"Después del diagnóstico de cáncer terminal, decidí dejar a mi marido y me acosté con 200 hombres. Así me enamoré, de mí misma". La historia de Molly Kochan, quien falleció en 2019 a los 45 años, ha resurgido con fuerza tras el estreno este pasado viernes en Disney+ de la serie Dying for Sex, basada en su vida.
Diagnósticada con un cáncer de mama terminal, Molly decidió transformar su existencia y vivir plenamente el tiempo que le quedaba, iniciando un viaje de autodescubrimiento sexual y emocional que desafiaba todos los estigmas.
"No quiero ser la persona más fuerte que conozcas", escribió en Instagram, donde compartía imágenes provocadoras y textos sobre su enfermedad. Para ella, los selfis sensuales en ropa interior que publicaba y enviaba a desconocidos eran una forma de sentirse viva, en lugar de verse definida por su condición médica.
Natural de Nueva York, Molly se trasladó a Los Ángeles, donde se casó y persiguió su sueño de ser escritora. En 2011 recibió su primer diagnóstico y se sometió a mastectomías, quimioterapia y radiación. Pero en 2015, el cáncer regresó en fase IV, sin posibilidad de cura. Fue entonces cuando decidió separarse de su marido y comenzar una etapa de liberación.
Un pódcast, una serie y un grito de libertad
Su proceso de reconstrucción incluyó sexo casual, fetiches y sexting, que le permitieron reconectar con su cuerpo y deseos. En 2018, junto a su mejor amiga Nikki Boyer, creó el pódcast Dying for Sex, donde ambas hablaron abiertamente de sexo, enfermedad, amistad y placer en un tono cercano y emocional.
En los episodios, Molly confesó que, durante años, fingía placer para complacer a los demás. "No tenía ni idea de lo que me gusta a mí", dijo. También relató cómo los traumas de su pasado, incluido un abuso, marcaron su relación con la intimidad y cómo el sexo se convirtió en una forma de sanar.
En sus últimos meses, escribió una autobiografía en la que volcó reflexiones crudas y sinceras sobre el cáncer, el amor propio y el sentido de la vida. A pesar de su diagnóstico, Molly logró enamorarse de sí misma, como ella misma reconoció: “Estoy enamorada. De mí misma”.
La búsqueda del amor y el impacto de su legado
“Creo que buscaba el amor”, resumió su amiga Nikki. Más allá del erotismo, Molly intentaba llenar un vacío emocional, una búsqueda que atravesaba cada historia. Desde un hombre que pedía ser tratado como un perro hasta otro que le solicitó que le pateara los testículos, sus encuentros estaban cargados de ironía, vulnerabilidad y humanidad.
La actriz Michelle Williams, encargada de interpretarla en la serie de Disney+, confesó haber llorado al escuchar el pódcast original: "Se necesita mucho para conmoverme. Pero, con Molly, ya estaba emocionalmente involucrada".
La vida de Molly Kochan se convirtió en un mensaje poderoso: la sexualidad y la dignidad pueden convivir con el sufrimiento, y nadie debería perder el derecho a sentir placer y amor, incluso en los momentos más difíciles. Su historia sigue inspirando, recordando que, incluso en la adversidad, la libertad personal puede ser la forma más profunda de sanación.