La centenaria historia del pan de una familia de Bornos: del burro y los vales a repartir más de 500 kilos diarios

La Panadería Las Hoces distribuye pan a media provincia de Cádiz. El tradicional 'ablandao' es uno de los productos más demandados

Manuel Rodríguez, junto a su mujer y su hija María Luisa.  Los tres forman parte de la centenaria historia del pan familiar.
Manuel Rodríguez, junto a su mujer y su hija María Luisa. Los tres forman parte de la centenaria historia del pan familiar. MANU GARCÍA

Manuel Rodríguez heredó de su padre la tradición panadera que había iniciado su abuelo allá por los albores del siglo pasado. Su infancia la pasó entre la harina y el trigo. Siendo todavía un chiquillo comenzó en el arte de amasar el pan. Eran tiempos diferentes en los que la vida tenía otro sabor. Y hasta el pan tenía otro gusto. "Había unos hornos de leña que tenían mucho más trabajo que ahora, pero hacían un pan exquisito", cuenta este aprendiz y maestro de panaderos nacido hace 74 años en Bornos

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Los sacos de harina de trigo no pueden faltar.   MANU GARCÍA

Su hija María Luisa es la que ha recogido el testigo de las tres generaciones anteriores para llevar las riendas de la Panadería Las Hoces, uno de los despachos de pan más importantes de la Sierra de Cádiz. Un establecimiento que lleva unos 30 años en el número 4 de la calle Higueras. Del pan cateto al blanco pasando por la viena, el integral, la chapata o los que llevan centeno. Y, por supuesto, sin faltar los típicos ablandaos, la palabra made in Bornos con la que se conoce a los molletes. 

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Una variada selección de los panes de Las Hoces.   MANU GARCÍA

Media tonelada de pan se amasa a diario para surtir a bares y lugares de media provincia. Además de ser proveedora de los Super Arcos y Super Carmela, Las Hoces reparte pan de costa a sierra, llevando sus tesoros artesanales a Conil, Puerto Real, Cádiz, Jerez, El Puerto de Santa María, Ubrique, Jédula y Prado del Rey, entre otras localidades. 

El mostrador de la panadería.   MANU GARCÍA
El mostrador de la panadería.   MANU GARCÍA

El sabor de la hogaza se mantiene en el paladar. Nada tiene que ver con las barras y bollos industrializados que se aproximan más al chicle que a otra cosa. Una tradición centenaria sobre la que reposa el secreto de un pan con consistencia. El horno de leña con el que cuenta el establecimiento también aporta valor junto a la selecta materia prima. La clientela es fija, de las que no falla, como Santi, que cada mañana va a recoger el pan que luego pone sobre las mesas del Chiringuito El Embarcadero

Pero hasta llegar a ser un sitio muy considerado, la familia Rodríguez ha tenido que trabajar lo suyo. Y aquí volvemos con el pantriarca, con Manuel, que hace 60 años se puso manos al pan que él mismo se encargaba de repartir en burro. Con la compañía del amigo de Juan Ramón Jiménez marchaba por el pueblo entregando los pedidos y se desplazaba hasta el Coto de Bornos, entidad local situada a ocho kilómetros de Bornos, para hacer también allí los repartos. "A lo mejor me encontraba un coche o dos en todo el camino. Eran otros tiempos", detalla Manuel, que aunque jubilado desde hace años, no deja pasar la oportunidad de pasarse por el negocio familiar para ver si todo marcha sobre ruedas. 

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El horno de leña donde cobra vida el pan de Las Hoces.   MANU GARCÍA

En aquellos tiempos en blanco y negro en los que el Bizum estaba a años luz, muchas veces se recurría al trueque de trigo. Y los clientes compraban el pan a plazos, para pagarlo a final de mes. "Se llevaban a lo mejor un kilo de pan a la semana y se les entregaba un vale por ese valor. Cuando venían a pagar, traían los vales", detalla María Luisa, la heredera de una tradición que, por el momento, piensa alargar en el tiempo. "Llevamos años con este negocio familiar y las cosas nos van bien. No nos podemos quejar. Ojalá podamos seguir mucho tiempo". 

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Un vale por 15 kilos de pan que se empleaba hace más de medio siglo.   MANU GARCÍA

Desde la experiencia del peso de los años, Manuel contempla silente la escena diaria. Mari, una vecina de toda la vida, se acerca en busca de una mano amiga para solucionar un problema con el teléfono móvil. Otra paisana se lleva su medio kilo habitual más dos ablandaos porque esta tarde vienen sus nietos a merendar. Huele a leña y el frío de noviembre se va metiendo en los huesos. La imagen de una tostá con aceite y miel de la Sierra de Cádiz reconforta en un pueblo con ricos placeres gastronómicos

Sobre el autor:

Rubén Guerrero.

Rubén Guerrero

Contador de historias. Autor de nueve libros. Premio Racimo por la Igualdad por la defensa del deporte femenino, Premio Apoyo al Deporte en la III Gala del Deporte de Jerez, mención especial en el V Premio de Periodismo Positivo de Ávila y Premio Almería para Todos por la lucha contra el acoso escolar en los medios de comunicación.

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