Desde la “cocina fantasma” de Street Japo en Jerez: “Queremos mostrar la cara oculta de la comida asiática”

El jerezano Jaime Mena, de 30 años, lleva casi ocho meses al frente de esta distribuidora de productos asiáticos que suministra a restaurantes de El Puerto y de Jerez y también elabora sus platos desde la cafetería Scorpio

Jaime Mena, creador de de Street Japo en Jerez, emplatando una de las opciones asiáticas.
Jaime Mena, creador de de Street Japo en Jerez, emplatando una de las opciones asiáticas. JUAN CARLOS TORO

La gastronomía de Asia se esconde en los sitios más insospechados. Cuando el jerezano Jaime Mena, de 30 años, se fue del restaurante japonés La Maquiavélica, que él mismo fundó en la calle Tornería, decidió seguir fiel a su estilo. En abril lo dejó, y al mes siguiente, por su cabeza ya rondaba una nueva idea. No fue hasta junio cuando Street Japo se dio a conocer.

El fanático de la cultura japonesa se lanzó con un segundo emprendimiento. “Ahora estoy como los cantantes, en solitario”, bromea el dueño de esta distribuidora de alimentación asiática al por mayor y al por menor que también ofrece servicio a domicilio. La empresa suministra a unos 30 restaurantes entre Jerez y El Puerto. Les vende la materia prima que necesitan para sus platos orientales. Entre ellos, destacan los jerezanos Mulay, Albalá, Albores, A mar, Kampai, Hermanos Grimaldi, restaurante Antonio o UltimAtun y los portuenses Odoma o Bamboo.

Perrito caliente con mayonesa kimchie, cebolla morada encurtida y perlas de jengibre con yuzu
Perrito caliente con mayonesa kimchie, cebolla morada encurtida y perlas de jengibre con yuzu.

“Es nuestra principal fuente de ingresos”, explica el jerezano. Pero no la única. Al cabo del tiempo introdujo el servicio a domicilio de diferentes platos que elabora desde la cocina de la cafetería Scorpio junto a su compañera María. En tiempos de covid, Jaime buscaba un espacio para cocinar y poder repartir pedidos. “Montar un restaurante es jugártela a una carta, la economía no está para eso, supone unos costes muy grandes que ahora mismo no merecen la pena”, comenta con conocimiento de causa.

De viernes a domingo, pone en marcha el reparto a domicilio a través de Uber y Glovo desde lo que él llama la “cocina fantasma”. Según explica, este concepto alude a “un restaurante que realmente no existe”. No es habitual encontrarse en la carta de una cafetería comida japonesa, de hecho, despista hasta a los repartidores cuando se acercan a recoger los pedidos. Aún así, la iniciativa de Jaime ha llamado la atención.

Salón de la cafetería Scorpio donde se puede probar la comida de Street Japo.
Salón de la cafetería Scorpio donde se puede probar la comida de Street Japo. Juan Carlos Toro

“Pensábamos que la acogida iba a ser menor por la competencia que tenemos en web, pero si es verdad que a la gente le está gustando el concepto”, dice. Un autodidacta que ha aprendido a base de platos "que no se habría comido ni mi madre por quedar bien".

Sentado en uno de los sofás de la cafetería señala uno de los códigos QR de las mesas, y con una carta en la mano explica que los clientes no descubren la oferta de opciones japonesas hasta que no la consultan.

Rollitos de langostinos y queso, gyozas de varios tipos, samosas o cebiche peruano pero con un toque tailandés son algunos de los platos que se pueden degustar. “Nosotros ni tenemos pescado crudo, ni tenemos arroz, ni sushi, nosotros intentamos mostrar la cara oculta de la gastronomía asiática”, comenta Jaime. Así, apuesta por la comida callejera, la que se vende en los puestos “que encuentras si pasas por Bangkok, Chinatown o Singapur”. Según cuenta el emprendedor, los perritos y las hamburguesas propios de la comida americana son muy comunes en países asiáticos, pero combinados a su estilo.

“Nosotros ni tenemos pescado crudo, ni tenemos arroz, ni sushi"

“Tenemos 16 platos, prácticamente la mitad son muy conocidos y el resto son lo que Street Japo quiere dar a conocer”, añade Jaime, que piensa que “al fin y al cabo, estamos en Jerez y tenemos que pararnos un poco de la locura de querer mostrar”. Por eso, dispone de noodles de langostinos y verduras salteados al wok, gyozas de pollo y hongos y el perrito caliente hecho con pan brioche tostado con mantequilla y una frankfurt de carne con mayonesa kimchie, cebolla morada encurtida y perlas de jengibre con yuzu. “No lleva ni kétchup, ni mostaza, es como te lo pondrían en un puesto de la calle de Singapur”. Para Jaime estas son las estrellas del negocio que también presenta menús y más de 200 tipos de salsas asiáticas como la mayonesa wasabi o la sriracha. Además, incluye las tartas de la cafetería en la carta para los clientes que deseen un bocado dulce al final. 

Perrito caliente y tarta 'red velvet'.
Perrito caliente y tarta 'red velvet'. Juan Carlos Toro

La gastronomía propia de los países orientales cada vez se extiende más por la ciudad atrayendo a los más curiosos. Los jerezanos ya no se extrañan cuando leer en las cartas de los restaurantes “gyoza” o “teriyaki”. “Antes, para comer sushi o arroz glutinoso tenías que irte a un restaurante chino. Porco a poco Japón le ha ido comiendo el terreno a China”, expresa.

El proveedor de este tipo de alimentos se llevó una sorpresa cuando comenzó en el negocio. “Al principio nos estábamos enfocando en restaurantes asiáticos ero nos hemos dado cuenta de que vamos a cualquier restaurante de comida tradicional y tienen una despensa llena de productos asiáticos para cocinar”, cuenta desde esta acogedora cafetería. “Compran más los Grimaldi o los Carrasco que Kampai”, comenta con asombro.

"Los restaurantes de comida tradicional tienen una despensa llena de productos asíaticos"

Con esperanza, desea que la pandemia no estropee los planes. Desprovisto de las cenas por las nuevas restricciones intentará potenciar el salón y piensa agrandar la cocina, en la que solo caben dos personas, de cara a la primavera. Toca adaptarse a los tiempos, pero cuando sea la hora de comer: “itadakimasu” ("que aproveche" en japonés).

Sobre el autor:

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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