Merece la pena desconectar, degustar, reflexionar y reencontrarse. Te ofrecen alojamiento, desayunos y barbacoa.
“Asesinado por el cielo, entre las formas que van hacia la sierpe y las formas que buscan el cristal dejaré crecer mis cabellos”.
Federico García Lorca.
Alpujarras, caminos perdidos entre Almería y Granada. La costa malagueña con sus espetos y a continuación un conglomerado de olivos, almendros, higueras y viñas que adornan un paisaje entre montañas escarpadas y ríos de tierra orillando mares de plástico.
No sé porqué el recuerdo de bandoleros y maquis me vienen al pensamiento inevitablemente. Pueblos abandonados donde los niños cantaban romances y las tablas de multiplicar completan el repertorio que se ofrece al viajero. Y allá, al fondo, alejado del mundanal ruido está el Cortijo perdido, en la Rambla de Huarea.
Pura poesía entre frutos resecos que traduce en sus hojas el otoño anaranjándose. La belleza del entorno no ha sucumbido a los días de vendimia. La hacienda trasmite paz y ese necesario reencuentro con uno mismo que hoy en día ya no consiguen ni un spa, ni un lujoso hotel, ni una cata temática y trasnochada al uso. Apenas cuatro kilómetros a camino o en 4x4 te separan de la civilización y os aseguro que merece la pena calzarse las botas y andarlos.
Se han reventado las granadas y los avellanos escupen sus frutos. Uvas secas se convierten en vainica de los campos y en la bodega nos espera Miguel Maldonado, artífice de la creación enológica y literaria heredera de una historia digna de vivirse y que es la que andábamos buscando.
Suena Serrat al fondo. No es casualidad que el cantautor sea uno de los privilegiados catadores de este caldo, escaso y cada día más cotizado. Más poesía. Atardece y los viñedos enrojecen. El visitante comienza a sentirse en su casa y la experiencia crece. Vivienda Rural: GR/ VTAR/0085. La vivienda va a ofrecerte mucho más que esa clasificación numérica: un perfecto maridaje del entorno con la Historia, la enología y la literatura. Música que alegran almas.
La bodega Rambla de Huarea está en Albuñol, Granada. La montaña que está justo al lado pertenece a Adra, Almería. Puedes poner un pie en cada provincia sin dar ni un salto. De la vieja escuela derruida quedan apenas un par de tabiques en pie. Percibir el aroma que desprenden las plantas del entorno no tiene precio. Todo es muy rústico y rabiosamente moderno a su vez. Este cortijo encierra en su interior la bodega más pequeña de Europa que comercializa vinos etiquetados con autorización y sometidos a un exhaustivo control de calidad bajo la supervisión de su propia enóloga.
Maldonado presume de rescatar una uva autóctona y exclusiva de la zona, la vijiriega que estaba en serio peligro de extinción y que combinada con las uvas Pedro Ximénez y la sauvignon blanc te ofrece un vino artesano de color amarillo verdoso, fresco y limpio con sabor a plátano y manzana. Auténtico es su tempranillo barrica, multivarietado al diez por ciento con garnacha y cabernet sauvignon. Un vino de color rubí, aromas a vainilla y frutos del bosque con fondo a madera. Retrogusto al roble americano de la crianza y con un toque ácido propio del clima soleado del Sur, de la Contraviesa, vino del que si te lo propones, podrás disfrutar in situ.
Pesas, máquinas de escribir, singer de coser, radios antiquísimas, llaves de la hacienda, aperos de labranza... convierten la estancia en un mágico y magnífico contexto único e inigualable. Más que una experiencia para los sentidos porque sus vinos son la herencia de sus antecesores. Han pasado de abuelos a padres y de padres a hijos que retornan a los orígenes sin renegar y que recuperan su historia y la transmiten con entusiasmo y con hospitalidad. Es posible pernoctar a precios increíbles por un par de noches y con hasta ocho personas en total. Vuelves al pasado y percibes como fluye la poesía, como flota y se diluye. Lorca y Granada se besan en este recóndito paraje. Merece la pena desconectar, degustar, reflexionar y reencontrarse. Te ofrecen alojamiento, desayunos y barbacoa. Atrévete a exprimir tus propias naranjas recién recogidas, es centenario ese árbol... Una aventura inolvidable.
No podríamos encontrar un Nueva York más auténtico y cercano sin cruzar el charco, Federico lo escribió en sus poemas: “Pero el dos no ha sido nunca un número porque es una angustia y su sombra, porque es la guitarra donde el amor se desespera, porque es la demostración de otro infinito que no es suyo y es las murallas del muerto y castigo de la nueva resurrección sin finales”. Poema infinito, Poeta en Nueva York.
La mejor forma de celebrar la resurrección del poeta andaluz. Si les es posible, no se lo pierdan. Andaluz.
poetaennuevayork.es Bodega Rambla de Huarea. También en Facebook. Tel. 696948666. Albuñol (Granada).
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