Se trata de una niña de unos cuatro o cinco meses de edad, la cual fue introducida en un recipiente en forma de cubo de cerámica, procediendo al enterramiento de esta, sin ninguna estructura particular ni cuidados especiales, carente de restos de ajuar que pudieran asociarse a dicha sepultura.
Esta constatación permite interpretar este enterramiento como un hecho totalmente casual y puntual, posiblemente por parte de un marinero, pescador u operario sin recursos, quien habría recuperado una pieza de notable calidad y la habría reutilizado como urna funeraria. Se trata de un individuo de baja extracción social y recursos, que carecía de medios para pagar el ritual y los derechos de enterramiento en la necrópolis de Gades.
La pobre niña enterrada en el vertedero El Olivillo de manera cuidada debió haber sido por algún familiar bondadoso que a escondidas procedió al enterramiento en una zona no reglada, no habilitada para ello. La enterró en una pieza singular, decorada con máscaras dionisíacas, posiblemente con el objetivo de utilizar tanto un receptáculo funerario noble, ricamente ornamentado, como considerar que Baco y todas las divinidades vinculadas al mundo del vino pudieran protegerla en la vida de ultratumba.
El Testaccio haliéutico de Gades, es decir, aquel vertedero romano hallado en 2019 en el sótano del edificio El Olivillo. En realidad, era un vertedero en el puerto de Cádiz resultado del trasiego comercial. Es el reflejo de la importancia de las pesquerías y de la industria del garum y las conservas, con las que Cádiz inundó las mesas más exigentes de todo el imperio.
El puerto de Cádiz en época fenicio-púnica fue el más importante del Mediterráneo occidental, importancia que mantuvo hasta época romana altoimperial (finales del siglo II a. C.). En esa época, Cádiz era la capital de toda la costa andaluza.
En el vertedero gaditano, el noventa y cinco por ciento de las ánforas aparecidas almacenaban atún en salazón y garum gaditanum. También se han encontrado huesos de caballas, sardinas e incluso de cetáceos, hasta el punto de taparse con parte de un esqueleto de ballena. Gracias a todo ellos se pueden saber los peces que se comían y explotaban en la época.
Del enterramiento de la niña permite varias observaciones de interés. La primera, que el control sobre el vertedero no era férreo, ya que fue posible proceder a la inhumación y al enterramiento de la vasija, la cual quedó rápidamente cubierta por vertidos y, su posible procedencia de un taller alfarero del Cerro de los Mártires, en la isla de San Fernando.
Por último, hay que apuntar que en el mundo del “Cádiz paranormal” y “creencias locales”, siempre se ha sabido de una extraña fenomenología y sucesos que dentro del edificio El Olivillo acontecen. No sorprende, entonces, que más de uno se esté preguntando, si la niña aparecida dentro del recipiente de cerámica tenga algo que ver en ello.
FUENTE: Bernal Casasola, Vargas Girón, Álvarez Marsal, A. Linares Nieto, otros.