Bares, qué lugares. Cada uno tiene una historia única y especial. En El Bosque está Los Nogales, un establecimiento muy conocido en el municipio y en las poblaciones cercanas y que cuenta con un pasado y un presente de lo más variopinto.
Fundado en 1980, Los Nogales perteneció a su primer dueño hasta 2013. En este período se convirtió en un referente gastronómico en la zona por su buena ubicación, sus precios y la calidad de sus platos. Cuando su propietario decidió desprenderse del local lo puso en alquiler y pasó sin pena ni gloria por varias manos que trataron de orientarlo hacia donde querían sin demasiada suerte hasta que en 2020 Ismael Calvillo se hizo cargo de su gestión.
Este profesional de la hostelería había trabajado anteriormente en distintas ciudades de España como Madrid o Barcelona y se había desempeñado en multitud de grandes eventos como el torneo Conde de Godó de tenis, pero cuando nació su hija decidió que quería criarla en su pueblo natal.
Así, junto a su mujer, retornó a El Bosque, de donde se había ido con 17 años, trayendo con él su tesoro más preciado: su colección de artículos de los años 80 y 90. "Durante el tiempo que estuve trabajando fuera fui adquiriendo sinfonolas, tragaperras, juguetes... todo lo que formó parte de la infancia de estos años porque quería seguir conservando aquellos recuerdos", explica el empresario de 43 años.
Su gran sueño era montar un bar temático y finalmente a la vuelta a casa lo logró. "Hasta el negocio fue fundado en los años 80, era el sitio perfecto", cuenta. Poco a poco fue trasladando su colección -que sigue en pleno crecimiento- al establecimiento y lo decoró de una punta a otra con estos artículos que marcaron a su generación. Así, nada más entrar por la puerta pueden observarse las bicicletas que por aquel entonces solo podían permitirse los niños de familias pudientes y un sinfín de figuras y muñecos con los que tantos niños y niñas jugaron.
En el salón principal también están presentes los Cinexín, varios modelos de televisiones de tubo, los antiguos reproductores de cintas VHS, las mascotas del Mundial de España 82, Naranjito, y la de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, Cobi, o los queridos muñecos de ventrílocuo que divirtieron a tantos españoles como Doña Rogelia o Macario.
Tras él se encuentra el comedor, en el que ET acompaña a los clientes durante su estancia, donde permanecen incorruptas las antiguas máquinas expendedoras de tabaco con sus marcas originales y donde los más nostálgicos pueden reproducir una canción de Bonny M, de Perales o de Mecano en la sinfonola.
Hasta el hilo musical del bar, por cierto, es temático, pues desde que se entra hasta que se sale los grandes temas de Tequila, Los hombres G, Alaska, Duncan Dhu, Loquillo y muchos más suenan sin cesar completando una experiencia de lo más inmersiva, un auténtico viaje al pasado.
Esa es justo la intención de Ismael. "Lo que busco es que los padres ochenteros vengan con su hijo y en la misma mesa en la que van a comer puedan enseñarles lo que eran los Juegos Reunidos o cualquier otra cosa que a nosotros nos marcó", comenta, remarcando que "una parte importante de lo que es El Bosque y de lo que somos cada uno de nosotros es nuestro arraigo, nuestra cultura y nuestra historia y eso no puede caer en el olvido".
"Aquí los niños no se entretienen viendo a 'Peppa Pig', aquí lo que ven es 'Barrio Sésamo'", bromea. Desde luego su motivación está clara: "queremos acercar a las distintas generaciones y fomentar que se hable sobre estos productos que los más jóvenes seguro que no conocen. No hay necesidad de que utilicen el móvil para entretenerse porque en cualquier rincón hay algo que probar o de lo que hablar".
El entretenimiento de los niños es algo a lo que el promotor de este negocio está muy atento. Por este motivo, y consciente de que existe una diferencia importante entre los más pequeños y los que ya han dado el estirón, ha adaptado tanto la zona de la entrada como la trasera, colocando hasta tres castillos hinchables y reformando parte de la piscina, creando un mini polideportivo "para que todos puedan disfrutar haciendo lo que quieran".
La joya de la corona
La colección de Ismael es inmensa y en su bar tan solo está expuesta una parte de ella. A pesar de haber conseguido productos muy codiciados reconoce que lo que más desea todavía no lo ha podido conseguir. "Me encantaría tener la furgoneta del Equipo A, pero es muy cara y costosa de conseguir", lamenta. Aún así está muy orgulloso de todo lo que ha conseguido reunir y, especialmente, de su joya de la corona, el coche de los Cazafantasmas.
No le falta ni un detalle. Desde el logo hasta los artilugios para succionar entes espectrales, contando con una réplica hecha con Playmobil en el salpicadero -cada vehículo tiene la suya- e incluso una sorpresa con un Gremlin enjaulado sobre el techo. Lo más curioso de todo esto es que se encuentra en perfecto funcionamiento, no solo para poder circular, sino también para reproducir la famosa sintonía de la serie.
Se encuentra aparcado justo a la entrada, siendo lo primero que ven los visitantes. Junto a él se encuentran otros vehículos representativos de los años 80 y 90 como una furgoneta del Seprona, un coche técnico de Telefónica o incluso uno de la Guardia Civil de la época. "Son coches que adquiero y los arreglamos para que queden en perfecto estado, como los que se conducían en aquellos años", señala.
Esta colección está a la vista de todo aquel que acude a Los Nogales pero también los han podido ver quienes han coincidido con Ismael y con sus amigos en diferentes convenciones temáticas. "Solemos quedar un grupito, nos vestimos de Guardia Civil, de médicos, de técnicos de Telefónica o de Cazafantasmas y vamos con los coches adonde haga falta. La gente lo flipa", asegura.
El próximo fin de semana se celebrará en El Bosque el festival ochentero Sierra de Cádiz en el que participarán importantes artistas como Mikel Erentxun o Jaime Urrutia entre otros. Isamel reconoce estar "entusiasmado", ya que este evento es muy de su agrado pero también porque atraerá a un público potencial de su establecimiento. Aunque ya han capeado con éxito otras situaciones similares admite que está nervioso por lo que va a acontecer en unos días pero, aunque le tiemblan un poco las piernas tiene ganas de que comiencen a venir nuevos clientes "para ver la cara que se les queda cuando vean todo lo que tenemos aquí".
Platos de madres y abuelas copan la carta
Como no podía ser de otra forma, la carta está basada en platos típicos que se cocinaban en aquellos años, "la cocina tradicional de mamá y de la abuela". Así, quien venga a comer a Los Nogales podrá disfrutar de una papas con choco, de los revueltos, de la lengua de cerdo, del hígado, de los espárragos o de numerosos guisos.
"Nuestra gastronomía es muy rica y tiene una historia muy dilatada, así que encajaba a la perfección en nuestro modelo de negocio", explica Ismael. De esta forma fomentan también que las nuevas generaciones conozcan los platos que antes se servían con asiduidad en las casas y que cada vez más están siendo diezmados por la comida rápida.
Por supuesto, también han pensado en los más pequeños en este aspecto y a los platos de toda la vida que copan la carta han añadido menús infantiles "para que grandes y pequeños puedan comer a gusto".
La última incorporación a este respecto de Los Nogales ha sido una gran parrilla que han colocado en la terraza exterior. Aún no está del todo instalada pero ya se encuentra en funcionamiento y en ella pueden cocinar a la brasa carnes de calidad procedentes de la sierra.
Ismael Calvillo se había fogueado durante 20 años en todos los puestos dentro de la hostelería. "De pinche, de cocinero, en sala... lo había hecho todo menos ser el gerente y mira qué momento elegí para serlo, es para contarlo y no creerlo", cuenta entre la guasa y la incredulidad. A él le pilló de lleno la pandemia. Con una plantilla recién contratada buscó la forma de mantenerlos en el negocio hasta que pasara lo peor y, aunque sufrió bastante, lo consiguió.
"Tuve que acogerme a los préstamos ICO que todavía hoy me atormentan pero no había otra salida", lamenta. Una vez superado este trance ha llegado la guerra y la inflación, algo que les está afectando pero que tratan de capear como pueden. Aunque reconoce que no está obteniendo el beneficio que le gustaría, Ismael es consciente de que "ser autónomo siempre es difícil y llevar un bar lo es más aún". Lo que tiene clarao es que ha conseguido cumplir un sueño y no lo va a dejar escapar tan fácilmente. Desde luego cuenta con infinidad de amigos y clientes en El Bosque y alrededores de modo que sabe que apoyo no le va a faltar. Queda por ver qué les deparará el futuro, mientras tanto, Ismael, su familia y su clientela son felices rememorando el pasado.