En un recoveco de la calle Ancha de Jerez, en la entrada al gitano barrio de Santiago, llama la atención un cartel con fotos de comida. Y uno con la bandera de España, junto a otra roja y blanca, con cinco cruces, una que la divide en cuatro partes, dentro de las que hay otras cuatro pequeñas.
Es la bandera de Georgia, para más señas, porque en el local en el que antes había un restaurante de comida árabe —abierto por una familia de refugiados palestinos—, ahora hay uno de comida georgiana, gestionado por una familia llegada hace seis años desde este país del Cáucaso.
El local, acondicionado para negocios hosteleros —de hecho, sus últimos ocupantes se han dedicado a este sector—, tiene decoración que hace referencia a Georgia, obviamente. Al entrar, a la derecha, hay varios chokhas, un abrigo de lana típico de los pueblos del Cáucaso, al lado de un panduri, que es un instrumento tradicional que recuerda a la bandurria, aunque más alargado. O un cuadro con el alfabeto georgiano con la forma del país, entre otros detalles.
Aunque en un principio no pensaba ofrecer comida de su país, a Teo Lomidze, su propietaria, pronto empezaron a pedirle platos típicos de su patria, que fue introduciendo en la carta. Ahora tiene una docena, que ampliará si aumenta la demanda, y que intercala con otros más típicos por estos lares, para quienes no se atrevan a probar la gastronomía de su país.
En los dos meses que lleva abierto el bar, llamado Otro sabor —con el subtítulo de "comida georgiana", para que no haya dudas—, cada vez son más los jerezanos y jerezanas que se animan a probar platos de Georgia. Aunque, sobre todo, acuden ucranianos y rusos afincados en la ciudad. Y los pocos georgianos que hay viviendo en la zona, además de los dueños del local.
Otro sabor es el único restaurante georgiano de la provincia de Cádiz, y uno de los pocos de Andalucía —En Sevilla había, pero cerró, y en Málaga hay varios—. Teo Lomidze y su familia —junto a ellas viven en la ciudad su marido, sus tres hijos, su hermana y su madre— recorrieron los más de 5.000 kilómetros que separan su país natal de Jerez hace seis años, cuando recalaron en el municipio.
Gracias al programa de una ONG, llegaron como refugiados, huyendo de Georgia por motivos que prefiere no desvelar, dejando atrás su antigua vida. Lomidze estudió Farmacia, pero no llegó a ejercer. "Allí es muy difícil trabajar", dice, como único comentario. Por eso quieren echar raíces en Jerez.
Después de trabajar durante cuatro años en un bar de la ciudad, Lomidze abre el suyo propio. "Siempre quise tener algo mío", asegura. Hace dos meses que se lanzó a la aventura. Como todos los comienzos, están siendo duros, pero van teniendo cada vez más aceptación.
Para entender los platos que ofrece en su carta, que también tiene algunos que no son georgianos —desde ensaladilla, a hamburguesas o pinchitos, "para quien no le guste nuestra comida"—, hay que saber que Georgia es un país ubicado en el Cáucaso, entre Rusia, Turquía, Armenia y Azerbaiyán, donde la temperatura, por lo general, es baja.
Por eso, la gastronomía georgiana destaca por contar con estofados, "mucha carne y mucho pan, todo horneado o frito", describe Lomidze, que hace las veces de cocinera, aunque cuando hay mucha faena, su madre, su marido y su hermana se turnan para echarle una mano, mientras ella atiende las mesas.
En la carta de Otro sabor hay platos como el khachapuri imeruli, un pan relleno con mucho queso, que es uno de los más exitosos hasta el momento. O el chqmeruli, que es pollo en salsa de nata y ajo. El más llamativo es el khachapuri acharuli, un pan casero de gran tamaño que tiene forma de barco, y que lleva queso y huevo. El lula kebab es un pinchito de carne picada y el satsivi, pollo en salsa de nueces, y las berenjenas con nueces, muy demandadas, son otros ejemplos.
De cocinar en su propia casa para los pocos compatriotas que viven en Jerez, con los que hace piña, Teo Lomidze ha pasado a hacerlo para sus clientes, en un restaurante que también ofrece desayunos. Estos sí, españoles. "Al principio venían más ucranianos y rusos, pero cada vez llegan más españoles, que repiten", dice Lomidze con una sonrisa en la cara. Un gesto que también es marca de la casa.
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