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'Al final de Arroyo, un mar de cervezas', por Javier Compás

Una de las calles largas de Sevilla que hacía de foso frente a la vieja muralla, hoy es un lugar donde encontrar buenos bares, restaurante y establecimientos para la copa posterior

Tortillitas de camarones en A fuego lento, en calle Arroyo.
Tortillitas de camarones en A fuego lento, en calle Arroyo. MAURI BUHIGAS
07 de diciembre de 2023 a las 20:30h

La calle Arroyo de Sevilla es de esas calles largas de la ciudad que todo el mundo conoce y que tiene, en su luengo trazado, una legendaria historia detrás. En este caso el nombre es indicativo de su origen fluvial. Un curso de agua que hacía de foso delante de la vieja muralla, que corrían paralelos en ese trazado que hoy llaman 'Ronda histórica'. Hablo del Tagarete, uno de esos brazos de agua que rondaban y nutrían al Guadalquivir en la vieja Hispalis. Cursos de agua que, enmarcando la zona que hoy tratamos, formaban una 'Y' entre la actual calle Carretera de Carmona y Arroyo, que en su parte final, hacia las barriadas, antaño plagadas de huertas, San José Obrero, San Carlos y La Corza, cambia su nombre por Tharsis, primero y después Baltasar de Alcázar, poeta del XVII este último que tiene, por cierto, un magnífico poema dedicado al vino y la gastronomía.

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La barra del Mediterráneo.  MAURI BUHIGAS

Las huertas fueron dejando paso a instalaciones industriales, como la gran fábrica, cerrada no hace tantos años, Destilaciones Bordas Chinchurreta, donde iban a parar muchas de las naranjas amargas de los árboles de la ciudad para la elaboración de sustancias de perfumería y cosmética. De la vieja fábrica no ha quedado ni rastro, sí se conserva, en la misma calle Arroyo, en su esquina con la plaza de Antonio Martelo, la fachada de las Industrias Sombrereras Españolas, S. A., hoy núcleo residencial.

Precisamente en esa plaza dedicada al actor sevillano que magistralmente interpretó en Televisión Española al Séneca, sabio personaje creado por el escritor gaditano José María Pemán, iniciamos nuestro itinerario barístico por la zona, y quiero nombrar aquí un pequeño bar que recientemente ha resultado ganador en un certamen local de tapas patrocinado por una conocida cervecera, se llama A fuego lento y de su minúscula cocina, entre otras cosas ricas, salen unas Tortillitas de camarones bordadas, en ambos sentidos. Hemos titulado el artículo 'mar de cerveza' por cierto, y enfrente tenemos el primer puerto de la escala, El Rey de la cerveza, rey sin corona advierto.

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Industrias Sombrereras, que se mantiene en calle Arroyo.  MAURI BUHIGAS

Un pequeño desvío a la izquierda, calle San Juan Bosco hacia las casitas de El Fontanal, junto a la casa de Don Manué tenemos dos locales fronteros, uno de esa mítica cadena de rancho grande y precios bajos, Hermanos Gómez, me gusta más el vecino, la Cervecería Mariluz.

Volvamos a la calle Arroyo, llegando a la parroquia de San José Obrero, acera izquierda según subimos, una de esas típicas tabernas cofrades donde no encontramos un hueco vacío en la pared, que huele a incienso y despacha tapas tradicionales y cientos de cañas de la cerveza del gordito, Romero Mejías se llama y su terraza está habitualmente llena de parroquianos.

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Una cerveza servida en el Suiza II.  MAURI BUHIGAS

En la parte de la calle donde una acera es Arroyo y la otra ya se llama Tharsis, tenemos dos buenos locales. Precisamente uno de ellos se llama Bodeguita Tagarete, y es buen sitio para papelón de chacinas y vinos a granel. Pegadita a ella, una muy buena cervecería con Ensaladilla de gambas estimable y ricos cartuchitos de pescado frito, ojo a sus Calamares a la romana, se llama La Duna, será por aquello de provocar sed.

A media calle tenemos uno de los bares más exitosos de la barriada, La Niña de Enrique, sucesor del barecito de éxito que estaba al lado y que regentaba el padre de la actual propietaria, el susodicho Enrique, hoy jubilado pero que no deja de echar un ojo a diario al negocio de su niña. Detrás un sitio tranquilo, donde se desayuna de lujo y se tapea muy bien también, se llama El Uno de San Carlos y da la casualidad de que lo llevan dos ex compañeros y amigos, de mi antiguo equipo de futbito, curiosamente el portero y el delantero centro, Ramón 'chico' toca el arco en los perniles de Jabugo, al frente del tema esta Ignacio, que ahora mete goles desde la barra de su bar. En la acera derecha de Tharsis, según subimos, también tenemos opciones.

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Langostinos en Al Sur... Sanlúcar.  MAURI BUHIGAS

En una zona peatonal que da al campo de deportes Tartessos, son populares los desayunos y los montaditos de La Cantina, después está la peña deportiva, donde asan sardinas en temporada, y al final un bar que ya ha cambiado varias veces de gerencia. Un poco más hacia arriba, casi llegamos ya a la Avenida Alcalde Manuel del Valle, Casa Dani, el sitio del barrio para comer un poquito más en plan mesa y plato, resultón de precio, en el barrio al sitio le siguen llamando 'El Pelicano', por el bar de ese nombre que hubo allí muchos años y que era el segundo local que abrió el famoso Pelícano de la plaza del mismo nombre, en San Julián.

Si seguimos por las traseras de Tharsis, tenemos un costero de buenos bares. Están en torno a la plaza de Monesterio y, en los últimos tiempos, da las mayores tasas de concentración vecinal del barrio, sobre todo los días de solito y buen tiempo, o sea, casi todo el año, pues las terrazas, es zona peatonal también, ganan la partida a las barras, breves de tamaño en general.

La Abacería San Carlos, en la calle Arroyo.
La Abacería San Carlos, en la calle Arroyo. MAURI BUHIGAS

La más veterana es la Cervecería Mediterráneo, antes Cervecería San Carlos, cuyos fundadores, hoy la propiedad es otra, llegaron allí en 1996 desde El Filatélico, bar de la Cruz Roja que citamos en un anterior artículo, precisamente nombrando a Manuel, uno de los dos pioneros, que sigue a pie de grifo tirando cañas como nadie. Gambitas, mejillones, navajas a veces, montaditos y buena ensaladilla, la típica cervecería de azulejos blancos y pantallón para ver el fútbol. Pared con pared la Abacería San Carlos, negocio reciente que se ha hecho hueco en la zona con sus chacinas, quesos y montaditos.

En la misma plaza está el Suiza II, el pequeño bar de Juan José Pinto, y su recordada Eva Martínez, con sus cañas de cerveza helada en vasos de barro, panes y montaditos, con una animada terraza que pugna el espacio con la bolsa de aparcamiento de la plaza. Y el último en llegar para formar este póker tabernario, Y al Sur… Sanlúcar, nuevo bar de Miguel Aguilar, que, con su Ensaladilla de gambas, podría entrar en liza con las citadas del barrio, no es mala idea hacer una ruta ensaladillera por la comarca, además mariscos variados y alguna sorpresa de guiso calentito; Miguel trae vinos estimables de Sanlúcar de Barrameda y otras opciones en blancos y tintos, además de una cerveza bien tirada y fría, de esa que no cansa.

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La terraza de La Duna.   MAURI BUHIGAS

Vamos terminando. Así que de postre el barrio ofrece también opciones para las copas de sobremesa. Si volvemos a la plaza Antonio Martelo, junto al citado A fuego lento, tenemos un par de bares donde tomar caipiriñas, mojitos y otros combinados en sus amplias terrazas. Y del principio al final. Un veterano del barrio en los soportales del Edificio Canciller, el Vincent, nombre homenaje al pintor, Vincent Van Gogh. Si previamente queremos un pastelito con café, tenemos en la misma esquina el Horno Martín Romero.

Enfrente, a la vuelta junto al ALDI, otro bar de copas para beber y ver partidos deportivos, antes se llamaba Bohemians, ahora no lo sé, pero sí sé que actualmente también trabajan cervezas internacionales. Por cierto, que no se me pase, en la misma esquina está Fogón de Leña, para hartarse de carne a la brasa económica, en plan Salteras, antes por cierto, este local fue El Cenachero, lugar lujosillo antaño donde pintaban la mona los del ladrillo, se veía algún Porsche Cayenne en la puerta, y políticos pre EREs, cuando se tiraba de tarjeta platino como si no hubiese un mañana, luego llegó todo lo de Lehman Brothers y demás, tempus fugit.

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Javier Compás

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