Pese al auge de las grandes superficies, la esquina de la calle Doña Blanca camino de calle Évora sigue siendo un trasiego de gente. Eso sí, solo en horario comercial. Este emplazamiento del centro histórico de Jerez, entre la plaza de las Angustias y el Mercado Abastos, es uno de los más concurridos de lunes a sábado, especialmente por las mañanas y a mediodía.
En el número 24 de Doña Blanca, Julio Bornay abrió en 1981 Julio Alacant, uno de los clásicos cafés de chocolate y churros que (se) resisten a los nuevos tiempos. “El sitio abrió como heladería, un año más tarde se montó el café y se pusieron los churros. Ahí fue cuando fue para arriba”, explica Jesús Bueno, su actual propietario. El gerente es un empleado más, desde que hace 40 años llegara a la chocolatería. “Esto era un espectáculo. Cuando no había supermercados, la gente venía a la Plaza y luego al Simago”, recuerda. Eran los tiempos en los que los comercios del centro, sin Luz Shopping ni Área Sur, atraían a miles de jerezanos. “Hace poco ha abierto aquí un negocio nuevo, han dado colorido a la calle, pero tampoco es para tirar cohetes”, dice lamentando la situación.
Jesús cogió el negocio hace algo más de ocho años, cuando el fundador Julio Bornay se jubiló. “Él no quería seguir manteniéndolo, y nosotros no queríamos quedarnos en la calle. Montamos una cooperativa y aquí seguimos”, explica. El proyecto, que emprendió con su compañera de trabajo Pepi, mantuvo los puestos de trabajo y engrasó la maquina para resistir el embiste de los hipermercados y de una incipiente competencia. “En aquel entonces era otra historia. Ten en cuenta que churros solo teníamos nosotros y la Plaza. Hoy cualquiera tiene un perol, hace la masa y vende churros. Que lo haga mejor o peor es cuestión del gusto del cliente”, ríe.
El propietario de la cafetería Julio Alacant recuerda a lavozdelsur.es que el negocio también fue una de las primeras heladerías de la zona, emparentada con La Polar, también de la familia de Bornay, una saga de valencianos instalados en Cádiz desde el pasado siglo. “Ellos fueron pioneros, son una gran familia”, explica Jesús.
Sobre los gustos, reconoce que esta mítica cafetería de la calle Doña Blanca aguanta bien el tirón de la juventud. “Tenemos clientes habituales de hace muchos años. Hay familias de hasta tres generaciones: abuelos, hijos y nietos. Es algo que se lleva”, dice orgulloso. Como curiosidad, señala que durante mucho tiempo no tuvieron pan para tostadas y tiraban de pan de molde, ya que antiguamente solo se vendían churros. “Teníamos tres freidoras, ahora nos basta con una. Metimos los molletes porque la gente lo pide, antes el pan solo se tomaba en casa, pero de un tiempo hacia acá la gente desayuna en la calle... se ha cogido como hábito”, cuenta.
Es temprano y en la chocolatería, jóvenes y mayores llenan las mesas. Los camareros, con el papel de estraza y las tazas de chocolate, se reparten las comandas. El mobiliario, que más que vintage es auténtico, recuerda a los bares de barrio del siglo pasado. “A mí (los churros) me gustan más con café”, confiesa Jesús, al que no queremos robarle más tiempo. Algunos clientes han pedido varios cafés con leche y tiene que ponerse manos a la obra. El tiempo aquí no pasa, sus churros, hechos por ellos mismos, tampoco. Están entre los mejores.
La cafetería Julio Alacant, en la calle Doña Blanca número 24 de Jerez, abre de lunes a sábado de 08:00h a 13:00h y de 17:00h a 21:00h
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