El sonido de una máquina de café envuelve un pequeño local de la calle San Pablo de Jerez. En la barra, el hostelero Alberto Abucha, de 42 años, ya prepara los primeros desayunos del día mientras su mujer Eva María termina de desinfectar las mesas antes de que otro cliente se siente.
A primera hora de la mañana, en esta vía peatonal con encanto se percibe el ajetreo de los trabajadores. El despertar de una ciudad que no arranca la rutina sin un buen café en una mano y una tostada en la otra. La pareja encargada de EntreNaranjos, establecimiento especializado solo y exclusivamente en desayunos, lleva por bandera este momento que se disfruta con la caricia del sol o el roce de la lluvia.
“Creemos que en Jerez hay una tradición muy bonita y buena que es desayudar en la calle y nosotros lo exaltamos”, cuenta Alberto defensor del toque casero y de dar un trato familiar a todas las personas que se acerquen al local.
“En Jerez hay una tradición muy bonita y buena que es desayudar en la calle”
La idea de iniciar este proyecto con un único producto de venta surgió en agosto de 2017, fecha en la que arrancaron en el centro histórico con buenas sensaciones. Alberto siempre se había dedicado a la restauración, trabajó una década en el mesón El Rancho y, anteriormente, regentaba una agencia con 57 camareros para catering en eventos. Pero era el momento de cambiar.
“Somos testigos de Jehová, nos dedicamos de forma voluntaria a construir salones para reuniones y queríamos poder dedicar más tiempo a esta obra social y a nuestra familia”, explica el jerezano. Por eso, cuando en una de las obras un compañero le mencionó que en su pueblo de Cáceres había un bar de este estilo, se acogió a la idea.
Según cuenta a lavozdelsur.es, “empezamos a darle vueltas y finalmente dimos con esta pequeña cafetería, cogimos el traspaso”. A partir de ese momento, el matrimonio adoptó un horario que le permitiera llevar a cabo su estilo de vida y disponer de las tardes y los fines de semana libres.
Por eso, EntreNaranjos abre de lunes a viernes de 7.30 a 13.30 horas. “Un cliente nos dijo que somos los primeros funcionarios de la hostelería de Jerez, porque tenemos el mismo horario que el ayuntamiento”, señala Alberto que a veces cuenta con la ayuda de sus hijos.
La familia ya lleva más de cuatro años compaginando su labor social con sacar adelante esta cafetería decorada como un patio andaluz con “motivos árabes y vintage” y un mobiliario que parece recién sacado de una tienda de antigüedades. Cada detalle del local es obra de Eva María que se encargó de crear un ambiente acogedor para que los clientes empiecen el día con buen pie.
Al establecimiento donde resuenan las cucharillas del café le bautizaron EntreNaranjos en honor a la calle, repleta de estos árboles que desprenden aroma a azahar en primavera. “Teníamos varios nombres, uno aludía a los apellidos de mi esposa y mio, otro era Mono de café porque nos gusta mucho, pero al final, nos quedamos con este porque tenemos un naranjo justo en la puerta”, comenta.
"La mayor parte de la clientela son funcionarios"
En las mesas del bar reposan lo que ellos llaman “bollos gallegos” que se pueden combinar con una amplia variedad de chacinas y condimentos propios de un desayuno andaluz. Carne mechá, caballa, tomate, jamón, salmorejo, chorizo, salchichón, pavo, mortadela, queso tierno, entre otros.
“Tenemos una tarifa plana, un único precio que incluye el café y la gallega, solo varía si decides infusión, colacao o zumo en vez del café”, explica.
Al matrimonio le encanta cuidar la materia prima que ofrecen para su especialidad. Algo que cada día degustan sus clientes, muchos de ellos coronados como fijos desde sus inicios. Curiosamente, en sus sillas, además de las familias que van de paso, se pueden observar funcionarios y personal de oficina.
“El 85% de la clientela viene del Ayuntamiento, del banco Santander, de laCaixa, de Onda Jerez y de Aguas de Jerez”, detalla Alberto, acostumbrado al revuelo de maletines, corbatas y móviles sonando. “Algunos vienen incluso desde la otra punta de Jerez”, comenta sosegado este hostelero que trata con cariño a la comida más importante del día.
Entre pan y café transmite su lema para seguir adelante en tiempos de incertidumbre y desesperación. “Vivir con la resiliencia por bandera, me encanta esa palabra, quiere decir ser capaz de ser felices sean cuales sean las circunstancias”, añade. Un sorbo de café para bajar el último bocado del bollo gallego y… de vuelta a la oficina.