Las lanzaderas de empleo son equipos de desempleados, voluntarios, activos, visibles y solidarios. Desde hace cuatro años, se han activado 364 en toda España, de las que 93 operan en la actualidad. Sus miembros acceden de forma voluntaria y, coordinados por un coach, refuerzan sus competencias, generan conocimiento colectivo, se hacen visibles y colaboran en la consecución de un fin común: conseguir empleo, por cuenta propia o ajena.
Y qué puñetas tienen que ver las lanzaderas de empleo con una crónica gastronómica. Pues que la de Rota lleva el original nombre de Arranque Roteño, en homenaje al primo hermano del salmorejo cordobés y como clara referencia al empuje del grupo.
Con ese nombre, no tenía más remedio que estar detrás Lola Rueda, que como coach, ha sabido transmitir su espíritu imparable a una veintena de jóvenes, de los que la mitad están ya insertados laboralmente.
Uno de los últimos actos de esta lanzadera, que ya toca a su fin, ha sido precisamente la degustación de un auténtico arranque roteño. Este salía de las primorosas manos de Neni, una de las trabajadoras del proyecto Cocina Solidaria, que patrocina el Ayuntamiento de Rota en el centro social municipal Vicente Beltrán, sede también de la lanzadera, y que da de comer diariamente a cien familias.
Desde el principio surgió una armoniosa vecindad entro ambos proyectos, y no es de extrañar, porque en la lanzadera roteña se conjugan el talento y las ganas de progresar con la bonhomía de sus integrantes. Buenas personas y muy bien preparadas para triunfar en la vida. Tuve la oportunidad de compartir con ellas dos sesiones de Comunicación y sé lo que me digo.
Decía que quiero que Neni, a la que no conozco, sea la protagonista de esta entrada. Me da que no es persona que busque notoriedad. Que disfruta del anonimato que le ofrece ser una vecina más de uno de los mejores lugares del mundo para vivir: la villa de Rota. Con sus calles tranquilas de pueblo marinero, sus casas encaladas, sus pinares, sus playas…
A Rota me llevó hace muchos años un amor de juventud, y me ganó para toda la vida. Por muchas veces que vuelva siempre son pocas. Luego me enseñó a conocerla y a quererla más Rafael Benítez Toledano. Y Pilar y Cristina, mis queridas y admiradas compañeras del blog de al lado, me descubrieron sus sabores.
Neni no me ha respondido a los mensajes y me he quedado con las ganas de preguntarle dónde y quién le enseñó a hacer tan exquisito manjar.
En general, el arranque es un homenaje a la extraordinaria huerta roteña. A sus tomates sabrosos y carnosos, al pan de telera, al ajo, al aceite de oliva y al pimiento, ingrediente este que le diferencia de la tradicional receta del salmorejo. Un buen lebrillo de barro y una “machacaera” de madera son elementos fundamentales, además de la virtud de la paciencia, para su correcta elaboración.Como el ajo campero, era el plato principal de la gente humilde en los años de necesidad, pero ahora se ha convertido en un reclamo para los turistas, que en Rota son legión, sobre todo en los meses vacacionales. En las principales terrazas se ofrece con orgullo.
No sabría donde recomendarles que lo piden. Hasta ahora había probado sólo el que hace Augusto Marenco, jerezano que pasa sus vacaciones en Rota desde siempre. Lo suyo es verdadera entrega a la causa. Horas desmigando el pan de telera con los dedos para un resultado increíble. En una ocasión, lo llevó a un almuerzo donde coincidimos y en el que el otro plato era sopa de tomate, verdaderamente exquisita también, pero que dio lugar a no pocos chascarrillos.
Es de suponer que la experiencia y la paciencia serán también las claves del que hace Neni. No pude ir a tomarlo “in situ”, pero los chicos de la Lanzadera de Rota tuvieron el gran detalle de hacerme llegar una fiambrera a través de su coach, Lola Rueda.
Nada más destapar el recipiente, la habitación se llenó del olor de la huerta de Rota. ¡Ay, Neni! Y usted sin querer desvelarme el secreto. Sin atenderme para poder explicarle yo al lector en qué patio se desveló el misterio, qué familiar le dio la receta, cómo calcula las cantidades -¿a ojo?-, ese toque personal con maestría… ¡Neni, por Dios!
En cualquier caso, qué maravillosa experiencia. Cuánto sabor en cada cucharada, aunque fuera de plástico y encima de la mesa de metacrilato del estudio principal de Radio Jerez… Qué armonioso contraste con los picos camperos…
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