En tiempos de turismo masivo, de viajes panorámicos sin más chicha que un puñado de fotos para redes sociales, un hueco para quienes hacen turismo en su ciudad, de puertas adentro. En una época de largas listas de recomendaciones y pistas, a menudo bajo el influjo del interés comercial, las curiosidades y los tesoros de los territorios donde habitualmente residimos y que, a menudo, solo son conocidos por unos cuantos vecinos inquietos. Las ciudades descubiertas por sus habitantes. Las urbes, más allá de la funcionalidad de calles, plazas, casas y edificios comerciales o institucionales.
Ese fue el propósito con el que Thomas Jonglez, un escritor y trotamundos parisino, ideó hace veinte años una editorial independiente, Jonglez, que estaba dispuesta a reparar en todos esos detalles que pasan desapercibidos para propios y extraños en las grandes urbes turísticas del mundo. Praga, Tokio, Venecia, Buenos Aires, Nueva York y Río son algunos de los ejemplares que en estos años han ido escribiendo habitantes de esas ciudades no como guías para guiris, sino como itinerarios y hallazgos para residentes.
Uno de los últimos lanzamientos en España de esta editorial (el quinto tras Madrid, Barcelona, Granada y Sevilla) es Cádiz insólita y secreta, una obra de Ricardo de Castro que recopila más de un centenar de puntos de interés para ese turismo alternativo que no se conforma con conocer el sota, caballo y rey de los atractivos turísticos de Cádiz, San Fernando, Puerto Real, El Puerto y Jerez. Una aglomeración urbana separada por unos cuantos kilómetros que encierra siglos de historia que van mucho más allá de lo que habitualmente señalan las guías de viaje o los portales turísticos.
Este hijo de un marino de guerra gallego, natural de La Isla de León, aunque afincado desde hace más de 40 años en Sevilla, ya publicó con enorme éxito en esta misma editorial Sevilla insólita y secreta (traducida a cuatro idiomas) y ahora regresa con casi 300 páginas en formato manejable que descubren (y redescubren) un territorio aún más rico de lo que nos habían contado.
Un polifacético "paseante perdido"
Psicólogo social, experto en temas ambientales, empleado público en la Junta, músico (ha formado parte del grupo Contradanza, afanado por la recuperación de la música tradicional andaluza), hubo un tiempo en el que llegó a ser guía de viajes, especialmente en países europeos, Marruecos y Turquía, y ya en esa experiencia siempre solía detenerse donde quizás los paraguas de los guías clásicos no apuntaban. Lugares que se merodean a diario, pero que solo un paseante avezado y ávido por encontrar la esencia de las ciudades es capaz de escanear. Y no solo señalar, pues lo más interesante de sus libros viene cuando de cada curiosidad, de cada sitio insólito o secreto, manan nuevas ramas o links que descubran nuevos detalles e historias enterradas a las que arroja luz con precisión y riqueza literaria.
Porque no es lo mismo descubrir la Casa Mayol como edificio modernista de Cádiz que saber, además, que fue el artista Manuel Mayol quien a su regresó a la capital gaditana desde Buenos Aires, capital del modernismo en Latinoamérica, encargó el diseño al arquitecto Juan José Romero. Y a todo esto, no está de más descubrir que Manuel Mayol nació en Jerez en 1865 y que con 23 años emigró a la capital porteña para convertirse en cofundador e ilustrador satírico principal de la prestigiosa revista Caras y caretas, un clásico de las librerías bonaerenses.
Es solo un ejemplo de las decenas de curiosidades recónditas y rincones semiocultos que recogen las páginas de una guía de viaje con formato bolsillo ideal escrita por un cañaílla para, especialmente, gaditanos que quieran conocer más a fondo su entorno.
"Cádiz no se entendería sin la Bahía y Jerez, por lo que he optado por centrarme en este territorio; porque es que además creo que Jerez es una ciudad marina y marinera sin saberlo a día de hoy, pero que se remonta a la época fenicia", cuenta al otro lado del teléfono De Castro, que acaba de presentar el libro en Cádiz capital y en el marco de la Feria del Libro de Jerez, junto a uno de sus ayudantes, Benito García-Morán, urbanista isleño y director municipal de planeamiento en el Ayuntamiento jerezano. "Ha sido un trabajo de filtrado y de documentación, de contacto con mucha gente y visitas in situ con expertos, muy importante", resalta el autor, que se considera "un paseante perdido" por las ciudades.
"La colección pretende dar con cosas insólitas, diferentes, poco conocidas del patrimonio pequeño de las ciudades, es una guía muy personal de lo que considero que me llama la atención", explica sobre un trabajo que lo mismo destaca las esculturas de los santos negros, uno de los pocos vestigios de la esclavitud en Cádiz, que los escudos republicanos en los azulejos de la estación de ferrocarril de Jerez, una de las más bonitas de España.
"Ni es un libro de historia, ni es una guía turística", defiende De Castro, que ha querido ir más a "darle una vuelta de tuerca a cosas menos conocidas y a otras que a lo mejor hemos dado por sentado y aluden a cosas distintas". Es el caso de la cúpula dionisíaca del Gran Teatro Falla, que popularmente se conoce como la Alegoría del Paraíso, "queriendo ver ángeles donde en realidad se presentan amores alados, entre ninfas y sátiros".
Y luego hay detalles en edificios o monumentos "que hablan mucho de cosas de las que poco se hablan": esclavitud, la inquisición, masonería... "Me interesó mucho la decoración masónica en Jerez de la casa del doctor Fermín Aranda, con un repertorio de iconografía masónica impresionante; o el mismo portón del convento de la Iglesia de Santo Domingo, con simbología de la inquisición".
En todo caso, una de las cuestiones más atractivas de esta no guía de viajes al uso es la "red que se va tejiendo en las páginas, con saltos y alusiones que llevan a ampliar el tema y pueden ser conexiones aún más sorprendentes". "Intento que haya un enfoque literario, que no solo sea descriptivo, por lo que abordo cada artículo con una óptica diferente, como una novela negra, un reportaje periodístico puro y duro, o un cuento de terror gótico".
El memorial del Penal de El Puerto, las marionetas austríacas, el ancla de Sopranis, la escultura de Serapio Scott, los dragos del Mora, los alambiques de Cacao Pico, La Chacha del Calvario en Jerez... Son más de un centenar de curosidades, sitios insólitos, historias extravagantes y lugares secretos, pero aún pueden ser muchos más si el lector atento es capaz de recorrer las pistas que se van entrelazando en una provincia de una riqueza natural, histórica y patrimonial absolutamente descomunal.