Jerez, repleta de catedrales del vino, con sus exclusivos jereces, los amados sherries que tanto gustan en Reino Unido, celebra el Día Mundial del Enoturismo durante toda esta semana.
Este lunes 7 de noviembre ha dado comienzo el ciclo festivo de cada noviembre con varias actividades que se prolongarán hasta el próximo día 13. Una de ellas es una ruta que ha llevado a un grupo de visitantes a conocer los monumentos y lugares más emblemáticos de la ciudad para conocer su historia y su relación con la cultura del vino, tan extendida y trabajada en la zona del Marco de Jerez.
Bajo el nombre El Jerez de los bodegueros, la ruta corre a cargo de la empresa turística Guiarte Jerez y la encargada de dirigirla es Maite Jiménez, quien explica que el objetivo principal es "relacionar la historia de la ciudad, su fundación y su desarrollo, con la producción y el negocio del vino". El resultado ha sido bastante positivo y las personas que se habían inscrito previamente para participar en la visita han acabado encantadas. Habrá nuevo grupo este miércoles.
La dificultad de hilar la amplísima y compleja historia de Jerez sin explicaciones excesivamente densas, o complicadas de entender, es uno de los grandes objetivos de esta ruta turística, ya que "al final participa mucha gente de fuera y para los que no son de Jerez —también para muchos oriundos— determinadas anécdotas que se podrían contar no las van a entender así que hay que tratar de sintetizar lo más posible".
En el caso de la visita de este lunes el grupo lo han compuesto jerezanos, murcianos, toledanos y una pareja procedente de Colombia. Maite señala que, en general, en este tipo de actividades la mayoría de los participantes suelen ser de la provincia de Cádiz, aunque "siempre hay excepciones". El miércoles repetirán esta visita para la que cuentan ya con más de una veintena de inscritos.
En esta ocasión, han comenzado en la Plaza del Arenal, junto a la Oficina de Turismo, donde han recibido a los visitantes y han compartido con ellos las cualidades, características y las variedades de los vinos pertenecientes a la denominación de origen Jerez-Xérès-Sherry, la más antigua de España. En relación a esto, Maite ha explicado a los presentes cuál es el proceso de elaboración y maceración de los caldos jerezanos, proceso de crianza que los hace únicos, y les ha invitado a aprovechar su visita para probarlos, porque "venir aquí y no tomarte un vino de la tierra es un pecado".
A continuación ha comenzado la visita. Los asistentes han conocido la historia de la Plaza del Arenal y su valor comercial en épocas pretéritas y su evolución desde que fuera un páramo a las afueras de la ciudad medieval amurallada hasta que se convirtió en punto neurálgico de la ciudad, aunque extramuros.
En la Alameda Vieja, han recibido una interesante lección de historia y arquitectura, ya que se les ha explicado cómo se construyó en sus inicios el Alcázar con el objetivo de protegerse de los invasores buscando puntos altos que permitieran controlar las áreas circundantes y el porqué de sus grandes torres y recovecos en los accesos. El vino también ha estado presente en esta explicación, ya que antes de construir la fortificación, antes siquiera de que Jerez existiera como ciudad, toda la comarca estaba repleta de viñedos y los vinos que se fabricaban con ellos -nada tenían que ver con los de hoy en día- se exportaban por todo el Mediterráneo.
La influencia islámica desaparecerá de Jerez a mediados del siglo XIII, cuando Alfonso X toma la ciudad tras un asedio de nueve meses y obligue a convertirse al cristianismo a quienes no emprendieron la huida. Al quedar la ciudad prácticamente deshabitada, se inició una repoblación con personas procedentes del Algarve portugués, del reino de Castilla, los propios acompañantes del monarca y 92 familias judías que compodrían la judería. Como curiosidad, también se ha explicado que Jerez recibe su actual apellido en esta época por su situación limítrofe con el reino nazarí de Granada.
Reconquista y crecimiento exponencial de la exportación de jereces
En los siglos posteriores a su reconversión al cristianismo, Jerez documentó un crecimiento exponencial de la producción y la exportación de vino. Su principal comprador era Inglaterra, concretamente la ciudad de Bristol. La historia de cómo llegó el caldo jerezano a tierras británicas ha sorprendido a los presentes, y es que ni siquiera los piratas han faltado a esta cita con la historia.
El conocido bucanero Francis Drake contribuyó a que este producto se extendiera por tierras inglesas, ya que robó un barco cargado de botas de vino de Jerez. Tanto gustó que desde entonces no han dejado de consumir el famoso sherry. "¿Quién sabe qué habría sido de la relación entre Jerez e Inglaterra si no hubieran probado nuestro vino debido a aquel suceso?", dejó en el aire flotando la guía de la visita, a modo de reflexión. Pero no es la única anécdota relacionada con los británicos, ya que el cadáver de otro famoso personaje de las islas, el almirante Nelson, tuvo que ser guardado en un barril de brandy para poder conservarlo de vuelta a su tierra natal tras haber fallecido en la batalla de Trafalgar.
Alrededor del Alcázar se extendía el enorme foso que protegía el acceso a la muralla. En los alrededores de esa zona se construirían nuevos espacios que también se utilizaron para ubicar las famosas bodegas González-Byass, que los presentes han podido ver de primera mano. También han visto la veleta más grande del mundo, la de Tío Pepe.
Estas bodegas nacieron de la mano del sanluqueño Manuel María González. A los pies de su estatua se ha contado la historia de cómo se mudó a Jerez para iniciar su proyecto empresarial con la inestimable ayuda de su tío Pepe, quien da nombre a uno de sus productos más conocidos. La alianza con el empresario británico Robert Blake Byass permitió solidificar un negocio que creció con mucha fuerza durante una época en la que no fueron pocos los que invirtieron en el vino de la zona.
El desarrollo del "Jerez del vino" a partir de los siglos XVIII y XIX ha sido el hilo conductor del resto de la visita. Los asistentes han podido disfrutar de las vistas de la Catedral y conocer la historia de cómo su construcción se llevó a cabo gracias a las recaudaciones del conocido como impuesto del vino, promovido por el rey Felipe V y que grababa el precio del producto.
En esta época se produjo, como se ha mencionado anteriormente, la gran expansión del negocio bodeguero en la ciudad. Tal fue su magnitud que el Ayuntamiento tuvo que controlar la proliferación de conjuntos bodegueros y prohibir nuevas construcciones de este estilo en el intramuros, ya que la iglesia empezaba a perder fieles en barrios como el de San Mateo y con ello financiación. En la plaza del Cabildo han podido conocer esta curiosa historia y cómo la llegada de las familias de trabajadores bodegueros, que durante mucho tiempo vivieron prácticamente hacinadas en las casas palacio, promovió la construcción de barriadas provistas de viviendas sociales como la barriada España o La Plata.
De la misma época datan los primeros tabancos, que no se parecían en nada a los que se conocen hoy en día y se caracterizaban por su suciedad y por la venta de un vino de mala calidad. En la plaza Plateros, los visitantes han podido conocer los curiosos derechos que tenían los trabajadores de las bodegas tales como realizar varias paradas diarias en sus jornadas laborales para beber.
Aproximadamente se les permitía consumir un litro al día, lo que se sumaba posteriormente a lo que tomaban por su cuenta, que no era poco. Esto se tradujo en un importante problema de alcoholismo en la ciudad con el que se convivió durante mucho tiempo y que afortunadamente fue desapareciendo.
Encarando el final de la visita guiada llegó el turno de las casas palacio ubicadas en la plaza Rafael Rivero. Allí, pudieron conocer más acerca de este querido ex alcalde de Jerez que tomó las riendas de la ciudad cuando los concejales del Gobierno huyeron al campo al desatarse una epidemia de fiebre amarilla y sobre los planes que llevó a cabo para llevar el agua potable a las casas desde el manantial del Tempul salvando el cauce del río Guadalete. También han podido aprender más acerca de las inversiones realizadas en las líneas de ferrocarril -la de Jerez-El Trocadero fue la tercera de España- y que respondían, como no podía ser de otra forma, a la búsqueda de la forma más eficaz de transportar las botas de vino hasta el puerto más cercano.
Por último, la visita concluyó en el Gallo Azul, uno de los grandes monumentos de la ciudad y que es un regalo de la familia Domecq como agradecimiento a todos los jerezanos por el trato recibido. Allí se ha contado la divertida anécdota de la "competencia" que le intenta hacer el conocido con sorna como "la Gallina Blanca", un edifico perteneciente a la familia Ginzález-Byass situado justo enfrente y que fue bautizado de esta forma a modo de contraposición con el conjunto arquitectónico con el que supuestamente rivalizaba.
Durante aproximadamente dos horas, personas de Jerez o de fuera de la ciudad han podido disfrutar de este paseo tan especial por la historia y la cultura de una ciudad íntimamente ligada al mundo del vino y las bodegas.
La XIV edición del Día Mundial del Enoturismo, promovida por la Red Europea de Ciudades del Vino y coordinada por la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Jerez vuelve a poner en valor no solo la importancia de esta bebida, sino también su relación con el desarrollo de su infraestructura y con el modo de vida de sus habitantes.
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