El "canallismo", así lo denominó Pablo López, el coach de La Voz que engatusó al portuense Sergio Chaves para que se decantara por su equipo cuando él y Laura Pausini giraron sus asientos en las audiciones a ciegas. El joven pisa fuerte en esta experiencia que la vida le brinda con apenas 23 años. Su energía y su voz desenfadada ha acabo colándose en el concurso de Antena 3 y eso que “realmente yo no me quería presentar”.
El cantautor, que se enfrentará este viernes a Curricé, estaba un día tan tranquilo en su casa cuando su mejor amigo le pasó el anuncio de un casting. “Me dijo: - Tío, ¿por qué no te presentas?, y le dije: -Venga ya, aquí hay gente muy buena, ¿qué voy a hacer yo ahí?”, recuerda el que confiesa que mandó su vídeo el último día del plazo, “al final me acabaron convenciendo y fui pasando de casting”.
Desde que logró hacerse un hueco en el equipo, Sergio disfruta al máximo de cada instante, entona versos y acaricia su guitarra para remover las entrañas de los espectadores y defender su plaza. “Te ponen delante de unas cámaras y de Alejandro Sanz, Pablo López, Laura Pausini, Antonio Orozco, en Madrid, que nunca había tocado fuera de El Puerto, ya la experiencia en sí te cambia la vida”, reflexiona entusiasmado, “cuando te das cuenta de que detrás de esas cámaras hay una tele, y detrás de ese televisor hay una familia, y hay gente ya no solo de España si no de Latinoamérica también...”.
El cantante que da pasos de gigante en su carrera musical empezó en este mundo en el karaoke que sus padres regentaron durante 16 años en su ciudad natal. “Me crié allí, me gustase o no al final he acabado escuchando mucha música, tanto lo bueno como lo malo depende de la hora en la que uno se plante en un karaoke a escuchar, pero yo estaba allí muchas”. Por eso, según explica Sergio, “mis composiciones beben mucho de la música de los principios de mi vida. Yo creo que eso tiene mucho que ver con la forma que tengo de cantar y hacer las cosas musicalmente hablando”.
Lleva toda la vida cantando, excepto durante “la edad del pavo, como se dice, que me dio por no cantar”. Después retomó su pasión cuando conoció a la compositora, también portuense, Maribel Albeli. “Cuando yo tenía unos 15 años, un día fui al antiguo pub Milord y vi un concierto de ella por primera vez. Y ese día decidí que yo quería dedicarme al mundo de la música”, dice a través del auricular mientras merodea cerca de la ventana en busca de cobertura.
A partir de entonces, Sergio cogió su guitarra “de forma autodidacta” y se dispuso a rebuscar en su interior, en su “alma”, hasta que hace tres años compuso su primera canción Herido diario. Sin embargo, un año y medio más tarde fue Pesadillas, el tema que lanzó por primera vez a las redes sociales. “Los pequeñitos como nosotros, a los que nos cabe el corazón en una guitarra o en un piano donde cobijarnos, cuando estamos escribiendo una canción estamos a pecho abierto, volcando todas las emociones tanto positivas como negativas”, confiesa el joven al que también le encanta hacer sus propias versiones “a mi rollo”.
Según cuenta a lavozdelsur.es, lo hace como “un halago, creo que hay compañeros que están haciendo cosas muy interesantes en la música y creo que es como una forma de premiar al artista grande”.
Canciones de Leiva, Dani Martín, Izal o Fito, y sus creaciones, que “son como mi zona de confort”, llevan cinco años resonando en las paredes del pub cultural El Rincón de la Luna, el local más antiguo de El Puerto, donde también se estrenó el fin de semana pasado, tres noches consecutivas, después de su paso por La Voz.
El que ha ayudado en el bar de sus padres, ahora realiza pequeños conciertos, un evento que no solía frecuentar. “El primero que fui en mi vida fue al festival Cabo de Plata, allí iba a descubrir, cuando llegué al escenario y vi a la gente cantando me puse a llorar de la emoción como un tonto, y dije, definitivamente creo que esto es lo que yo quiero hacer el resto de mi vida”, relata el que se dedicaba a dar clases particulares de guitarra a niños de Primaria con los que probaba sus canciones.
Entre risas, Sergio recuerda cuando “los utilizaba un poco como de conejillos de indias, como los niños son sinceros, un día me planté y les canté Pesadillas, y si se quedaron con la melodía, eso es bueno”.
Aunque su punto fuerte es su cante, el compositor, además de acompañarse con su guitarra, está aprendiendo a tocar el piano y el ukelele. Cada vez que entra en un local de ensayo, “empiezo a toquetearlo todo, hay días que me pongo a investigar con la batería, otro con el bajo”.
Sergio tiene ganas de comerse al mundo, así lo transmite con sus palabras, pero también siente “mucho vértigo, yo creo que el día que yo me vaya a subir a un escenario y me suba tan campante y me vaya andando como cualquier otra cosa, y sin miedo, ese día estaré muerto seguramente”, dice. Para él, ese vértigo es el motor que hace que “las canciones estén vivas y que cada concierto sea único, aunque el repertorio sea el mismo”.
Es consciente de las dificultades a las que se enfrenta en un panorama emergente donde “no es solo mi supervivencia sino también la de ese local”, expresa, el que a veces ha invertido en una sala, “te toca dar pasta por alquilarla, por entrada y no sabes quien te va a ir a ver, si llenaré, si voy a amortizar la gasolina”.
El relato de Sergio podría ser el de cualquier músico local que quiere abrirse paso en el sector de la música, ahora damnificado y golpeado por la pandemia. Desde el punto de vista de Sergio, “nos están complicando todavía más las cosas”. El concursante aprovecha para reivindicar más inversión en cultura. “Se la están cargando, a la gente que estamos haciendo cosas a pequeña escala, si nos lo quitan, qué mínimo que recibir una ayuda por parte de la Junta o de los Ayuntamientos”, manifiesta.
Aunque en tiempos de coronavirus “están matando a la cultura”, el ámbito donde me mueve como pez en el agua, él espera “estar vivo” dentro de unos años. Sergio sueña y seguirá luchando. “Me gustaría llenar un teatro, me encantaría irme a sitios como El Pelícano, el Pay Pay o la sala Galileo Galilei, eso sería maravilloso”.
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