Hace 53 años Juan Gómez se dedicaba a vender sus productos en el antiguo campo de fútbol de San Vicente de Paúl en Cádiz. Siempre provisto de su nevera se convirtió en un personaje muy querido y conocido por los aficionados hasta que el Ayuntamiento le concedió la explotación de un pequeño kiosko al otro lado de la calle.
Así nació lo que hoy se conoce como el kiosko de Los 12 hijos de Juan, un establecimiento con mucha solera en la ciudad que se ha hecho viral en las últimas semanas después de que un cliente compartiera en redes sociales la cuenta que les habían cobrado a él y a sus acompañantes, sin haber alcanzado siquiera los 15 euros.
Cádiz, ESPAÑA. pic.twitter.com/594s79L1gt
— Lito Jr (@Finidimismo) March 6, 2023
"La calidad no tiene por qué estar reñida con el precio", afirma José María Gómez, uno de los hijos de Juan y actual dueño del negocio. Él intenta seguir la línea que marcó su padre durante décadas y considera que "de momento estamos cumpliendo con lo que queríamos".
Cuestionado por el secreto de sus precios tan asequibles, lo tiene claro: "Dedicación y esfuerzo para obtener lo que el cliente quiere al mejor precio". Así, todos los días acude a las lonjas para comprar lo que necesitan pero es consciente de que los costos van oscilando de un día para otro, por lo que insiste en que "si hoy no puedo comprar la pescadilla la compraré la semana que viene, pero no voy a llevarme las cosas a cualquier precio".
Podría decirse que hacen una especie de ingeniería económica tratando de "jugar con los precios". También acude a Chipiona a comprar las patatas y las verduras. "Yo me muevo por mis productos, nadie me los trae aquí y eso se nota en el gasto", incide, dejando claro que "si algún día nos toca perder algo de dinero no pasa nada, sabemos que lo vamos a recuperar la que viene".
Aun así admite que la situación cada vez es más complicada y que cuesta mantener unos precios tan competitivos como los que tienen desde que abrieron hace medio siglo. No obstante, cree que deben ese esfuerzo a sus parroquianos. "Si estamos aquí es por ellos. Son los que vienen a comprarnos todos los días, los que durante todo este tiempo han acabado convirtiéndose en nuestros amigos y procuramos que puedan acceder al mejor pescaíto frito sin que les duela mucho el bolsillo".
No cabe duda de que sus clientes son una parte fundamental del negocio y aunque cuentan con una cartera muy importante, José María admite que se ha notado un repunte de visitas después de la publicación anteriormente mencionada. "La que nos han liado en el buen sentido, ¡estamos teniendo el doble y el triple de tabajo que antes!", cuenta con tono risueño.
Realmente no les hace falta darse a conocer pero el dueño del negocio remarca que "nunca está de más que te hagan un poquito de publicidad porque siempre puede conocerte gente que no sabía que existías". Así, en las últimas dos semanas han notado que a los clientes habituales se han sumado cantidad de personas que nunca habían parado en su establecimiento y que vienen con ganas de probar esa comida tan buena y barata.
En 2006 el kiosko Los 12 hijos de Juan amplió su número de establecimientos abriendo un segundo espacio en la plaza San Mateo donde decidieron seguir trabajando de la misma forma y apostando por las tapas tradicionales de Cádiz y especialmente por las frituras.
La idea es seguir trabajando con las recetas tradicionales "haciendo lo mismo que hacía mi madre". Así, José María puntualiza que "si mantenemos la tradición tenemos que mantener los precios populares". Actualmente las medias raciones que ofrecen oscilan entre los cinco y los ocho euros y las raciones entre los 9 y los 15 euros.
Dentro de la carta, estos kioskos ofrecen tapas frías como las papas aliñadas o con alioli, las huevas o la ensaladilla, pero la gran estrella es el pescado. "Tenemos merluza rebozada, cazón en adobo, puntillitas... la oferta es amplia y, realmente, todo lo que cocinamos se vende muy bien", sentencia José María.
Manteniendo la forma de trabajar de su padre y las recetas que cocinaba su madre, el kiosko de Los 12 hijos de Juan sigue al pie del cañón a pesar de las inclemencias y de la aparición de tantos y tantos bares y restaurantes con los que pueden llegar a rivalizar, pero con los que compiten de tú a tú a base de un trato cercano, casi familiar y a unos precios que están al alcance de muy pocos.
Queda por ver cuánto durará el efecto viral que les ha puesto en boca de todos pero una cosa es segura, en estos dos kioskos de Cádiz queda pescaíto frito para rato.
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