A unos diez minutos en coche del casco urbano de Jerez, pasando Cuartillos, en el cruce entre la carretera que va hacia La Barca de la Florida (A-2003) y la que conecta con San Isidro del Guadalete y Torrecera (CA-3111), se encuentra desde hace 45 años la Venta Gabriel. Por ese cruce pasaba frecuentemente Gabriel Sánchez, que por aquel entonces trabajaba en la extinta Venta Los Callos, para visitar a sus padres, residentes en El Torno, que un día se decidió y compró los terrenos.
"Esa esquinita siempre le gustó", cuenta su hijo, Manuel Sánchez, quien está ahora al frente de la venta que lleva el nombre de su padre. Gabriel se decidió a montar su propio negocio, se hizo con la finca y, poco a poco, con ayuda de familiares, fue dando forma a la que sería su forma de vida. La suya y la de su familia desde entonces. En ese lugar estaba la Venta El Batacazo, que llevaba años cerrada.
Hasta que, después de muchas horas de trabajo, de quitarle tiempo a la familia, ayudado por sus hermanos —que se dedicaban al mundo de la construcción—, Gabriel pudo abrir la venta al público en 1976. Hace 45 años de ese momento y la Venta Gabriel sigue su andadura, ahora en manos de su hijo, Manuel Sánchez Moreno, que se hizo con las riendas tras el fallecimiento del fundador, hace ahora seis años.
"La carta era muy sencilla, aunque la venta se hizo famosa por la chuleta de cerdo y por poner el choco frito entero", recuerda Manuel. "También tenían mucho éxito los chicharrones, el lomo en manteca o el jamón, pero sobre todo los chocos y las chuletas", insiste. Él ha introducido cambios en una carta que ahora es mucho más amplia, y de mayor calidad, aunque mantiene el toque de los orígenes. Isabel Moreno, su madre, sigue probando los guisos para darles el visto bueno. "El puntito de ella no quiero que se pierda", dice Manuel.
La estética de la Venta Gabriel se conserva casi intacta desde sus inicios, con las columnas de ladrillo rústico, y cuadros con platos típicos de venta, aunque ésta haya evolucionado a restaurante. "Prácticamente lo es", dice Manuel, el propietario de un negocio que ha cambiado —y mejorado— con el paso del tiempo. "Nos hemos lanzado a por otros productos, con carnes de mucha calidad. Mi padre me ve pagar 30 euros por un kilo de carne y se muere", dice Sánchez entre risas.
En la Venta Gabriel se apuesta por el producto de kilómetro cero, la verdura de temporada —espárragos, tagarninas...— y, por supuesto, por los guisos tradicionales, desde berza hasta fabada. Con chacinas ibéricas de Huelva, pescados de Sanlúcar, pero sobre todo, carne, tanto retinta, como de vacas gallegas —tiene hasta cinco tipos de carne—, o de Ávila —cordero y cochinillo—. Pero también se desayuna bien en este negocio del Jerez rural. Con pan de pueblo —en molletes o rebanadas—, al que se le puede untar zurrapa o pringá de la berza, por poner algunos ejemplos, y por supuesto, jamón.
"Ha cambiado bastante mi forma de trabajar", cuenta Manuel Sánchez a lavozdelsur.es. "Antes estábamos limitados a unos productos, ahora tenemos más variedad", dice. Él, a sus 53 años, lleva desde los 16 años en el negocio, durante muchos años en sala y barra, pero desde que falleció su padre, se pasó a la cocina, donde domina la parrilla. Su mujer y su hijo, de 30 años, también trabajan en la venta, a la que espera que le queden muchos años de vida. "Espero que mi hijo siga la tradición", señala. "Trato que no eche las mismas horas que echaba yo", agrega.
Manuel terminó la EGB y pronto se puso a echar una mano en el negocio familiar. "Y aquí me quedé", sostiene, "tenía todas las papeletas". Los comienzos, como todos, fueron "difíciles", porque estaba muchas horas en la venta, "y no quería estar aquí". "Pero uno se acostumbra y ahora me gusta mucho", dice. Al propietario de la Venta Gabriel, autodidacta en su formación hostelera, le encanta el trato con el público, aunque en la nueva etapa se ha visto "obligado" a pasar a la cocina.
"El secreto de mantenernos 45 años es constancia, constancia y constancia", dice Manuel cuando se le pregunta. "Muchas horas y mucho sacrificio, y tener una premisa clara: hay que apostar por la calidad". En la Venta Gabriel se guisa a diario, no se sirven guisos de un día para otro. "Eso no me gusta, si sobra se reparte entre el personal o a causas benéficas", explica. Esa apuesta por la calidad, confiesa, ha incrementado un poco los precios, como es evidente, "pero de forma razonable". "Siempre intentamos que nadie se vaya insatisfecho".
¿Qué debe probar alguien que pise por primera vez la Venta Gabriel? Manuel Sánchez responde: "Tenemos una entrada muy fácil, que es pimiento rojo asado y caliente con aceite de olvia y sal; luego algo de verdura; y un buen chuletón. Eso es lo imprescindible". Cuando se cumplen 45 años desde su fundación, el propietario asegura que lo celebrarán seguro, pero que aún no ha pensado cómo. "No nos da tiempo a nada", sostiene, y es la mejor señal de que trabajo no les falta.
Después de unos meses (demasiados) duros por las restricciones de la pandemia, ahora están levantando cabeza. "Tenemos muchos clientes de Cádiz y Chiclana, y claro con las ciudades cerradas lo pasamos fatal", explica Sánchez. "Lo pasé muy mal en el confinamiento porque no sé hacer otra cosa. No sé ni clavar una puntilla en mi casa", dice riéndose. El éxito es tal que hasta unos clientes de Noruega quieren replicar el modelo de la Venta Gabriel en el país nórdico. "Cuando esté terminado nos llevarán", comenta Manuel. Eso tiene que ser digno de ver.
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