Los 55adictos tienen razones para estar un poco más felices. El emblemático local de la calle Chapinería, en el centro de Jerez, reabre este jueves sus puertas a las diez de la noche después de que haya permanecido clausurado durante casi once de los últimos catorce meses de pandemia. Durante este tiempo, los devotos del 55 Jazz Club, un oasis para la música alternativa en directo en la zona, casi como un club-caverna arrancado de cuajo del Greenwich Village de Manhattan y teletransportado a la ciudad del flamenco, han suplido la ausencia, mal que bien, con la lista en Spotify del garito y, especialmente, con sesiones en directo desde casa de algunos de los sospechosos habituales del local: las y los DJ Mrs. Purple, L-Nita, DivinoFino, Dr. Goldfoot o Dr. Mo.
Este jueves reabren con DJ Danny Boy y, lógicamente, hay muchas ganas de reencontrarse en un espacio que, vaciado de sus míticas aglomeraciones en la pista de baile y en su patio interior, ahora parece hasta más amplio. El propietario del 55, el jerezano Sergio Román, 40 años —“aunque no los aparente”—, está expectante. No es para menos. “Hemos estado haciendo malabares para sobrevivir en estos meses. Ha sido muy complicado, muy difícil, y gracias a la suerte hemos tenido posibilidad de llegar hasta aquí, pero tengo compañeros que se han quedado por el camino”, cuenta a lavozdelsur.es horas antes de un esperado reencuentro que, espera, venga para quedarse.
Después de apenas mes y medio abierto el pasado verano, “mejor habría sido haberlo dejado cerrado hasta ahora”. Y es que el sector del ocio nocturno es sin duda uno de los grandes damnificados de la crisis derivada de la pandemia. Las restricciones y los toques de queda eran incompatibles con defender este perfil de negocio. “He tenido la posibilidad de abrir antes, con restricciones, pero ya también era por un ejercicio de responsabilidad mantenernos cerrados. No podría haber vivido con la carga de que alguien se infectara aquí. Como hemos podido tirar para adelante, seguir cerrados era un acto de coherencia y responsabilidad. Todo el mundo no ha asumido eso, pero creo que era algo que teníamos que hacer”.
¿Y cómo se tira adelante con cargas y sin caja? “Esto se ha soportado tirando de ahorros, pidiendo un préstamo ICO y teniendo a la gente en ERTE…, porque ayudas, ayudas la verdad que han llegado pocas”. Los estragos del covid se dejarán notar, no obstante, en el regreso. De siete empleados antes de la pandemia, muchos ya pidieron baja voluntaria y se reincorporan solo tres. “Se ha notado el palo, se hacía pesado llevar todo para adelante”, lamenta Sergio, que durante muchos meses estuvo sin moratoria en el pago de hipoteca y pagando Seguros Sociales. Una losa inasumible para un local que es hermético, aislado acústicamente para que la música no salga al exterior.
Técnico instalador de telecomunicaciones, este empresario jerezano estuvo trece años trabajando fuera, “siempre en hostelería”: Inglaterra, Barcelona, Granada, Mallorca… Estando en Baleares se enteró que se traspasa el antiguo negocio que ocupaba el céntrico local y no se lo pensó. “Tenía también ganas de volver a casa”. Reorientó lo que era un bar de copas cargado de electrónica por un coqueto jazz club a la neoyorquina —da las gracias a su tío Andrés y a Rocío Purple por apretarle en la idea— donde manda la música negra, esa que guarda tantas conexiones con el flamenco. Blues, soul, funky y mucho jazz (todos los jueves música en directo) son los géneros más recurrentes en la banda sonora de un 55 que ahora espera aprovechar la reurbanización de Chapinería para sacar mesas a la calle “y poder abrir por la tarde”. Es una nueva luz al final de un túnel para un local convertido en referencia nacional, que cumplió una década en activo en enero del fatídico 2020 y que ahora regresa con las mejores vibraciones posibles.
“El 55 ha cogido una inercia con músicos y DJ que lo ha convertido en referencia nacional. Tenemos una clientela bastante hecha, viene gente de todos sitios y vienen a escuchar música. Y además —abunda Sergio— es muy guay que aquí se encuentre el empleado de banca con el punki, hay mucha variedad en la clientela y eso es complicado y bonito a la vez que se produzca”. La ruta alternativa de un viernes o sábado en el centro de Jerez pasaba por Damajuana, 55 y La Librería. Poco a poco se recupera la vieja normalidad de unos negocios que enriquecen la oferta de ocio y cultural de la ciudad con otra mirada más cosmopolita y menos el mismo rollo de siempre. “Espero que esto de la vacuna vaya rápido y podamos volver a la normalidad, con la gente bailando y disfrutando como siempre ha disfrutado de esto”, desea Sergio, que sí tendrá que aguardar algo más a volver a la Feria del Caballo.
Al frente de Los Andaluces —la caseta de IU— llevaba seis años hasta que irrumpió el maldito virus. Allí había conseguido trasladar la atmósfera y el ambiente del 55 a dos módulos en el Real del González Hontoria y que, encima, en turnos de mediodía y tarde-noche se sirvieran raciones a una de las mejores relación calidad-precio de la Feria. “Lo de la Feria se ha notado también mucho, había exportado este rollo del 55 y, a la vez, montando y desmontando para dar de comer a familias y grupos”, recuerda pensando ya en la próxima. Definitivamente, reconoce, “la hostelería me gusta y creo que se me da bien”. Desde este jueves, otra vez en la primera línea de batalla. Y todo 55adicto que se precie canta eso de The Jackson Five: I want you back.
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