Una rana dorada medita sobre una mesa a la que adorna con su brillo. Mientras suena Izal de fondo, una pareja desprende alegría desde un restaurante que acaba de cumplir 11 años de vida. La Micaela, en El Puerto, ya se ha hecho un hueco en la lista de favoritos de muchos. Es por su cocina de autor “muy nuestra y muy personal”, pero también por esas sonrisas que José Antonio Paguillo, de 50 años, y Nuria Racero, de 42, sacan a diario a sus comensales.
La complicidad de esta pareja traspasa la barra. Con buen rollo se entregan en cuerpo y alma a las demandas culinarias que, con mimo, preparan desde la calle Micaela Aramburu en el casco histórico. “Estamos trabajando en algo que nos gusta y eso nos da mucha felicidad”, dicen con una copa de vino de la tierra de Cádiz en sus manos.
Se nota que disfrutan entre platos, presentando con mucho arte cada opción. Ambos llevan desde los 18 años dedicándose a la hostelería, más de 30 años de experiencia que plasman en su negocio. José Antonio, oriundo de Brenes, un pueblo de Sevilla, comenzó “como una chiquillada” con un bar de copas entre amigos y después trabajó dirigiendo otros establecimientos en los que se interesó por la cocina. “Yo me metía allí a echar una mano y me pegaba a los chefs y así fui aprendiendo. He limpiado muchos boquerones”, cuenta a lavozdelsur.es.
A Nuria, natural de Sanlúcar, fue un viaje de vacaciones a Cataluña con sus amigas, lo que hizo que acabara en este sector. En vez de regresar a casa, se quedó en Gerona, donde empezó a trabajar en restaurantes de renombre y en el balneario Vichy Catalán. “Con 23 años ya estaba dirigiendo a más de 20 personas”, recuerda la sanluqueña.
En agosto de 2005, cuando estaba al frente de Casa Marieta, un local centenario con reputación ubicado en la Plaza de la Independencia de la ciudad catalana, se enamoró. “Yo le eché el ojo, o ella me lo echó a mí”, ríe José, que ese mismo año trabajaba justo en el bar de en frente. Tras unos años en la Costa Brava, se mudó a esta ciudad, donde ambos se conocieron y empezaron una vida juntos.
“Una noche, charlando, nos transmitimos el uno al otro que nuestra estancia había acabado y que nos apetecía volver”, continúa el sevillano. Así que decidieron regresar a las tierras andaluzas. Como él no quería volver a la capital, y ella, proponía estar cerca de su gente, se mudaron a El Puerto, ciudad donde están afincados desde hace 16 años. “Yo siempre veraneaba aquí, tenía muy buenos recuerdos, y teníamos claro que queríamos costa”, comenta José.
Desde el local, decorado con una espiral de peces hipnótica y una iluminación cálida, relatan que este municipio los acogió “muy bien laboralmente hablando”. Él se incorporó al equipo de la cafetería Moka y al ya extinguido Sport House, en el centro comercial de Vistahermosa, y ella, entró en una brasería de la zona, después en la pescadería Aparicio y, finalmente, en la antigua cafetería Di Roma.
“Lo primero que me dijeron fue que cambiase mi currículum. Sabía puncear, emplatar y eso se practicaba en muy pocos sitios entonces”, expresa Nuria, que quiso conocer la esencia de la ciudad con el pescaíto frito, algo que nunca había trabajado. Tras unos años cada uno, por un lado, optaron por liarse la manta a la cabeza y arrancar su propio restaurante. En 2013 nació La Micaela en la calle a la que debe su nombre, donde había locales de pescado, pizzas y desayunos.
José y Nuria irrumpieron con una oferta diferente que la gente empezó a buscar. “Le pusimos así para que los clientes no se perdieran”, dice la pareja que también rinde homenaje a Micaela Aramburu Fernández, conocida como Viuda de Mora, personaje histórico que muestran en un retrato del local.
De familia de banqueros y con gran influencia anglo-francesa, esta vecina gaditana destacó por su generosidad. “Ella ayudó a muchas personas y donó muchos edificios”, comentan junto a un cuadro que recoge su historia.
Alejados de la milla de oro, —calle Misericordia y alrededores— se instalaron en un local con terraza por el que habían pasado otros negocios hosteleros, pero “nadie acababa de encajar”. Desde entonces, en las cenas familiares y las veladas en pareja presiden platos de elaboración propia creados y diseñados en lo que llaman su “laboratorio”.
“Hemos fusionado la cocina de todos nuestros años de hostelería. Él siempre ha sido más de bares y tabernas, y yo de restaurantes, hemos mezclado y ha salido La Micaela”, explica Nuria.
En la carta se distinguen 48 platos, además de las propuestas fuera de carta y los postres caseros que van variando. “Le puedes dar la vuelta que no te aburres cuando vuelves a empezar otra vez”, ríe la sanluqueña.
Las estrellas de la casa desde que abrieron son los huevos a la Micaela. Una torta de maíz sobre la que reposa un timbal de calabacín, zanahoria, pollo, huevo, aji (pimiento peruano) y “una salsita que todo el mundo pregunta, pero por su puesto nunca contamos”. Según dicen, “no hay ningún plato que pueda con él”.
La pareja invita a tomarlo como si fuera una pizza, extendiendo el timbal por la torta. “Hay muchísima gente a la que no le gusta la verdura y dice, es que como verdura en la Micaela, tanto niños como adultos”, comentan.
Otra de sus recomendaciones es el arroz salvaje, con mango, aguacate y langostinos a la plancha. Un plato que ha sido muy mediático desde que, para su sorpresa, salió en una lista gastronómica publicada en prensa. “Se ha hecho muy famoso, viene mucha gente preguntando por él”, dice Nuria mientras lo lleva a la mesa.
La tortilla de camarones, que defienden como la mejor, el tartar de atún con aguacate y el pulpo crujiente sobre patata con lima y salsa kimchi también componen una carta que ya ha enganchado a visitantes y vecinos.
Su clientela es muy familiar y manifiesta a los cuatro vientos que cuando va, se siente como en casa. Entre los comensales que no se resisten a La Micaela está David Calleja, el teniente de alcalde de Fiestas, Comercio y Hostelería de El Puerto. “Calleja descubrió esto y se enamoró, sabiendo sus gustos, le hemos dedicado un plato, la tulipa de carne y queso”, comentan sin perder la sonrisa.
José y Nuria, junto a otros hosteleros, se dirigieron al Ayuntamiento hace unos dos años para darle "vidilla" al sector. El sevillano creó la agrupación de empresarios hosteleros del centro, de la que es presidente, con el objetivo de caminar todos a una. “El potencial que tiene El Puerto estaba un poquito adormilado. Si la ciudad no funciona, mi local no funciona del todo”, sostiene José sentado junto a su querida Nuria. Mucho amor del bueno con el que no solo animan paladares.
Impulso a las rutas gastronómicas
Desde la asociación, en estos dos años de vida, han lanzado dos iniciativas para dinamizar el centro. Muerde el otoño, y Los guisos de nuestros patios, ligada a la Fiesta de los patios, ambas para desestacionalizar el turismo. La próxima cita es la segunda edición de esta última, que se celebrará del 11 al 21 de abril. “El año pasado se vendieron más de 6.000 tapas en cinco días, y hemos decidido alargarla. Coincidirá con el fin de semana de los patios, y con otro que habrá un evento que todavía no puedo decir”, explica José Paguillo.
Comentarios