Hubo un tiempo lejano en el que los pequeños hosteleros nunca cogían vacaciones. No podían permitírselo. El resto de población, todos los sectores, las tenían ya instauradas, pero ellos debían estar en pie casi todos los días de todas las semanas del año completo. Afortunadamente, ese injusto código clasista quedó descatalogado.
Ahora son mayoría los bares, restaurantes y cafeterías que cierran dos, tres o cuatro semanas al año, especialmente en octubre y noviembre. Estos meses, en Andalucía, en general, se consideran temporada baja de la hostelería.
El resto del año —de Navidad, Carnaval, Semana Santa, ferias y fiestas de primavera al omnipotente verano de tres meses— se supone mucho más fuerte y activo para el turismo y el ocio.
Esta división temporal hace unos años que está en duda. La explosión del turismo es tan violenta -en inconvenientes y alguna ventaja- que las fechas tradicionales empiezan a parecer inservibles. Uno de los factores, en ciudades como Cádiz, es el impacto de los cruceros, cuyo mayor volumen llega en primavera y otoño.
A esos grandes grupos -y a los denominados del Imserso, con precios ajustados para pensionistas, mayores o jubilados- se unen nuevos hábitos viajeros que incluyen escapadas de fin de semana durante todo el año y para todos los perfiles, de grupos jóvenes a parejas. Sólo las familias con menores quedan aferradas al calendario tradicional por obligación académica.
La nueva tendencia de viajes breves y constantes durante todo el año permite lanzar nuevos negocios hosteleros incluso en la etapa que se considera más compleja. Parece una elección comercial para ir de menos a más, para presentarlos ahora de cara al curso que se extiende luego, de diciembre a septiembre.
Para confirmar esta tesis, en el casco antiguo de Cádiz, en un imaginario círculo de 300 metros, abren cuatro bares (y se traslada un quinto) en el plazo de una semana para demostrar que otoño puede ser buena época para sembrar en hostelería.
Los cuatro nuevos son locales con cierta tradición -algunos con excelente ubicación, sede anterior de otros bares y restaurantes- pero empiezan una nueva etapa en otras manos, con otro nombre, con distinta propuesta y estética. Los clientes de la ciudad y la comarca que gustan de probar novedades o estrenar nuevas barras tienen trabajo para los próximos días.
Seven
Una hamburguesa por cada pecado capital. Salen siete, claro, el nombre de este burguer traducido al Inglés. La ira, obviamente, es la propuesta más picante. La lujuria, la más voluptuosa y colorida. La pereza, la más sencilla y esquemática, algo que puede gustar a muchos. La envidia es la de pollo, no pudo ser ternera o cerdo. Carlos Maira inauguraba el local este pasado viernes. Antes había pasado, como encargado, por las pizzerías de la cadena Domino en Cádiz. Su pasado militar, en la Armada Española, le llevó antes a El Ferrol y hasta al Juan Sebastián de Elcano.
Las colas desde el primer día son notables. Hay que reservar mesa con mucha antelación y la mejor opción es pedir para llevar hasta que el furor inicial baje. Ocupa el local que durante cuatro décadas fuera La Perdiz, Benjumeda esquina con Sagasta, un bar de tapas tradicionales que tras la jubilación de su propietario, Manolo González, ha dejado paso a una tendencia que triunfa en todos los rincones de Europa, las hamburguesas de diseño.
Sanjosé 21
Este local llega con padrino y recomendación. "Pertenecemos al grupo La Tapería de Columela" repiten orgullosos sus trabajadores cuando se les pregunta. Y es que ese sitio que sirve de precedente es uno de los más valorados en redes sociales y páginas especializadas por los que visitan Cádiz. Desde hace unos años, una vez superada la pandemia, es de esos bares que muestra un fenómeno que asombra a lugareños y veteranos: colas en la puerta antes de que abra o para esperar hueco.
Ahora se desdobla en Sanjosé 21 (el domicilio formal) y tiene por sobrenombre El Chicuco. Abrió el pasado 14 de octubre en la esquina con la calle Cervantes, donde se ubicaba hasta hace pocos meses la cafetería-pastelería Pan de Limón y, en tiempos, el mítico Recreo Chico, bar memorable para varias generaciones de gaditanos durante el último tercio del siglo XX. Ahora toma el relevo una abacería de lujo, de aire rústico pero luminoso, mucho azulejo, dispuesta a contentar gustos locales y turísticos.
La carta de propuestas frías es un espectáculo con marisco, firmas como Sánchez Romero Carvajal en chacinas y Gadira o Herpac en conservas. Llamativo el surtido de opciones para probarlo todo, en distintos cortes, en latas y montaditos. A esta base suman algunas tapas calientes -notables croquetas de gambas- y cambian cada día los guisos para que sean felices protagonistas.
Deminá
Pocas calles con más tradición hostelera en Cádiz que Zorrilla. En su esquina principal, con la calle Calderón de la Barca, frente a la plaza de Mina, abre sus puertas Deminá. Durante unos años ha sido DiVino, pero ahora toma el relevo Juan Antonio de la Rosa con una reforma estética importante. El nuevo local tiene amplia vocación de servicio, igual ofrece tapas y raciones tradicionales, con las mejores recetas de siempre en la provincia de Cádiz, que funciona como lugar de sobremesa o tardeo con café y copas.
La atención es muy afable y rápida gracias a profesionales como Rocío, Jessica y Rosa. La nueva vida de este local de siempre comenzó el pasado 11 de octubre con una inauguración a la que acudieron representantes de todos los sectores de la sociedad gaditana. Algo lógico y previsible porque su propietario tiene una larga trayectoria como cadista y cofrade. El núcleo hostelero de la zona, una de las más tradicionales de Cádiz, tiene un nuevo punto de atracción a pocos metros de locales tan apreciados como ConFusione y Cumbres Mayores.
Bulavi
Hay bares que son centros sociales, en los que la conversación y el encuentro son tan importantes como la buena comida, como la mejor bebida. Es el caso de Bulavi, acrónimo de "búscate la vida", por una broma familiar de su propietario Lele Gómez. Su intención es servir tanto de ágora para los que residen en Cádiz como de atractivo para los que pasan por la ciudad unos días. El estudio Rebombo es el responsable de la decoración en un espacio consagrado a la comida más tradicional de la zona. Su impulsor proviene de uno de los mayores éxitos de la hostelería reciente en la ciudad, Los Camino, ubicado en la cercana calle Rosario. Si estuviéramos hablando de series, sería un spin-off.
Marina Gómez, hija del dueño, lleva el peso del equipo que atiende la sala desde la inauguración del pasado 16 de octubre. Hasta hace dos años, este mismo espacio de la calle Periodista Emilio López fue sede del bar Los Italianos. Tuvo gran éxito entre una clientela joven por su propuesta de pizzas por porciones, para llevar. Ahora llega un giro total, nueva estética, distinta idea, con las tapas de siempre hechas como pocas veces. Son las protagonistas en una calle que sirve de acceso esencial entre el perímetro del centro (Canalejas y plaza de España) y el entramado comercial del casco antiguo (San Francisco y Columela). A unos pocos metros, Mesón de las Américas, pastelería Maype, Casa Rafael y Antonia Butrón completan los grandes atractivos de la zona.
Santa Catrina salta a un local más amplio
Es uno de los mexicanos más visitados y celebrados en la ciudad de Cádiz. Tiene otro local en Rota pero la sucursal gaditana se quedó pequeña de tanto éxito boca-oreja. La clientela lo llena desde muy temprano y las mesas son pocas. Ese motivo ha llevado a sus propietarios a trasladarse a un inmueble más amplio y céntrico, ahora con posibilidad de terraza, en Cánovas del Castillo, casi esquina con Sagasta. Donde fuera bastante popular la segunda vida de El Kaserón del 3x4 hasta 2022.
Reabre con cuidada selección de cervezas mexicanas, carta con clásicos del país para demostrar al visitante que Veracruz no dista tanto de la Cruz Verde. La autenticidad es el principal ingrediente del éxito de Santa Catrina. Con el mismo nombre, los mismos responsables e idéntica filosofía, la aplaudida oferta se muda desde la calle Vea Murguía hasta Cánovas del Castillo, siempre en Cádiz. La reinauguración se produjo el miércoles 23 de octubre, así que todo estará listo para la mayor festividad de los mexicanos, el Día de los Muertos, este 1 de noviembre, puente festivo en el calendario laboral español.
Imprescindibles los alambres con ternera marinada y también los míticos tacos al pastor, un clásico. Abundan las alternativas vegetarianas, por ejemplo, en ceviche. Tienen también platos sin gluten, que se agradece. No pueden faltar, ni faltan, las tradicionales chelada y michelada, el tequila, el mezcal y los margaritas de distintos sabores. Otra de las claves de su atractivo es la decoración. El restaurante Santa Catrina es una cita ineludible para quienes aprecian la gastronomía de un país fascinante.
Comentarios