El sol calienta en una plaza del centro de El Puerto. Frente a la Prioral, como los portuenses llaman a la Basílica de Nuestra Señora de los Milagros, alguien se toma una cerveza en el lugar donde hace muchos años había tartas caseras. Al lado del imponente monumento, seña de identidad del municipio, se distingue un nuevo inquilino que se suma a la oferta gastronómica. Un gastrobar que lleva instalado desde el 14 de julio de este año en los aposentos de la antigua Selva Negra, establecimiento popular que antaño endulzaba a las familias.
Lejos queda este negocio clásico que, cuando cerró, se quedó vacío durante muchos años. Ahora, se ha convertido en la aventura culinaria de cuatro amigos que nunca se habían adentrado en la hostelería desde dentro de la barra. Los portuenses Antonio García y Gustavo Puma, y las gaditanas, afincadas en esta localidad, Maribel Padilla y Rosa Cruz han abierto A Priori.
“Es nuestra primera vez, pero lo hacemos con muchas ganas, con mucha ilusión y con el corazón por delante, ofreciendo todo lo que podemos”, dice Antonio, que trabaja en un centro de educación infantil junto a Maribel. Todos vienen de gremios que nada tienen que ver con el mundo culinario. Gustavo saca adelante una empresa constructora y Rosa se dedica al turismo. Pero esta última, “es muy ingeniosa, le gusta mucho la gastronomía y está sacando unos platos variados, distintos y chulos”.
Antonio cuenta desde el interior del local cómo nace esta ocurrencia en un emplazamiento tan emblemático. “Gustavo tenía muchas ganas de tener un bar, siempre tenía esa espinita clavada. La idea originalmente era tener una tasquita chiquitita, que pudiésemos manejar, pero se nos ha ido un poco de las manos y hemos terminado en la plaza de España haciendo esto”, dice desde una de las mesas.
Al proyecto lo han bautizado A Priori, por su cercanía al edificio religioso del siglo XV al que acuden los fieles a misa, a las bodas o a las comuniones. “Es un guiño al monumento, consideramos que es el más importante de la ciudad”, comenta dirigiendo su mirada a este Bien de Interés Cutural (BIC) que ansia su rehabilitación.
El gastrobar ofrece desde desayunos hasta cenas. Está abierto todo el día, y no porque sea verano, ya que la intención es que sea su horario permanente durante todo el año. Cuando llega la medianoche, “apagamos la luces y ponemos Caruso de Pavarotti, algo distinto”. Pero antes de las copas hasta la madrugada, en la cocina se elaboran opciones que buscan salirse del tiesto.
Por las mañanas, apuestan por desayunos no convencionales —más allá del mollete con jamón— que incluyen croissants y mucho brunch, y el resto del día se prepara carrillada, ensaladilla... pero también otras creaciones. “Hemos querido ser prudentes y estamos saliendo con una carta pequeñita que podamos controlar”, confiesa Antonio.
"Son platos sanos, no usamos fritos"
Según explica a lavozdelsur.es, son platos “sanos, no usamos los fritos y todo lo hacemos al horno”. En A Priori, una de las estrellas es la tapa del olivo que Maribel acaba de poner sobre una mesa. Salmorejo de aceitunas con bacalao y naranja que sirven en las copas donde se beben los Martinis.
Es un homenaje a la Hermandad de la Oración en el huerto, que se conoce como “El Olivo” y guarda sus imágenes en la basílica. Los cuatro amigos también presenta hamburguesas hechas al horno, carpaccio de retinto, cous cous negro, tostas, tacos o chips de zanahorias con humus. “Nos queremos salir un poquito de lo que estamos acostumbrados a tener por aquí, aunque no descubramos América”, comenta el grupo, que también cuenta con tartas y postres caseros.
Un toque distinto a un entorno tradicional donde el sol no falta. Punto de encuentro que se sigue llenando de vida tras décadas sin actividad hostelera en esta esquina —aunque sí en la otra. “Había muchos hosteleros interesados en este local, pero el precio echaba para atrás, ahora está un poco más asequible”, explican.
El edificio, totalmente rehabilitado, ahora deja ver sus forjados nuevos y sus entrañas. “Le hemos dado un cambio radical, hemos picado la piedra y ha salido esta hornacina que ves aquí”, dice Antonio señalando la pared, que podría haber pertenecido a un muro que rodeaba a la Basílica y sobre el que construyeron casas. Eso dicen los que vivieron otra época.
A Priori no solo ha llegado para dar una alegría a los estómagos, sino también con la idea de amenizar el entorno. Buscan dar más vida a la plaza y poder organizar conciertos de música en directo “si tenemos el apoyo de los otros bares, con quienes tenemos una buena sintonía”. Maribel y Antonio brindan por el nuevo comienzo.
“Queremos que la gente también sepa que aquí, un poquito más arriba de la calle Misericordia, también hay vida”, dicen.
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