Una tienda típica del comercio gaditano se ha colado en los medios de la noche a la mañana. Su nombre vuela en la red y está en boca de todos. Algo ha tenido que pasar para que después de 6 años en la esquina de la plaza San Juan de Dios, El Chicuco cause tanta expectación. No es la novedad, ya tiene experiencia en el sector, se trata de una visita muy especial durante el fin de semana en el que se celebró la competición de catamaranes voladores SailGp. Además de la calidad de sus productos, que ya se han ganado un hueco en el panorama gastro de la capital, la culpa de todo la tiene el Rey.
En las mesas altas del interior del local se sentó Felipe VI a tomarse unas copas de la selección de vinos que guardan en sus estanterías. “Fue todo muy natural, incluso la gente que estaba aquí casi que no se dieron cuenta que entró”, comenta Guadalupe Manrique, la gaditana que inauguró junto a su hermano Jorge una versión moderna de los conocidos ultramarinos. Fue el 1 de diciembre de 2015 cuando abrió sus puertas este lugar donde el monarca decidió cenar con sus amigos en su visita a Cádiz.
La dueña quiso guardar el secreto hasta última hora de forma que el personal se quedó sorprendido cuando se enteró del comensal que se aproximaba. “Aquí no lo sabía nadie, fue todo muy tranquilo, uno de los amigos que iban en el barco con él es muy amigo mio y se lo recomendó”, explica.
“Aquí no lo sabía nadie, fue todo muy tranquilo”
Más allá de la anécdota que ha despertado el interés —no todos los días se sirve una caña al rey de España— el local se ha afianzado un séquito de seguidores, vecinos y turistas, que buscan quesos, aceite, manteca o chacinas como antaño. En esos pequeños negocios de barrio donde se intercambiaban conversaciones mientras el tendero envolvía los garbanzos en papel de estraza.
El Chicuco recupera la tradición y apuesta por ser “la versión de ultramarinos del siglo XXI” con productos gourmet de alimentación. Los hermanos Manrique iniciaron su andadura con una visión moderna. “La idea era montar una tienda de productos de Cádiz y de productos buenos de toda España y poner una barrita al lado, pero con la pandemia, es más tienda que barrita”, sostiene Guadalupe que, cuando su hermano se implicó en otro negocio de El Puerto, ella continuó con la tienda.
“La idea era montar una tienda de productos de Cádiz”
El primer emprendimiento de la hostelera dio sus frutos, montó un equipo y empezó a vender desde jamones de Extremadura hasta salazones de Cádiz. Todo bajo un nombre muy bien seleccionado. Una palabra cántabra para llamar a los niños que vendían con su familia sin apenas llegar al mostrador. El término rinde homenaje a los montañeses que venían de Santander para labrarse un futuro mejor. Según la gaditana, “los chicucos eran los niños que venían a trabajar en los ultramarinos, los que hacían los recados, aquí se oye mucho esa palabra”.
Durante más de un siglo, los niños de los recados, de entre 12 y 13 años, merodeaban por la tienda para realizar labores de limpieza o mandaderos hasta que crecían y se convertían en encargados, hasta llegar a montar sus propios negocios. Muchos gaditanos alardean descender de los queridos montañeses que ya no se ven —los ultramarinos están casi extintos en la provincia.
En los rincones de El Chicuco no se ven pequeños —más que nada porque ya es ilegal— pero sí se respira ese ambiente de comercio de proximidad. Además, con una terraza y un espacio en el interior donde se pueden degustar los productos al momento. En las estanterías y vitrinas relucen quesos de la Sierra, embutidos, o latas de conservas. “Tenemos tapitas, vendemos mucho jamón, nada más que tengo aceites de Cádiz y muchísimo vino de Jerez”, enumera Guadalupe repasando la oferta mientras el resto del equipo prepara algunos pedidos.
La morcilla de hígado y la butifarra se unen a los loncheados de jamón, salchichón, chorizo o caña de lomo, que se cortan al momento y se envasan al vacío para conservar su sabor. “Siempre traigo cosas ricas de otros sitios como los mejillones gallegos, el bonito del Norte. Si encuentro un arroz bueno en Valencia, lo traigo, y las legumbres de Salamanca”, detalla la gaditana.
El establecimiento también tiene hueco para las sales de la provincia extraídas de las salinas de San Vicente, de Chiclana o de Puerto Real. Entre su propuesta no falta el atún ni el vinagre y cuentan con cestas y regalos para ocasiones especiales.
Después de un acto en el muelle de Cádiz, el Rey repuso fuerzas en este coqueto rincón que lleva por bandera los productos de la tierra sin dejara atrás los mejores de cada provincia. “De primera calidad”, destaca la dueña. La esencia de los ultramarinos renace en El Chicuco que mantiene el caché desde la capital.