Con tan solo 24 años, el portuense Fran Muñoz y la colombiana Natalia Hincapié abrieron en El Puerto un sitio diferente especializado en desayunos y meriendas. El matrimonio recuerda aquel 2016 en el que decidieron emprender y darle vida a Great Day Coffe, un rincón acogedor que apuesta por la unión de dos culturas, la española y la americana. “Éramos bastante jóvenes”, reconoce la que estudió Negocio inteligente en su país y hasta entonces nunca había ejercido.
A la pareja le encanta estos dos momentos del día. “Realmente la idea surge de una necesidad como consumidores, cuando viajábamos a Nueva York, a Colombia o a Madrid, siempre nuestra emoción era desayunar y merendar”, comenta Natalia que explica que hace cuatro años no existían muchos sitios que sólo tuvieran esta oferta. “Empezamos a buscar las necesidades, nosotros teníamos 24 años, y no estaba dentro de nuestras posibilidades diarias gastarnos 8 o 9 euros para desayunar”.
Por eso con mucha ilusión, “vimos una oportunidad de negocio”, la cazaron al vuelo y le dieron forma. A su proyecto le pusieron un nombre en inglés, “hoy en día cada vez más jóvenes hablan este idioma y vimos que era muy pegadizo, un maravilloso día de café, que al final aporta lo que queremos dar al público intentamos que tenga una experiencia positiva”, expresa Fran que optó por la especialización porque “a mí me han enseñado desde pequeño que el que mucho abarca poco aprieta”.
Este pequeño local situado en la carretera que desemboca en la playa se consolida como un punto de encuentro para un público joven, pero allí se reúne más de una generación. “Hay muy pocos lugares que no sean de la noche donde los jóvenes puedan tener ocio, hay muchos bares que frecuentan, pero no deja de ser el bar que a lo mejor tu padre te llevó. Aquí es al revés, los jóvenes le presentan a sus padres este sitio. Esos dos caballeros que están ahí son clientes habituales gracias a que su hija de 16 años empezó a venir antes que ellos”, explica Fran, que tras terminar el Bachillerato de arte se introdujo en el mundo de la hostelería, donde adquirió su experiencia como encargado de dos empresas para lanzarse con un local propio.
Poco a poco, la cafetería fue abriéndose paso atrayendo a los curiosos a probar productos distintos. Al principio “no tuvo mucho impacto”, pero ahora, “se puede decir que este es el año en el que Great Day Coffee está empezando a crecer, desde que empezó el covid”, comenta Natalia sentada en una de las mesas de la terraza, que tuvieron que ampliar cuando llegó la pandemia, manteniendo el interior cerrado.
Bajo la sombra de un enorme Ficus macrophylla que preside la terraza, los dueños cuentan cómo la crisis les golpea sin remedio. “Ahora mismo estamos intentando sobrevivir sobre todo por la nueva normativa de cortar a las seis de la tarde. A nosotros nos ha hecho bastante daño, porque no tenemos almuerzo, a partir de las 12:30 13:00 mueren nuestros desayunos, y cambiar a las personas un hábito de una vida completa merendando a las 17:30 o las 18:00 a las 15:00 es imposible hacerlo en dos semanas”, dice Fran. El portuense tiene claro que pese a las trabas que imponga el Gobierno, ellos mantendrán su línea inicial. “Aunque las meriendas tuviéramos que perderlas por el covid, no metería ensaladilla o paella, al final nos dedicamos a esto, hemos puesto todo nuestro corazón en estos dos productos y lo que intentamos es ser los mejores en ellos”.
Los clientes hojean la carta que ofrecen pegada a las mesas para facilitar los pedidos. En ella se observa la huella americana en una larga lista bilingüe, “mi padre era americano, conocía todo este tipo de desayunos desde pequeño”, dice Fran. Molletes de cereales, Viena de centeno o pan sin gluten para acompañar con queso de cabra, pollo braseado o cheddar son algunas de las opciones para abrir el apetito.
También destacan sus cafés especiales, de tarta de la abuela o de caramelo, sus smoothies de fruta, los chocolates calientes con canela o avellana tostada o los pancakes de Reese's con salsa casera de cacahuetes y la famosa chocolatina.
“Los productos son creados por lo que hemos probado en nuestros viajes, aquí puedes consumir desde una tostada con aceite y tomate hasta un gofre con pollo frito. Tenemos mucha variedad de desayunos para un público que se quiera arriesgar”, explica Natalia que recuerda como, a los dos años de poner en marcha el local, su marido realizó un curso intensivo de repostería y cocina y “gracias a eso hemos mejorado muchas cosas”.
Great Day Coffe le da la vuelta a lo tradicional y le añade una piza de originalidad, una táctica que no deja de llamar la atención. Sus productos estrella son los gofres redondos caseros y el oreo shake. Al público juvenil se los han metido en el bolsillo, y no solo por su oferta sino también por sus precios. “7 euros es lo más caro que te puede costar dos cafés y un desayuno grande”, añade la colombiana acostumbrada a que, en los viajes, las cafeterías de este tipo sean “bastante caras, un plato valía 8 o 9 euros”.
Sentado junto a la higuera australiana Fran explica que en su mente siempre ha tenido presente a “los jóvenes, la gran mayoría están estudiando, quien ha decidido no estudiar está buscando empleo y al final para atraerlos hay que darles la posibilidad de que puedan costearlo”.
A su vez, el enclave en el que se inserta el local acoge un árbol “precioso que hace a la terraza super acogedora”. La especie salta a la vista y en verano resguarda a los clientes del sol abrasador. Pero también “te ataca”, bromea Natalia refiriéndose a los frutos que se desprenden con el cambio de estación. La pareja está encantada con él, “está protegido entonces entiendo que es un centenario seguramente” y valoran el encanto que aporta al lugar, que desde hace un año siempre está a rebosar.
Coger una mesa en Great Day Coffee es una odisea, pero su carta ha cautivado a muchos, a los que no les importa esperar en los alrededores hasta que haya sitio libre. El matrimonio agradece la respuesta abrumadora del público. Por el que ponen su alma para que “se vaya siempre satisfecho”. Según sostienen los dueños su éxito “es gracias al equipo que tenemos, todo es una cadena, si tienes una persona que trabaja bien en cocina, hace bien los productos, gente profesional y con don de gente para atender, eso hace que las personas, aparte de por el precio, quieran volver”.
Fran y Natalia ponen en valor el esfuerzo de su plantilla y se preocupan por mejorar. En una esquina de la carta invitan a los consumidores a comentar a través de WhatsApp los problemas que hayan podido tener durante su visita. “El truco es siempre estar pendiente en donde fallamos, porque no somos perfectos, los errores existen en todas partes, la cosa es aprender de ellos”, comenta el portuense que junto a Natalia seguirán poniendo todo su empeño para dar larga vida al local pese a las adversidades.