Que Carmona es un destino turístico de calidad es bien sabido por los visitantes que, cada vez más, acuden, sobre todo los fines de semana, a disfrutar del día a día de una ciudad única en la provincia. Pero al casco antiguo de la capital de Los Alcores le faltaba algo. Quizás, salir de lo clásico y apostar por algo nuevo. Ubicado en la emblemática calle Siete Revueltas, 7Reales no es una simple tienda: es un espacio gurmé donde el legado vinícola, la selección de productos singulares y la repostería artesanal convergen en una propuesta gastronómica irrepetible. Detrás del proyecto están Antonio José Cabezas y Patricia Jiménez, dos apasionados del sabor y la historia que han convertido su negocio en un punto de referencia para los paladares más exigentes.

El camino de Antonio hacia el mundo del vino y la gastronomía tiene raíces profundas. “Mi abuela tenía una tienda de ultramarinos y desde niño aprendí a valorar los productos, la atención al cliente y el placer de compartir lo mejor con los demás”, recuerda. De esa herencia familiar nació 7Reales, concebido como un espacio donde cada producto tiene un origen, una historia y un propósito. “Nuestra filosofía es clara: cada persona que entra por la puerta debe sentir que no está en una tienda convencional, sino en nuestra propia casa”, explica. El local, una imprenta centenaria restaurada con mimo, mantiene elementos arquitectónicos históricos, resaltando el alma de una ciudad con siglos de historia.
El vino en ánforas: un retorno a la esencia
Uno de los pilares de 7Reales es su apuesta por recuperar los vinos elaborados con técnicas romanas. “El vino es cultura, es arte y es testigo del tiempo”, afirma su dueño. Su colaboración con universidades como la de Sevilla, Cádiz y la Pablo de Olavide ha permitido rescatar métodos ancestrales de fermentación en ánforas de barro, similares a las que utilizaban los romanos hace más de dos mil años. La herencia de Columela.

Las ánforas, elaboradas por alfareros andaluces, permiten una oxigenación distinta a la de los barriles de madera, otorgando al vino una textura y un perfil aromático único. “El barro le da una vida diferente al vino, lo hace evolucionar de manera natural y cada botella que abrimos tiene su propia personalidad”, explica el empresario. Los clientes que prueban estos vinos emprenden un viaje en el tiempo. “Cuando bebes de una ánfora, estás bebiendo historia, estás volviendo a los orígenes del vino tal como lo entendían las civilizaciones antiguas”, añade. Esta propuesta ha calado hondo y las ánforas de 7Reales ya se han exportado a Estados Unidos, Chile y otros rincones del mundo.
El interés por estos vinos ha llevado a este local a convertirse en un espacio de divulgación y aprendizaje. Las catas organizadas en su interior no son convencionales; son un recorrido sensorial por la historia de la enología mediterránea. “Aquí no solo se bebe vino, se viaja en el tiempo”, asegura Antonio José. Cada cata es una lección de historia y cultura. Los asistentes no solo aprenden sobre la fermentación en ánforas y las diferencias entre los vinos modernos y los antiguos. También descubren cómo se integraba el vino en la vida cotidiana de los romanos. “Explicamos su importancia en los banquetes, su función en la medicina antigua e incluso cómo se mezclaba con especias para mejorar su conservación”, detalla. Y todo esto en la ciudad que tiene en su haber el vino más antiguo de Occidente.


El ambiente en estas catas es íntimo y envolvente. "Nos gusta que la gente se sienta parte activa. Encendemos velas, usamos copas de barro y recreamos la atmósfera de una taberna romana. Es una experiencia completa que va más allá del paladar". Estas sesiones han ganado tanta popularidad que las reservas se llenan con semanas de antelación.
Un obrador con alma
Mientras Antonio José explora los secretos del vino, unidos a quesos únicos de pequeños productores, productos como patés de animales de caza o embutidos elaborados de manera artesanal, Patricia Jiménez dirige el obrador de 7Reales, donde cada dulce es un homenaje a la tradición. “Nos gusta pensar que nuestros postres cuentan historias”, comenta. Sus especialidades incluyen los tarritos de tartas individuales en cristal, con sabores como el tocino de cielo, mango y dulce de leche, así como los pasteles árabes, herederos de la repostería andalusí y de su infancia en Tetuán.
Uno de los emblemas del obrador es la torta inglesa de Carmona, un dulce icónico que Patricia ha perfeccionado con una receta que equilibra lo tradicional con un toque contemporáneo. “Cada bocado debe evocar recuerdos, pero también sorprender”, dice. Y cuando el obrador está a pleno rendimiento, la fragancia de lo natural y artesano inunda las calles de Carmona. “Nos encanta recibir visitas, explicar nuestros procesos y mostrar cómo los ingredientes y las técnicas afectan el resultado final”, añade. Este enfoque ha convertido el obrador en un punto de encuentro para los amantes de la pastelería, alejada de los grandes hornos industriales con productos precocinados insípidos y poco saludables.

En 7Reales, el vino y la gastronomía dialogan en armonía. Además de las catas históricas, el establecimiento propone maridajes que desafían los paladares y reinventan las combinaciones clásicas. “No se trata solo de combinar vino con comida, sino de encontrar armonías inesperadas”, explica Antonio José. Entre las propuestas más innovadoras se encuentran los maridajes de vinos en ánfora con quesos curados de pequeños productores, embutidos elaborados con técnicas tradicionales y dulces que resaltan las notas de cada vino. “Un buen maridaje transforma completamente la experiencia sensorial. Es como si el vino y la comida se hablaran entre sí”, añade.
Las experiencias gastronómicas no se limitan a las degustaciones en el local. También organizan eventos privados, cenas temáticas y colaboraciones con chefs que comparten su visión de la gastronomía como un arte.
“Hemos recibido clientes que han venido desde Puerto Rico solo porque alguien les recomendó visitarnos. Eso es un orgullo enorme”, comenta Antonio José. La tienda ha logrado posicionarse como un referente para quienes buscan algo más que una simple compra. No obstante, emprender en el casco histórico de la ciudad no ha sido fácil. “Las trabas burocráticas, las dificultades para conseguir permisos y la falta de apoyo a los negocios tradicionales hacen que muchos proyectos se queden en el camino”, lamenta. A pesar de ello, 7Reales ha conseguido consolidarse y crecer, gracias a unos parroquianos que valoran su apuesta por la autenticidad.

Mirando al pasado, Latidos de Carmona, ese pequeño obrador con toques exquisitos junto a la Plaza de Abastos, sirvió para sentar las bases de lo que hoy es 7Reales. Con visión de futuro, Antonio y Patricia no descartan seguir innovando. “Queremos seguir rescatando productos con historia, investigando nuevas formas de elaboración y, sobre todo, manteniendo vivo el espíritu de nuestra casa", afirma. Y es que este rincón de Carmona no solo vende vino y dulces: invita a viajar en el tiempo, a descubrir y a saborear la historia en cada sorbo y en cada bocado. Y todo con un cariño y un trato exquisito, sin prisas, con gusto.