Salpicón de marisco, ensaladilla de pulpo, costillas al horno, atún encebollado, menudo o puchero. Las bandejas de un buffet ya rebosan de comida hecha con mucho “Love”. Un adorno con esta palabra lidera la zona a la que pronto se acercarán los comensales para llenar sus platos. En este establecimiento ubicado en el Camping de la Rana Verde, en Chiclana, se come “Como en casa”. Ya lo dijo una señora que un día degustó menudo. Fue ella la que propuso este nombre para un rincón hostelero donde se respira humildad, sencillez y ganas.
“Somos una gran familia”, dice Sonia López Gallardo, chiclanera de 43 años, junto a un recipiente lleno de albóndigas y otro de almejas a la marinera. Ella está al frente de este local en el que aterrizó en mayo de 2023. Nunca había trabajado en la hostelería. Regentaba dos tiendas de telefonía móvil junto a su marido, sin embargo, eso no impidió que se lanzara a vivir una nueva aventura. “El dueño del camping me lo ofreció, era una locura, porque estaba todo mal”, recuerda sentada en un enorme salón.
Con esfuerzo, lo prepararon todo y abrieron sus puertas como arrocería, el buffet surgió después. “Con las paellas funcionábamos muy bien, pero como teníamos el equipamiento para poder hacerlo, dijimos, ¿por qué no?”, comenta. Así que, en octubre de ese mismo año ya estaban ofreciendo numerosas opciones.
Para Sonia, animarse a meterse entre fogones, algo que había experimentado de forma fugaz en el chiringuito Marakas, “fue una terapia”. Padece fibromialgia, se ha operado de tres trombosis y ha superado dos tipos de cáncer, de útero y de piel. Una luchadora con todas las letras que afronta las dificultades con aplomo. “Me he llevado bastante tiempo sin trabajar y mi terapia ha sido mi cocina y mis niños. Eso es lo que me ha sacado de la cama. Esto no es un negocio, es una ilusión”, expresa mientras su compañera Cristina se emociona.
Esta chiclanera se ha rodeado de un equipo que rema junto a ella en los buenos momentos y en los que no lo son tanto. “Todas las que trabajamos aquí somos madres y hacemos comida de toda la vida, comida casera”, explica a lavozdelsur.es. En su buffet se come “pucherito de nuestras abuelas” y guisos tradicionales. Todo está hecho con sus manos y con un ingrediente que no falla, el cariño.
“Todo lo hacemos nosotras, incluidos los postres, no viene nada envasado”, comenta Sonia, que ha enfocado su oferta a “la comida de las abuelas, la que nosotros sabemos hacer”.
Los camareros terminan de preparar las bandejas antes de la hora de apertura. La armonía se palpa en un salón que los fines de semana llega a recibir a unas 400 personas de todas partes de Andalucía, además de los clientes fijos del camping. “Lo que más viene es gente de fuera, gente de Chiclana, estamos muy contentas, la verdad”, añade.
Sonia compra los productos en la plaza de Abastos de su ciudad, desde el pescado y el marisco, que cuecen a diario, hasta las carnes y las verduras. “Todo es fresco, por esto no tenemos siempre lo mismo, depende de lo que haya en el mercado. Unos días tenemos costilla y otros, codillo, unas veces acedías o boquerones y otras galeras y cañaíllas”, explica.
En este buffet, se puede comer pescaíto frito, carrillada o navajas, platos que conforman la gastronomía andaluza elaborada en las cocinas de los hogares. A punto de empezar el servicio, Sonia lanza un mensaje de concienciación contra el desperdicio alimentario. Según un informe del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en España en el año 2021 se desecharon 1245,88 millones de alimentos.
“Tú puedes levantarte todas las veces que tú quieras, pero es importante que no se derroche comida. Lo que no se sirve, lo donamos a comedores sociales y a personas sin recursos, no tiramos nada”, sostiene Sonia, que, al principio veía que muchas personas llenaban sus platos de guisos que al final no terminaban.
El puchero ya está caliente y los primeros clientes ya están entrando por la puerta. Es hora de llenar estómagos.
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