trajes de corto impecables, otros con mantones y sombreros de ala ancha, formando parte de un espectáculo que es tan visual como cultural. La conexión entre caballo y jinete, el ritmo pausado del paseo y la admiración de los asistentes convierten esta costumbre en uno de los grandes atractivos de la feria.

A la sombra.
Pocos son los lugares que ofrecen un respiro a la sombra en la Feria de Jerez, donde el sol aprieta con fuerza y la jornada se alarga hasta bien entrada la noche. Una de las opciones más buscadas es el interior de las casetas, aunque, debido a la gran afluencia de público, muchas veces el calor humano convierte ese refugio en un espacio aún más sofocante que la calle. Otra alternativa muy codiciada es la sombra del gran platanero que se encuentra frente a la caseta de González Byass, cuyo follaje generoso ofrece una sombra amplia pero siempre disputada. Tampoco falta quien se acomoda en la rotonda de las palmeras, otro de los escasos oasis del recinto.
Para quienes no logren hacerse con ninguno de estos codiciados espacios, la mejor opción es la más práctica: llevar sombrilla propia y protegerse bien del sol. Gorras, abanicos, gafas de sol y botellas de agua fría se convierten en imprescindibles para aguantar el ritmo feriante sin perder la sonrisa. Porque en la Feria de Jerez, el calor no detiene la fiesta, pero una buena sombra siempre se agradece.

El paseo de la tarde.
Los carros de caballos, engalanados para la ocasión, recorren las avenidas principales repletos de personas que disfrutan del paseo más tradicional de la jornada. La imagen se repite una y otra vez: grupos de mujeres vestidas de flamenca, con flores en el pelo y abanico en mano, ocupan los carruajes hasta el último asiento. En algunos, menos frecuentes, se ve también a grupos compuestos solo por hombres, todos sonrientes y brindando al paso del gentío.
A medida que el sol comienza a esconderse y la luz dorada de la tarde acaricia los volantes y los sombreros, el ambiente adquiere un tono más pausado pero igual de festivo. Poco queda ya para que finalice el paseo de caballos, uno de los momentos más esperados por jerezanos y visitantes. Es el cierre simbólico de la parte más solemne de la feria, y el preludio perfecto para lo que vendrá después: la música, el baile y la larga noche de caseta en caseta, donde la alegría no conoce descanso.

El ultimo retrato.
Ellas son Yanira, Macarena y Estrella, este año han decidido lucir trajes nuevos en la Feria de Jerez. Para Estrella, además, es una ocasión especial: es el primer traje de flamenca que se confecciona ella misma. “Estoy muy contenta con cómo ha quedado”, confiesa con una sonrisa, mientras ajusta los volantes con orgullo. Las tres han elegido pasar la tarde en la zona de los cacharritos, ese rincón lleno de luces y nostalgia que nunca falla.
Durante el día, el calor ha sido intenso, pero al caer la tarde el ambiente se vuelve más agradable. “Por eso hemos venido a esta hora”, explica Macarena, mientras observa cómo se encienden las primeras luces del recinto. El cambio de temperatura trae consigo una nueva energía: más tranquila, más familiar, ideal para pasear, reír y dejarse llevar por el encanto de una feria que sigue viva hasta la última hora.