Redonda, ovalada, alargada. Una pequeña porción de masa alegra cualquier estómago cuando el hambre aprieta a la hora del almuerzo en un placentero día de playa. La croqueta no tiene límites. Las hay de todos los tamaños, colores o sabores. Solo hay que dejar volar la imaginación a la hora de mezclar ingredientes. Un estudio de Croquetasricas.com estima que este verano se consumirán más o menos unas 1.12 millones de unidades de este manjar típico de España. 28 por persona.
Un buen momento para que Gutini eche a andar en el puesto 53 del Mercado Central de Cádiz. Con tan solo dos meses y medio de vida, esta croquetería sirve este aperitivo en cartones de huevos de la mano de una pareja joven. María del Pilar Gutiérrez, gaditana de 30 años, y Davide Meschini, italiano nacido en Roma, de 32, acaban de arrancar su primer proyecto juntos, pero ya se conocían desde 2016.
Ella, en cuanto acabó sus estudios de Diseño gráfico, decidió viajar a Londres para abrirse camino. “Al final acabé en la hostelería y me enamoré de ella”, comenta. Pero no solo sintió mariposas en el estómago por este oficio, sino también por un joven que se ganaba la vida en el mismo restaurante, Padella, dedicado a la pasta fresca, ubicado en Borough market.
“Ella trabajaba en la cocina y yo en la sala”, recuerda Davide, sentado delante de una vitrina que acapara todas las miradas. La gaditana y el italiano se conocieron en el Reino Unido y, desde entonces, sus caminos se unieron.
"Queríamos hacer un proyecto en común"
Pilar trabajó en otro mercado, Porto Bello market, y, tras cuatro años entre ingleses, se mudaron a Roma. “A los dos meses de llegar, vino la pandemia, queríamos hacer un proyecto en común”, cuentan a lavozdelsur.es. Los dos coincidieron en que Cádiz sería su próximo destino y hace ocho meses aterrizaron en la Tacita de Plata.
Amantes del ambiente y las charlas entre vecinos camuflados entre turistas, optaron por empezar en la Plaza. “Un sitio así pequeñito iba a ser ideal”, comenta Pilar desde el tercer mercado donde se instala.
Al negocio le llamaron Gutini —la palabra que se obtiene al mezclar sus primeros apeliidos, Gutiérrez y Meschini— y apostaron por las croquetas. “Es nuestra especialidad, las hacemos tradicionales pero también las rellenamos con recetas italianas”, explican.
De setas y parmesano, de guanciale (una chacina sin ahumar), a la all’amatriciana (una salsa típica de Roma que se hace para la pasta) de queso melgarino o cordero a la cacciatora. “Le damos ese toque italiano a las croquetas”, dice Pilar que prepara las medias raciones y las raciones en cartones de huevos.
A las clásicas de puchero y jamón se suman las de salmón y salsa tártara, atún con pimientos, coliflor al ajillo o pulpo a feira “a ella le sale muy bien”, añade Davide. Además, intentan ofrecer productos de temporada en su pizarra, como la de calabacín y bacon.
Croquetas originales que ya han cautivado a cierto público. De momento, las que más han triunfado son la de pulpo a feira y la de gorgonzola pera y nueces. Según expresan, “estamos probando , vamos cambiando para ver qué gusta más”.
En la vitrina procuran tener entre ocho y diez tipos que ponen a la venta tanto fritas, para llevar o para degustarlas en una de sus mesas, o sin freír, para aquellas personas que se las quieran llevar a casa.
La pareja también elabora canastillas, “como una mini quiche y las hago con el relleno de las croquetas, es cocina de aprovechamiento”. Y en su pizarra también señalan sopas frías como el salmorejo.
Para acompañar la tapa favorita de muchas personas, cuentan con olive all ' ascolana, aceitunas que, según detalla el italiano, están rellenas de carne de cerdo, mortadela y queso parmesano y son originarias de Ceriñola en en la región de Apulia.
Algunas bandejas están vacías, señal de que la propuesta gastronómica ha llamado la atención de los clientes, que pueden pedir limonada casera, la Peroni, una cerveza italiana o Prosseco rosado, similar al cava.
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