A Grazalema se llega después de conducir por carreteras sinuosas, con curvas cerradas, vistas de vértigo y paredes rocosas a uno y otro lado, adentrándose por el Parque Natural Sierra de Grazalema, en cuyo centro está enclavado un municipio de apenas 2.000 habitantes censados, pero por el que pasan miles de visitantes cada año. El pueblo está a 120 kilómetros de Cádiz, a apenas 32 kilómetros de Ronda, a 130 de Sevilla o a 87 de Jerez. De interior, pero bien comunicado. Hay quien piensa en el destino como un lugar en el que vistas en otoño o invierno, pero también tiene vida el resto del año. ¿Qué se puede hacer en verano en Grazalema? Aquí van varias ideas:
Recorrer el pinsapar
Pasar por Grazalema supone estar en la tierra de una especie arbórea única, el pinsapo, un abeto que solo crece en esta zona y que es santo y seña de la localidad. De hecho, en la bandera del pueblo aparece, de color verde sobre fondo blanco. El Parque Natural Sierra de Grazalema constituye uno de los grandes tesoros botánicos del país, ya que se puede contemplar a una especie que solo se encuentra en este enclave, el pinsapo, que también se ve en el cercano Parque Natural de la Sierra de las Nieves de Málaga. Es una especie que se halla dentro de espacios naturales protegidos, como son estos parques naturales, reconocidos como reservas de la biosfera por la Unesco.
“Grazalema está en el corazón del primero de los Parques Naturales que se declaró en toda España, a los pies del techo de Cádiz, de los picos montañosos más altos de nuestra provincia, al lado de un bosque de pinsapos, uno de los más antiguos que existen en Europa”, explica Carlos Javier García, alcalde de la localidad. El pinsapo, una de las pocas especies que sobrevivió a la última glaciación alpina, se puede contemplar durante la ruta que une Grazalema y Benamahoma.
Degustar queso payoyo o carnes ibéricas
Gastronómicamente hablando, hay que probar el queso payoyo, típico de la Serranía gaditana, o el cordero al horno, que con tanto esmero se prepara aquí. De postre, amarguillos y cubiletes, dulces originarios del pueblo. Pero también atún de Barbate, carnes ibéricas y otros platos que preparan con esmero los hosteleros del municipio. José María Barea, propietario del gastrobar La Maroma, cuenta que “se pueden degustar productos autóctonos, como una tosta de pan cristal con salmorejo cremoso con lagartito ibérico y pimientos caramelizados, un revuelto de patatas con huevo, lomo en manteca y trufa fresca, tarta de queso de cabra payoya…”, enumera.
“La localidad ofrece una gastronomía diferente sin olvidarse del producto local y kilómetro cero”, agrega. Además, ahora tienen que “vender seguridad, aparte de nuestros productos”, por eso en los establecimientos hay gel hidroalcohólico, se desinfectan los baños continuamente y, en el suyo, hasta ha instalado un aviso sonoro para que los empleados se laven las manos cada diez minutos. “Hay que reducir al máximo el riesgo de contagio”, insiste.
Alojarse en hoteles con vistas espectaculares
“Grazalema ofrece turismo de interior con unas vistas espectaculares”, asegura Inmaculada Medinilla, directora del hotel Fuerte de Grazalema, un establecimiento de cuatro estrellas, a cinco kilómetros del municipio, enclavado en el corazón del Parque Natural de la Sierra de Grazalema. “Es una localidad totalmente segura, no ha habido ningún caso”, incide Medinilla.
El hotel, como el resto de negocios del pueblo, ha establecido un estricto protocolo de seguridad, aumentando la limpieza y desinfección de las habitaciones y espacios comunes, implantando el checking online para evitar aglomeraciones o un circuito por el restaurante para evitar cruces entre clientes, todo sin perder actividades para los más pequeños, con “actividades seguras en exterior”, o servicios como la piscina, cuyo exterior se desinfecta continuamente. “Todo para que los clientes puedan disfrutar de unas merecidas vacaciones de forma segura”, expresa la directora del hotel.
Rutas para conocer un pueblo con siglos de historia
Durante julio y agosto, Grazalema organiza rutas guiadas por el municipio y por su pedanía Benamahoma. Los viernes y sábados se realizan de 21:00 a 22:00 horas, y los sábados y domingos de 9:30 a 10:30 en Grazalema y de 11:00 a 12:00 horas en Benamahoma. Son gratuitas y con un aforo limitado a diez personas. “Durante la ruta aprendemos cómo nació Grazalema y cómo ha evolucionado hasta hoy”, explica Álvaro Benítez, guía turístico del Parque Natural Sierra de Grazalema.
El itinerario en la ruta por el municipio empieza en la plaza del pueblo, pasa por sus iglesias más importantes, el Ayuntamiento, la zona baja donde se encuentra barrio nazarí, la antigua puerta de la villa, la calzada medieval, por un pequeño pinsapar ubicado en la localidad, y luego pasa a la parte alta para explicar en qué consiste su tradicional fiesta del toro de cuerda, para acabar en el mirador de Los Peñascos. “Lo mas especial para mí es lo que nos rodea, tanto las montañas que tenemos como los pinsapos”, reseña Benítez, “y una vez dentro de pueblo su gastronomía, su gente, sus calles”. Las reservas se deben hacer con antelación escribiendo al email reservagrazalema@gmail.com.
Darse un chapuzón con vistas a la Sierra
La piscina municipal de Grazalema se encuentra en el emblemático Tajo, un enclave natural espectacular desde el que se puede contemplar el vuelo de águilas reales mientras se está en la piscina. Al entrar, bajando unas escaleras, espera Clara Calvillo, una de las socorristas. “Medimos la temperatura corporal, obligamos a la gente a que se lave las manos, pase los pies por una alfombra desinfectante, a desinfectar sillas o tumbonas que traigan de casa, a llevar mascarilla si van al baño o al bar y a ponerse en las pegatinas que hay en el suelo para respetar las distancias”, explica. La piscina tiene este verano dos turnos, mañana (11:00 a 15:00 horas) y tarde (16:00 a 20:00 horas), en los que el aforo está reducido a 50 personas en cada uno. “Los baños y las duchas se limpian cada vez que las usa alguien”, insiste, recalcando la seguridad de un entorno con vistas únicas.
“Es uno de los pueblos considerado de los más bonitos de España, el valor patrimonial de sus calles permite encontrarte con lo que siempre fue”, expresa el alcalde, Carlos Javier García, quien destaca que es una localidad “muy sensible con su entorno, con su patrimonio, con el lugar en el que estamos”. El regidor destaca el “comportamiento ejemplar de nuestros vecinos y vecinas” e invita a los visitantes a que “se sumen a esa solidaridad colectiva”. “No hemos tenido ningún contagio, eso para un destino turístico como el nuestro es un verdadero aval”, apunta. “Grazalema no es un escenario, es un pueblo cargado de vida”, remata.