La capacidad de reinventarse continuamente de uno de los pueblos más bonitos de España para no quedarse solo en una cara bonita no conoce límites y, desde hace seis años, cuando se acerca el tiempo de la matanza y el frío –que todavía ni está ni se le espera– marca el día a día del calendario, Vejer de la Frontera pone en marcha una jornada gastronómica que la convierte en “capital mundial de la gastronomía por un día”, tal y como confesaba el alcalde de la localidad, Antonio González Mellado, a lavozdelsur.es en el transcurso de una mañana en la que los visitantes se contaban por miles, al igual que los kilos de lomo en manteca y embutidos de la zona que podían degustarse en múltiples formatos en bares, restaurantes, mercados y mercadillos.
Desde las variantes más foodporn hasta el bocado más gourmet, el lomo en manteca made in Vejer fue el absoluto protagonista de una jornada donde se pudieron probar las famosas croquetas que hace con el producto la carnicería de Paco Melero, lo que provocaba largas colas.
Otros, sin embargo, bailaban al son de la charanga encargada de amenizar la jornada en las inmediaciones de las Murallas de la Segur y, los más avezados, hasta se aventuraban en la búsqueda de “un flotador para tirame dentro del perol” donde, en vivo y en directo, los distintos expositores preparaban una receta en la que el tocino de pella ibérica, el pimentón, los ajos y los pimientos ñoras con el complemento perfecto para las distintas piezas de lomo que se ofrecían junto con morcillas, butifarras, chorizos, salchichones, mermeladas, distintas variedades de frutos secos y, por supuesto, pan. El gran pan rústico y blanco de los obradores de la población.
Y si bien los más tempraneros pudieron degustar el desayuno preparado por la asociación del pueblo saharaui Saguía El Hamra, los más camastrones aguantaron hasta bien entrada la tarde y noche en alguno los 23 bares y restaurantes que se subieron al carro. “Hemos preparado 4.000 kilos de lomo en manteca y otros 4.000 kilos de embutidos para este día”, señalaba la máxima autoridad vejeriega, quien lo mismo se afanaba en saludar a vecinos y visitantes, que hacía de forma continua “una ronda por los expositores” en los que no paraba de reponerse mercancía.
“El año pasado, a las tres y media de la tarde, ya no nos quedaba material” indicaban a este medio los responsables del expositor de la Venta Pinto, uno de los templos del bocadillo de Lomo en Manteca, estrella de una jornada en la que la variante croquetera se mostraba también como una seria competencia en el ranking de productos más solicitados.
24 horas de alta intensidad calórica
Desde que los showcooking desarrollados en la jornada de vísperas del Día Internacional del Lomo en Manteca, hasta que el último de los negocios echó la baraja y cerró sus puertas, Vejer se convertía durante 24 horas en epicentro gastronómico de la provincia de Cádiz, con el objetivo de posicionar este encuentro como una de las referencias del calendario culinario autonómico, nacional y, como dijera su alcalde, “hasta mundial”.
“Si mi endocrino me ve, me mata”, señalaba uno que se marchaba para casa con bolsa en mano llena de tarrinas y blíster “que no son para mí, sino para la familia” y otros, sabedores de que un buen bocadillo sirve a la vez de desayuno, almuerzo, merienda y hasta de cena, no dudaron en suscribirse a la ruta de senderismo que daba comienzo tras el desayuno benéfico “para después no tener cargos de conciencia”. “Hemos ido hasta Barbate” señalaban quienes aún con bastones en mano buscaban el equilibrio energético e hipercalórico con el que compensar “las cuestas que hemos subido y bajado”.
De sustento diario para los agricultores a bocado gourmet
Poco o nada queda ya de aquellos días de matanzas, cuando llegaban los fríos y la cinta de lomo metía en manteca de pella para prolongar su conservación al igual que ocurría con los embutidos y las salazones. Sin embargo, ni la modernización y las posibilidades de conservación actuales han conseguido modificar “una receta en la que cada uno tenemos nuestro toque y le damos un punto distinto, según nos guste la carne más o menos jugosa, como más o menos sabor a pimentón o con más o menos ajos”, relataba a quien le preguntaba el carnicero Paco Melero.
Así, desde el típico bocadillo de lomo o sus distintas variantes como tapa y plato, con manteca blanca o colorá, hasta la elaboración como base de las propuestas más gourmet, la estrella del día gastronómico desarrollado en Vejer, no venía sino a reafirmar que la cocina tradicional, la de producto local, la de nuestras abuelas, la de toda la vida, cumple sobradamente su objetivo: “soportar en condiciones óptimas el paso del tiempo y posicionares como uno de los mejores embajadores que tiene a gala uno de los pueblos más bonitos de España”.
Tal es así, que los arroces de Paco Doncel — Restaurante El Muro— serán los que defiendan a la cocina gaditana en el encuentro clandestino organizado los propietarios de la firma Molino Roca en el que 50 de los mejores arroceros de España rinden homenaje a los llauradors — agricultores del arroz del levante—, en algún lugar recóndito de la albufera valenciana.
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