Un miércoles por la noche, en pleno invierno, en el centro de El Puerto es raro ver un alma. Y menos en un callejón que hasta hace poco estaba oscuro. Sin embargo, una nueva propuesta gastronómica en Puerto Escondido ha cambiado las reglas.
Desde hace dos meses, su terraza se llena hasta entre semana. “Yo he alucinado, esta zona no tenía vida y ahora se está animando”, comenta Javier Ruiz Rodríguez, de 45 años, artífice de Bendita Taberna, el local que ha tenido efecto dominó en otros hosteleros a punto de abrir en el centro.
Todo surgió a raíz de la pescadería familiar que regenta junto a su mujer Maribel Álvarez en la barriada de El Pilar. Negocio que arrancaron en plena pandemia, febrero de 2021, con un nombre innovador que no era ni Mari Carmen ni Loli. Le bautizaron como Bendita locura by Fish, eso es lo que esperaban que fuera después de apostar por algo distinto.
“Potenciamos mucho las redes sociales, las listas de WhatsApp y la relación cercana en Facebook”, explica el portuense que recibe la mayoría de los pedidos por estos medios. No era la primera vez que se enfrentaba a una pescadería, ni mucho menos. Javier lleva entre acedías, meros y corvinas la mitad de su vida. 25 años en los que se ha sumergido en el sector mediante otros comercios y empresas.
El proyecto fue viento en popa y, pronto se animó a montar otro local que echó a andar en diciembre del año pasado. Una nueva aventura que está directamente vinculada a la pescadería. Todo el pescado y el marisco, la especialidad de la casa, proviene de ella como única proveedora.
En un solo año, pandémico, ha logrado sacar adelante dos negocios que ofrecen productos del mar. Para abrir el local de restauración, Javier se decantó por este rincón con solera que, antiguamente, era una taberna dedicada al marisco y al pescado frito.
“Conseguimos rescatarla del olvido y actualizarla un poco a los tiempos de hoy, pero siempre manteniendo su esencia”, cuenta el portuense desde una de las mesas del interior mientras Maribel organiza las galeras.
“La aceptación ha sido una brutalidad”
Tras tres meses de obras para conservar su estética original, entre madera y piedra, la Bendita Taberna aterrizó con ilusión. El vértigo de los comienzos les recorría el cuerpo, pero con buenas sensaciones, se enfrentaron a un terreno por entonces desconocido para el matrimonio.
Se quedaron sorprendidos con la aceptación. “Ha sido una brutalidad, en enero la hostelería suele cogerse vacaciones y hemos batido récords cada semana. Ni una noche hemos tenido menos de cuatro mesas”, cuenta Javier a lavozdelsur.es con entusiasmo.
Según explica, eligieron este nombre para que los clientes les relacionaran con la pescadería y optaron por un concepto que fuera, sobre todo, asequible.
“El Puerto siempre ha sido una ciudad muy vinculada al tema del pescado, pero creo que faltaba un local que potenciase la idea de poner el marisco al alcance de todo el mundo”, añade este defensor de “ser lo más barato que se pueda”. ¿Cómo? Comprando muchos kilos para que se les abarate el pedido y así poder llegar a todo tipo de familia.
En una de las mesas, un vecino le tira un bocado a una galera, el producto estrella del lugar donde también se degustan erizos de mar, bueyes, langostas, bogavantes, patas de pulpo a la brasa, navajas, ortiguillas, ostras o ensaladillas de pulpo y de langostinos. Nada de carne, los reyes son los productos del mar que Javier adquiere en la lonja todos los días a las 4 de la mañana. Él es de los que van a echar un vistazo a la oferta para su pescadería y, por consiguiente, para la taberna.
“El marisco se vende en cartuchos de papel de estraza”
En este local, el pescado y el marisco “ni se pide por medias raciones ni por raciones, se vende en el típico cartucho de papel de estraza con 250 gramos”, a la antigua usanza. De esta forma, los surtidos engloban a cinco cartuchos a elegir que suman más de un kilo y tienen un coste de 20 euros. Una decisión que Javier tomó tras investigar los pesos en otros bares.
Cuando llegue abril, la temporada de las galeras llegará a su fin y dará paso al atún de almadraba, producto al que estará orientado el bar durante la época. “Nuestra idea es que los mayoristas traigan el atún y hacer ronqueo a pie de calle para que cualquiera que pase pueda verlo. Hay restaurantes que cobran entrada, pero yo quiero que sea asequible a todo el mundo”, detalla el portuense.
La barra va a rebosar de galeras. Es hora de comer y el sol acompaña.
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