Varias láminas de estampas antiguas de Jerez en blanco y negro decoran las paredes del establecimiento. En otro de los muros, una imagen del Señor del Prendimiento cuelga cerca de la barra, donde uno de los camareros sirve una cerveza tras otra. En la terraza, con casi todas las mesas ocupadas, el trasiego no para.
Se trata del Gastrobar Porvera 31, una de las últimas aperturas gastronómicas de esta emblemática calle jerezana. Su dueño es Mario Jaén Ramos, un joven de apenas 20 años descendiente de hosteleros. "Me senté con mi padre, empezamos a hablar y yo ya me veía preparado para llevar un negocio. Nos gustaba mucho este sitio y justo vimos que se traspasaba", explica.
Este gastrobar nace con una idea clara: ofrecer a la clientela fija esa sensación de parroquia, de estar en casa, que ofrecían los bares de antaño. Ningún sitio mejor para ello que la calle Porvera, una de las más míticas del centro y donde últimamente están abriendo sus puertas muchos nuevos negocios. "Queremos que estén a gusto, que les guste la comida que ofrecemos y que se sientan como en su casa. Eso es lo que yo quiero conseguir", explica Mario.
Han abierto justo a las puertas de esta lluviosa Semana Santa, y no les ha ido nada mal, según cuentan. Así lo expresa el encargado, David Soto: "Los primeros días estamos teniendo bastante suerte; a la clientela le está gustando mucho y creo que estamos dando buen servicio". Apuestan sobre todo por las tapas frías, con un especial énfasis en el marisco.
Ambos, dueño y encargado, hacen hincapié en la importancia que este manjar tendrá en el gastrobar. "A mí es lo que más me gusta ofrecer, y tenemos bastante variedad", explica Jaén. De ello da fe la vitrina que descansa a un lado del espacio. "Destacaría las patas rusas; no sé qué tienen, pero que cada vez que las traemos vuelan", señala risueño.
Preguntado por las 'grandes estrellas' de la carta, además del marisco, el joven dueño del gastrobar recita clásicos de las tapas como mejillones en escabeche, salpicón, ensaladilla, papas aliñás, queso... "Al final la idea es que puedas sentarte a tomar una cerveza con unas gambitas, unos mejillones...", explica Mario Jaén.
El foco está en la cocina tradicional, en las tapas de toda la vida y también en los desayunos, otra de sus grandes bazas, sobre todo teniendo en cuenta que se encuentra en una zona turística de la ciudad.
En cuanto a los vinos, pondrán un foco particular en los de las bodegas de Álvaro Domecq, en particular los finos y olorosos, como La Janda y Alburejo. "Que te sientes a tomar una copita de esto y que se te antoje una tapita de jamón", expresa el joven dueño.
La decoración es, cuanto menos, curiosa, con una original mezcla entre lo antiguo y lo nuevo. El Señor del Prendimiento convive con una estética más limpia en algunas de las paredes y en el nombre del local, mientras que la fachada permanece intacta, con ese regusto a tradición que da el entorno de la calle Porvera.
"Al fin y al cabo estamos en todo el centro de Jerez y por eso queríamos tener un poquito de todo. Con esa idea hemos ido decorando sobre la marcha, como ha ido saliendo. No queríamos tampoco un sitio tan antiguo; queríamos una mezcla", relata Mario Jaén.
Por lo pronto, cuentan que la acogida de la clientela ha sido buena, especialmente teniendo en cuenta la lluvia. Tras la Semana Santa, tienen previsto además organizar algunos eventos, como un día dedicado al atún. Con estas propuestas, parece haberse ganado ya un sitio en la lista de locales que no perder de vista en el entorno de intramuros.