Las más de 7.000 y una noches del Califa

El complejo hotelero de Vejer, que cumple casi dos décadas impulsando el 'boom' turístico de la localidad gaditana, nació de la mano de un trotamundos escocés que llegó hambriento al pueblo en los 80. Cenar en un aljibe del siglo XI y dormir en un laberinto de antigüedades, dos de sus muchos atractivos

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El diario británico The Guardian situaba recientemente a Vejer de la Frontera, en La Janda gaditana, como uno de los mejores sitios del mundo para reiniciar tu vida. James Stuart puede dar fe de ello. Este hombre nació en las Highlands escocesas hace 55 años, en un pueblecito de nombre impronunciable cerca de Inverness, y acabó renaciendo junto a su familia y sus negocios en el Sur de Europa, en lo más alto de los 201 metros que separan del nivel mar a este bello pueblo de casas encaladas. Llegó a la vecina Tarifa en el año 87. Tras cruzar navegando hasta Los Caños, descubrió Vejer en un día de Levante. En un invierno muerto de los de antes en la zona, andaba James hambriento buscando un bocadillo. Y Vejer se lo ofreció. Prácticamente podría decirse que desde entonces allí se quedó.

Compró una casita por 200.000 pesetas de la época (unos 1.200 euros de hoy), "lo que tenía literalmente ahorrado de mi invierno como monitor de esquí en Los Alpes", y junto a la que aún es hoy su socia, la vejeriega Regli Álvarez, montó una empresa de turismo activo, planificando rutas en bici para extranjeros por toda Andalucía. Corrían los años 90 cuando empezó aquella aventura y una década más tarde, en 2001, inauguraron el Hotel Califa, en el corazón medieval de Vejer.

Regli y James, en el exterior del Jardín del Califa. FOTO: MANU GARCÍA

De aquellas primeras ocho habitaciones, hoy han crecido hasta un total de 34 si se cuentan las existentes en la unión de las ocho casas que componen el complejo del Califa, además de las de Plaza 18, inmueble rehabilitado y que ha abierto sus puertas recientemente como hotel boutique de lujo. En temporada alta, el grupo da trabajo a unas 80 personas, que se reducen a la mitad cuando llega el otoño-invierno. El crecimiento del proyecto de Stuart ha ido parejo al boom turístico de Vejer, en la ruta de los pueblos más bonitos de España. En una de las paredes del establecimiento, donde se evidencia rápidamente el gusto de su alma mater por la fotografía, hay una imagen en la que aparece el Volskwagen escarabajo de James, con sus tablas de surf en el techo, y cerca del icónico vehículo pasa un vejeriego con su burro y sus cerones.

Todo un símbolo del cambio radical que ha experimentado Vejer en poco más de treinta años. Lo ratifica una de sus vecinas, la empresaria Regli Álvarez, que estudió Turismo en Sevilla y es compañera de negocios del escocés desde los 90 del siglo pasado. "Cuando era chica aquí no había nada de turismo. No sé si somos culpables de ese desarrollo, pero nos conocen en muchos países, a veces alucinamos con las cosas que nos cuentan los clientes y de los sitios desde los que vienen. No sé si ha coincidido, pero desde que abrimos Vejer ha crecido turísticamente de forma exponencial".

Un tapiz iraní del XIX, entre las joyas del Hotel Califa. FOTO: MANU GARCÍA

Con un espíritu sostenible y ecológico, este complejo turístico, a un paso de cumplir las dos décadas, suma a su oferta de alojamientos —hay otro hotel del grupo en Los Caños— una tetería, un local a pie de calle de comida callejera y el Jardín del Califa, uno de los restaurantes más populares de la localidad que alberga un aljibe del siglo XI en su interior. No en vano, la zona más antigua del Califa lleva ocupada desde el siglo X. El laberíntico hotel y sus diferentes zonas de restauración atesoran antigüedades tanto andaluzas como de Oriente Medio y el Norte de África que le han convertido casi en una suerte de museo para el pueblo, con algo más de 12.000 habitantes y a pocos kilómetros de las costas más vírgenes de Cádiz. A muchos kilómetros de la Escocia natal de uno de sus impulsores.

"Las Higlands son muy diferentes, es más fácil trabajar aquí, tenemos turismo todo el año. En Escocia funciona muy bien el turismo de pesca, caza... pero es mucho más estacional que aquí. Es diferente, la vida es distinta. Aquí tengo mi familia —casado y con dos hijas— y mi negocio, yo no volvería, pero siempre voy a ser escocés, aunque esta es mi casa, me siento muy a gusto aquí. Mis niñas son españolas y tienen pasaporte británico", comenta el empresario, mientras realiza el tour por unos inmuebles que aguardan sorpresas a cada paso.

Una lámpara de 1,8 metros hecha a mano en Marrakesh, unas pistolas de principios del siglo XIX de un cazador africano, un tapiz iraní del siglo XIX que podría estar perfectamente en un museo... Y fotos, muchas fotos y recuerdos familiares. Hay una estampa de la abuela paterna de James, en una choza colonial en el norte de Rodesia (la Zambia actual). "Esta foto (de 1904) muestra cómo cambian las cosas a lo largo de la vida, ella al final murió en Escocia", explica su nieto, escocés de nacimiento y vejeriego de adopción más de un siglo después.

James muestra las chozas en Rodesia donde nació su abuela paterna, en una foto de 1904. FOTO: MANU GARCÍA

Seguimos la ruta por el interior de los encantos del Califa. "Esto es como el castillo de Hogwarts", bromea su propietario. A James Stuart, con nombre de actor de cine, no le da miedo que el Brexit tambalee su emporio turístico en la provincia de Cádiz. "Creo que España se adaptará y el Gobierno no pondrá pegas a los británicos para sacar visados ni nada. Las fronteras en Europa son libres en todo caso y yo personalmente no tengo miedo. El mercado nacional es muy fuerte, los españoles tienen mucho peso y cada vez que hemos visto un pequeño bajón de británicos o alemanes, los españoles llenan". El 60-65% de los clientes del Grupo Califa es, de hecho, de origen nacional, mientras que el resto es extranjero. "Soy británico pero no empujo el mercado británico, trabajamos mucho con ingleses, italianos... hay hoteleros que se fijan en un mercado, pero aquí estamos muy abiertos".

Junto al entramado de habitaciones, surge la idea de complementarlas con un restaurante muy especial. "Era la comida que yo conocía, lo típico entonces eran los clásicos restaurantes andaluces o una pizzería, en casi cualquier lado hace veinte años es lo que había. La idea era hacer algo diferente, muy arriesgado, pero con una calidad del producto muy buena y un espacio incomparable, da igual si estás dentro o fuera".

Pinchos de cordero, en el Jardín del Califa. FOTO: MANU GARCÍA

Así surgió el Jardín del Califa, la guinda del complejo. Se puede comer en un silo abovedado de piedra que se remonta a 1527 o el referido aljibe almohade. Tabulé libanés, pastela marroquí, crema babaganoush, magubla siria (berenjenas y carne picada con arroz), tagine de ternera de retinto, o mezzes turcos. Una carta que da una idea de por dónde se mueve todo en el Califa, que además cuenta con una repostera de dulces árabes y una selecta carta de tés morunos.

Un vistazo más abajo, saliendo por una calle, se entra en las Palmeras del Califa, una piscina y otro edificio de habitaciones cuidado con el mismo gusto y esmero que el resto de las fincas. Como en Las mil y una noches, la famosa recopilación medieval en idioma persa de cuentos tradicionales del Oriente Medio, el Grupo Califa cumple más de 7.000 noches dando cobijo a quienes visitan Vejer, llenando barrigas de viajeros hambrientos y creando riqueza y empleo en el pueblo gaditano. Y todo por aquel bocadillo al que le hincó el diente un tipo rubio, menudo y de ojos claros que daba volteretas por el mundo desde las tierras altas. Hasta que pulsó reset en Cádiz.

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Fundador y Director General de ComunicaSur Media, empresa editora de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero'.

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