Aumenta la temperatura en un obrador de la avenida del Cisne en El Puerto. Las empanadas ya están calentándose en el horno de la pastelería La Piedra, a las puertas de Vistahermosa, mientras un grupo de seis mujeres en perfecta coordinación no paran quietas. Una de ellas atiende a una señora a la que se le van los ojos detrás de los dulces de la vitrina. Otra anota el encargo de una tarta que le acaban de hacer por teléfono.
Como todas las mañanas, se disponen a endulzar a los clientes que ya forman una fila para entrar en este pequeño local donde huele a Navidad. “Está rico todo”, exclama una vecina sin levantar la vista de las bandejas repletas de pasteles.
Detrás del mostrador, una jerezana afincada en la ciudad prepara un pedido. Las manos de María del Carmen Ramírez forman parte del equipo que está al frente de este negocio mítico que se ha ganado el cariño de portuenses, turistas y algún que otro famoso -Chabelita Pantoja apareció en sus redes sociales con una bandeja.
María del Carmen y su marido, Salvador Martín, arrancaron en 1996, hace ya un cuarto de siglo. “Empezamos a puerta cerrada, servíamos a pastelerías y restaurantes como El Cortijo o La Piedra”, cuenta María del Carmen que descubrió este mundillo gracias a su compañero de vida. Pastelero por vocación, trabajó en La Cabaña, el hotel Puerto Bahía o en la conocida panadería Gómez de Requena hasta que decidió montar su propio proyecto.
Le llamó como el restaurante jerezano al que servía tartas de chocolate y galletas. “Le gustó el nombre y se lo copiamos”, bromea la pastelera a la que le apasiona aprender nuevas recetas. “Nosotras hacemos muchos cursos e investigamos por internet”, dice rodeada de bizcochos.
En 2011 el matrimonio dio un paso más y comenzó la venta al público. Desde el mismo local que habían ido adaptando poco a poco hasta convertirlo en el obrador del que han llegado a salir 1000 roscones en tres días. María del Carmen recorre el espacio en el que aprendió a “cogerle el puntillo” a este dulce navideño tan deseado en Reyes.
En las mesas, Paula y Nerea Martín, sus hijas, están concentradas en su labor. Una coloca con cuidado la masa de las tejas mientras que la otra decora una tarta con una pinta exquisita. Ambas decidieron dedicarse de lleno a la pastelería. Lo llevan en la sangre.
A María del Carmen le viene un recuerdo de su hija embarazada y amasando un 5 de enero. “He estado aquí con ellas desde que eran muy pequeñas y ha sido una lucha familiar”, comenta junto a unos paquetes de harina. Rincón del obrador donde hace 5 años también se podía ver a su marido con las manos en la masa.
Aunque esté de baja por enfermedad, sus conocimientos están presentes en las estanterías. Un vistazo a la vitrina revela los productos más demandados. “Nuestras tartas estrella siempre han sido la de chocolate y galletas y la de tocino de cielo”, cuenta María del Carmen, sin olvidar las tejas y las empanadas, que salen cada dos por tres.
Tras el cristal se divisan dulces árabes elaborados por un pastelero marroquí que colabora con ellas desde hace 3 años.
La oferta de la pastelería La Piedra no solo cambia según las ocurrencias de la familia sino también en función de la época del año. “Hacemos buñuelos en Tosantos o torrijas en Semana Santa”. Cuando llega diciembre, brillan los pestiños, polvorones, roscones y una variedad de turrones caseros de los más originales. Desde mango y coco, nueces, chocolate y miel, hasta de pistacho.
Para ellas, “las navidades son explosivas”. Es temporada fuerte y el movimiento dentro y fuera del obrador se nota.
Madre e hijas, junto al resto de compañeras, siguen adaptándose a los tiempos, “innovando”, después de una década atendiendo al público, como ellas dicen, “sacándolo de problemas”. Su filosofía es aconsejar y personalizar cada pedido. “No tenemos sota, caballo y rey, nos adaptamos a lo que nos pidan”, explica la jerezana que recibe a muchos clientes de Madrid y envía pedidos fuera de Andalucía.
Madrileños y salmantinos han probado las delicias de esta familia que continúa al pie del cañón entre ingredientes y harina.
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