La multinacional Inditex continúa apostando por un nuevo modelo de tiendas insignia para Zara, su marca más representativa, que actualmente aporta el 70% de los ingresos del grupo. Con esta estrategia, la compañía refuerza su presencia en las principales ciudades y adapta sus establecimientos a las necesidades del comercio digital, ofreciendo mayor espacio de almacén y reduciendo la cantidad de ropa expuesta en tienda.
Las denominadas tiendas flagship están concebidas para facilitar la logística del comercio electrónico, lo que implica un nuevo planteamiento en la disposición de los productos. En estos espacios, la ropa en exhibición es menor que en las tiendas tradicionales, pero el área de almacenamiento es más amplia para garantizar una rápida respuesta a la creciente demanda de compras por internet.
Implicación del cliente en el proceso de compra
Otro de los cambios que Zara ha introducido en estas tiendas es una mayor implicación del cliente en el proceso de compra. Ahora, se solicita a los consumidores que devuelvan las prendas probadas en el probador de la misma manera en que las recogieron, evitando dejarlas desordenadas o enmarañadas. Esta nueva directriz busca agilizar el trabajo del personal y mejorar la experiencia de compra en estos espacios más diáfanos y organizados.
El plan de renovación de Zara comenzó en 2018 con el lanzamiento de un "plan global de mejora del espacio comercial" por parte de Inditex. Desde entonces, la compañía ha abierto tiendas emblemáticas en ciudades como Barcelona, Madrid, Sevilla Bilbao y Valencia, con planes de expansión a otros grandes núcleos urbanos de España. Estos establecimientos combinan tecnología y diseño para optimizar la experiencia del consumidor.
En las tiendas insignia de Barcelona, situadas en Paseo de Gracia con Gran Vía y Plaza Cataluña, el personal ha implementado activamente esta nueva dinámica en los probadores. "Al salir, devuelve las prendas colocadas en sus perchas, por favor", repetía un dependiente el pasado jueves a cada cliente que atendía en la cola, adaptando el mensaje al idioma de cada consumidor, dado el alto número de turistas que visitan estos establecimientos.
La mayoría de los clientes cumplen con la petición, aunque en caso contrario, los empleados insisten en la importancia de mantener el orden. Si un consumidor deja las perchas dentro del probador, se le recuerda que debe recogerlas. Además, en la zona de devoluciones, el personal ayuda a recolocar las prendas para evitar aglomeraciones en el área destinada a estos procesos.
Detrás del mostrador, otro trabajador se encarga de organizar las prendas devueltas. Aquellas con percha se colocan directamente en un burro de ropa sin apenas necesidad de ajustes, mientras que las dobladas se reorganizan según corresponda. Aunque algunos clientes optan por ignorar la indicación, la estrategia de Zara busca convertir este hábito en una norma habitual dentro de sus tiendas flagship.